Capítulo XV

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15 - ¿Caso resuelto?

—Estoy agotada —me dejé caer hacia el frente, apoyando mi frente en el hombro de Miya.

Este me acarició la espalda. Se separó levemente para darme un pequeño beso.

—Estoy sudada, y pegajosa, y debo saber a sal... —me quejé separándome de sus labios.

Miya se limitó a reír y seguir acariciando mi espalda.

—Me toca salir a mi, cariño —me quejé, pegándome a su cuerpo.

—Me gusta que me llames así —pude sentir sus sonrisa.

Desde Japón, Miya Chinen —se separó por completo de mi después de darme un último beso y entró a la pista.

Ya había pasado una semana desde que empezó, no tuvimos ni un momento para seguir investigando, pero ambos pasamos a la segunda fase.

Después de ese día, fuimos directos a la semifinal, eso quería decir que tendríamos unos cuantos días libres.

—¡Felicidades! —gritó Reki al otro lado de la linea, Langa estaba a su lado.

—Gracias... ¿Como estáis todos? —pregunté sentándome en la cama, al lado de Miya que estaba con su consola.

—¡Langa y Reki son novios! —escuché gritar a Hiromi, mientras que los aludidos se sonrojaban.

—No estamos saliendo —afirmó Langa con evidente nerviosismo.

—Te echamos mucho de menos —dijo Reki, agarrando su pecho dramáticamente. Sonreí.

—Yo también.

A mi lado, Miya me hizo gestos para que cortara la llamada.

—Lo siento, chicos. Tengo un novio que requiere de atención, hablamos otro día —les envié un beso y nos despedimos.

Después de colgar, Miya dejó la consola a un lado y me rodeó con sus brazos para lanzarme encima suyo.

—¡Miya! —me quejé entre risas. Él escondió su rostro en la curva de mi cuello.

Su respiración contra mi piel mandó un escalofrío por todo mi cuerpo. Clavé mis manos en el colchón y me incorporé, quedando con una pierna a cada lado de su cuerpo.

Molesto por romper el abrazo, se incorporó también y me estrechó contra él.

Pasé mis dedos entre las hebras de su cabello y Miya acarició mi espalda, colando su mano por debajo de mi camiseta.

Poco a poco nuestras respiraciones se ralentizaron y las caricias cesaron, hasta finalmente caer dormidos los dos.

Cuando volví a despertarme, ya no quedaba rastro del sol. Por la ventana se colaba la luz de la Luna.

Debajo de mi, Miya seguía durmiendo placidamente. Tal vez lo hubiera dejado dormir si no hubiera visto la hora y lo tarde que era.

—Miya —lo llamé— Despierta —su respiración dejó de ser acompasado, dejándome saber que se había despertado, pero no abrió los ojos.

Al ver su nula reacción, hice el ademán de salir de encima suyo, pero al intentarlo, sus dedos agarraron mi cintura sin permitírmelo.

—Amor... —me quejé entre risas.

Él sonrió y por fin abrió los ojos, le di un corto beso y esta vez si me permitió bajar de la cama.

Ambos nos pusimos el pijama y fuimos al salón, donde nos encontramos a nuestros padres hablando amenamente en el sofá.

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