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Minho acabó antes de cenar y avisó que se iría a duchar, cuando cruzó hacía la salida Hyunjin por fin liberó todo el aire que estaba reteniendo en sus pulmones

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Minho acabó antes de cenar y avisó que se iría a duchar, cuando cruzó hacía la salida Hyunjin por fin liberó todo el aire que estaba reteniendo en sus pulmones.

Cenar con el peligris había sido algo incómodo, solo se miraban y sonreían, comentaban una que otra cosa pero el lazo de confianza aún no avanzaba del primer nivel.

Cuando se levantó luego de devorar lo que restaba de su plato, lavó el mismo y se encaminó hacía su cuarto para pensar cómo le haría entender al alfa que no había llegado con nada de ropa extra.

Terminó de lavar sus dientes y mirándose al espejo intentó arreglar un poco sus mechones largos. —¿Qué le podría decir?— Hizo un morrito.

—“Minho hyung. ¿Tiene alguna camisa que le sobre para este pobre indigente?”— Carcajeó levemente ante la estupidez que acababa de idear sin despegar su mirada del reflejo. —Seré directo, es mejor. — Salió del baño y abrió la puerta de su cuarto para dirigirse a la de Lee menor.

El olor de Minho se notaba cada vez más mientras avanzaba, su aroma era algo que realmente le encantaba y podía llevarlo consigo hasta el día de su muerte, era muy adictivo. Disfrutaba con  cada inhalación.

Toc, toc. Llamó esperando pacientemente

Cuando Minho se asomó por la grande puerta blanca cubierto solo por una toalla alrededor de su cadera Hyunjin enrojeció de inmediato. El abdomen del peligris estaba descubierto y con gotas de agua tropezandose por el mismo.

Pero el que el castaño sintiera vergüenza, no le impidió dejar de ver aquél majestuoso ser tallado por los mismos dioses. Afrodita había sido tan justa con Lee Minho.

Relamió sus labios cuando su mente le proyectó la idea de Hyunjin secando esas gotas con su propia lengua. El mayor dió una tierna risa nerviosa, no contaba con que Hyunjin fuese a buscarlo.

A ser verdad estaba esperando por Sun, le había solicitado ir por su pijama a la lavandería la cuál aún permanecía ahí desde la mañana.

—Y-yo... se me olvidó lo que iba a decir. Perdón. — Giró sobre su eje dispuesto a salir corriendo, pero al instante recordó lo que quería pedirle. —Ya lo recordé. —

—Dime. ¿Qué ocurre?— El menor aún no se daba la vuelta. —Pero mírame a los ojos, bebé. — El castaño tragó pesado volteandose y otra vez limpió el torso de Minho con su mirada.

—Me da vergüenza pedirle esto, pero. No tengo pijama... y quería ver si tenía alguna camisa extra que pueda prestarme. — Minho lo escuchó atento, los ojos del susodicho brillaban tanto que fácilmente provocó a su corazón latir fuerte y con dolor.

—Entiendo, pasa. — Hyunjin cerró los ojos pensando en que la había cagado. —¿Te duchaste?— Cuestionó encontrándose con una camisa negra en su clóset, estaba limpia y casi nueva, no la había usado más luego de notar que le quedaba algo larga y supuso que a Hyunjin le quedaría perfecta.

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