El Titiritero

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Lo convertiría en la mejor versión de si mismo. Ese era su plan. El Profeta se encargaría de eso. Podría odiar a Spreen mas que nada en este mundo pero sabía que era prudente empezar a moldearlo tarde o temprano.

Dejarlo sin supervisión por tanto tiempo no fue una idea y apenas lo acaba de notar. El Profeta pensó que Spreen mágicamente se convertiría en el hijo perfecto por si mismo pero eso fue un gran error.

Dejarlo solo por tanto tiempo le cause dolor a Spreen. Le causo resentimiento, un odio inexplicable hacia su progenitor. Pero para la conveniencia del Profeta ya tenía un plan para mejorar eso. Sabía que Spreen era alguien difícil de amistar y amar pero el haría lo que fuera para ganar la más mínima confianza de Spreen.

Empezaría lento, no quería apresurar el procedimiento. Un paso erróneo y todo se iría al demonio. Y el no quería eso. Pero debía empezar rápido. El no hacerlo le podría costar. El Profeta decidió ir al establecimiento de Spreen otra vez.

Sabía que Spreen no estaría feliz de verlo pero tenía que actuar. Cuando se dirigía al estableciendo noto que había una mujer estaba hablando con su hijo. Al acercarse un poco noto que la mujer se trataba de Mayichi. Decidió ignorarla y entró con un poco de incomodidad.

"Spreen," El Profeta dijo. Al decir estas palabras la señorita Mayichi paro de hablar para mirar al Profeta con miedo. "Estas ocupado?" El Profeta dijo, mirando directamente a Mayichi . "Acaso no ves que-" "De hecho yo ya me retiraba," Mayichi interrumpió a Spreen, miedo en sus palabras.

Al decir esto Mayichi se retiró con pasos un poco acelerados. Al retirarse El Profeta miró a Spreen incitándolo a hablar. "Lo que dije ayer es de verdad, ándate de mi establecimiento," dijo Spreen enojado. "Por favor Spreen ni siquiera me has dejado hablar," dijo El Profeta, con una falsa tristeza en su tono. "Solo vine a arreglar unos asuntos."

"Y que serian esos asuntos?" Spreen dijo sin mucho interés. "Lo qué pasó ayer, sabes, quiero arreglar lo qué pasó ayer, estoy dispuesto a hacer todo lo que me pidas," El Profeta hablo, tratando de persuadir a Spreen.

"Y si lo que quiero es que te vayas?" Spreen dijo con una sonrisa en su cara. "Porfavor Spreen, lo que sea que quieras te lo daré." Spreen pensó en estas palabras. "¿Lo que sea?" Spreen pregunto, codicia en sus palabras. "Lo que sea," El Profeta respondió. "¿Incluso ítems ilegales?" "Incluso ítems ilegales."

Spreen pensó que El Profeta lo decía de broma. No pensaba que en verdad lo decía con pura sinceridad. Pero al mismo tiempo vio todas las posibilidades que tendría. Odiaba al Profeta como la mierda pero tenía que admitir que no dejaría ir la posibilidad de conseguir ítems ilegales fácilmente.

Podría vender los ítems ilegales a Tanizen y hacerse jodidamente rico. Spreen sonrió ante este pensamiento. Podría robarle a este viejo sin ninguna dificultad. Podría actuar que es el hijo perfecto que El Profeta deseaba y ganar dinero al mismo tiempo.

El Profeta en la otra mano estaba pensando en lo fácil que sería manipularlo. En tan solo darle un par de monedas sería como un perro obediente. Le rogaría por ítems y el de los daría con tal de recibir su pago el cual sería la total lealtad de Spreen.

Quería reírse de lo ingenuo que Spreen era. Quería reírse en su cara y hacerlo sentir como el estúpido que era. Pero eso sería para después. Después de que los dos hombres terminaron de sumergirse en sus pensamientos Spreen habló, "Dale." El Profeta dio una sonrisa de falso amor. "Gracias, enserio te lo agradezco mucho Spreen," en realidad El Profeta no sentía ningún puto "Gracias".

El solo estaba contento de que Spreen fuera tan ingenuo como lo había pensado, de no serlo así se le hubiera complicado mucho. El Profeta se iba a retirar hasta que Spreen lo paró. "Espera, será que me podes dar un par de cosas ahorita?" Spreen pregunto. El Profeta solo suspiró. Ese niño en verdad era un codicioso.

"Si claro, lo que quieras," El Profeta dijo con una gran sonrisa. "Será que tenes unos diamantes que me podrás dar?" El Profeta trato de no verse enojado pero la verdad lo estaba mucho. Pensó que Spreen tendría al menos un poco de decencia y no parecerse a una rata hambrienta pero ya de decidió que haría lo que sea.

"Claro cuantos necesitas?" "Un stack por ahora." 'Mierda' El Profeta pensó, 'este estupido me dejará seco.' El solo dio una sonrisa mientras sacaba el stack de su inventario. Tras dárselo El Profeta habló, "Te esperaré en la iglesia mañana a las 10 de la mañana, tenemos más asuntos que cubrir."

Tras decir esto El Profeta solo se retiró sin dejar decir nada a Spreen. Al salir se dio cuenta de que Mayichi seguía afuera. Aparentemente había estado ahí todo el tiempo, tratando de escuchar lo más mínimo de la conversación.

El Profeta solo le dio una mirada posible de matar. Mayichi se asustó y entró al establecimiento rápidamente. El Profeta no le dio importancia al asunto y solo siguió su recorrido. Al entrar Mayichi aun estaba asustada pero trato de disimularlo.

"Y eso? El Profeta está haciendo caridad o que?" Mayichi preguntó. "Porque preguntas eso?" Spreen le dijo. "Te dio un stack de diamantes," dijo mientras señalaba los diamantes. Spreen se apresuró a esconderlos detrás de su espalda. "Solo me los dio porque tuvimos un tipo de discusión y trato de arreglarlos," Spreen dijo. No estaba diciendo ninguna mentira pero tampoco decía la verdad en su totalidad. Spreen sería capaz de mentirle a todo el mundo con tal de mantener su imagen limpia. "Hasta podrías decir que El Profeta es mi perra," Spreen dijo con una risa llena de malicia. Mayichi le dio una mirada de preocupación y confusión. "No te preocupes Mayichi, pronto entenderás," dijo Spreen con una sonrisa malévola. Tal vez ser el hijo del profeta no sea una mala idea.

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Perdón si me tarde mucho últimamente he echo unos viajes y no he tenido acceso a internet. También ya no tengo muchas ideas así que si quieren pueden dar ideas o lo averiguaré por mi cuenta. Estaré trabajando en la tercera parte.

Yo No Soy El Hijo Del Profeta (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora