Capítulo 35: ¿Tuvieron sexo o no?

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Dylan

En la mañana me despierto porque huele muy bien. Tocino y café. Hay un leve dolor en mi brazo derecho, abro mis ojos lentamente porque la luz que entra de afuera me cala un poco, miro hacia abajo, y ahí está Mack, recargada en mi pecho y yo pasando mi brazo por detrás de sus hombros.

Ahora recuerdo que nos quedamos dormidos anoche, ni siquiera nos dimos cuenta de cuando llegaron los demás.

Alguien juntó el otro sillón y lo pegó junto al que estamos Mack y yo, así nuestras piernas están estiradas y apoyadas al otro. También nos cubrieron con una cobija calientita.

Muevo mi espalda para ver si siento algún dolor y me doy cuenta de que no. Después de todo los sillones son bastante cómodos. El único dolor es el de mi brazo que está debajo de Mack, por tenerlo toda la noche en la misma posición.

Ahora no sé si hacerme el dormido y esperar a que Mack despierte, o despertarla...

Bueno, alguien en la cocina lo hace más fácil para mí porque acaba de romper algo de vidrio y Mack se despierta de repente.

Mira en dirección hacia la cocina y luego se da cuenta de que tiene sus manos apoyadas en mi pecho y me mira apenada.

—¿Nos quedamos dormidos? —pregunta con las mejillas rojas. Se mueve un poco hacia la derecha quedando un pequeño espacio entre nosotros. —¿Y estas cobijas? —mira hacia el sillón que está en nuestros pies.

—Supongo que fue Julia. —me estiro al fin y aparto las cobijas para poder pararme.

Julia sale de la cocina y viene hacia nosotros. —Lo siento, desperté a los tortolitos —sus manos están cubiertas con guantes para jardinería.

Yo ruedo los ojos y Mack arruga su frente mirándola. —¿Qué haces con esos guantes?

—Cocino.

—¿Sabes que son guantes para jardinería? —se burla Mack.

—¿Por qué habría guantes para jardinería en una cabaña en medio de una montaña nevada en donde... no hay jardín?

Mack y yo reímos.

—¿Para cuándo es tiempo de verano? —digo yo.

—Ay ya, genios —se quita los guantes a regañadientes —Ayúdenme a voltear el maldito tocino, ya me quemé muchas veces.

Mack ríe y se levanta del sillón. Se arregla el cabello y seguimos a mi hermana a la cocina.

Mientras nos platica como la pasaron anoche y mientras yo pongo agua para café o té, Mack toma unas pinzas y voltea el tocino como una chef profesional.

Ok, no. Cualquiera puede voltear el tocino, pero no cualquiera puede hacerlo con tanta confianza. O sea, todo el mundo sabe que el tocino salpica mucha grasa que termina quemándote los brazos.

Julia se sienta ahora que Mack la está ayudando. Ya hay una cacerola con huevo revuelto y un plato con pan tostado sobre la mesa.

—¿Y qué tal su noche? —mi hermana sube y baja sus cejas de forma coqueta. Parece que está teniendo ideas equivocadas por habernos visto a Mack y a mí acostados juntos en ese sillón.

Vamos a alimentar un poco más esas ideas.

—Cansada. Muy cansada. —suspiro. Y estoy diciendo la verdad, ese parto nos dejó muertos.

—¿Enserio?

—La verdad... nunca creí que viviría algo así. —dice Mack poniendo un plato con tocino en la mesa y sentándose también. —Fue taaan lindo pero taaaan... doloroso.

Julia abre su boca. Alterna su mirada de Mack hacia mí y viceversa.

—¿La lastimaste? —me pregunta mi hermana. —¿Qué te hizo, Mack? —ahora le pregunta a ella. 

—¿Qué? ¿a mí? —Mack niega con su cabeza.

Yo me estoy riendo. No sé porque Mack cree que Julia sabe lo del parto. Nos acabamos de despertar, ¿en qué momento le diría a Julia que anoche trajimos a un bebé a este mundo?

—¿Tuvieron sexo o no? —pregunta Julia confundida. —¿Eras virgen?

—¡¡Qué?!! —Mack hace esta pregunta un poco alterada.

Yo ya no aguanto la carcajada y me río como nunca.

Las dos me voltean a ver. Me siento con ellas y me calmo.

—Mack, Julia no sabe lo del parto. —le aclaro.

Ella está confundida, como de costumbre —Bueno y... ¿por qué estás pensando en que tuvimos... sexo? —le pregunta a Julia.

—Porque durmieron en un sillón juntos, abrazados. Porque Dylan está diciendo que la noche fue cansada y tú estás diciendo que fue lindo y doloroso. ¿O sea, el sexo?

—¡Ewww! ¡No!... —Mack pone cara de asco.

—¡Dios! Ya estaba imaginándome a Dylan como uno de esos personajes de libros eróticos que les gustan los látigos y cosas dolorosas en el sexo. ¿De qué parto hablan?

—No vas a creerlo —digo. —la pareja que está quedándose en la cabaña de a un lado tuvo su bebé anoche. Él no podía conducir y su esposa ya no podía aguantar más así que fuimos a ayudarlos.

Mi hermana tiene cara de que no puede creerlo —¿Trajiste a un bebé a este mundo, anoche?

—Trajimos. Mack ayudó. —asiento.

—Pero... ¿sin equipo médico? Dylan, no tomes ese tipo de riesgos. ¿Sabes que podrían haberte demandado si algo salía mal?

—Pero nada salió mal. Estuvo bien, ¿no es así, Mack? —pido un poco de apoyo.

Ella asiente insegura. —Aunque no sabía que podían demandarte.

—Bueno, todo salió bien, nadie salió demandado... —volteo a ver a Julia y ella rueda los ojos y niega con su cabeza.

—Y trajimos un bebé a este mundo y se sintió genial —Mack sonríe.

En fin, Julia no nos sermoneó más, aclaramos el asunto del sexo que no pasó y más tarde los demás vinieron a desayunar.

Después de que todos terminamos de empacar y de que nos aseguramos de que nada se nos quedaba en la cabaña, Johnny nos llevó al aeropuerto.

Desgraciadamente Julia le dio su número y le dijo que, si un día iba a Nueva York, la llamara para mostrarle la ciudad, ya que él le hizo un descuento por todas las atenciones que tuvo ella con él.

—Ojalá que no tengamos que verlo nunca más —susurra Mack cerca de mí cuando cruzamos las puertas del aeropuerto y dejamos a Johnny atrás.

—Espero que no —digo de acuerdo.

Aunque dudo que vaya de visita en los próximos meses. Si es que va, irá cuando Mack y yo hayamos terminado con el contrato, así que supongo que ella definitivamente no volverá a verlo.

En el aeropuerto, cuando abordamos el avión, Mack ya no estaba tan nerviosa como la vez anterior.

Fue un vuelo tranquilo, nos dormimos la mayor parte del vuelo.

Al llegar a Nueva York, el viento está frío, pronto comenzarán los días de temperaturas bajas y luego las nevadas. La verdad el frío es mi clima preferido. Si me gusta el calor, pero me agrada más el frío.

Mack y yo nos despedimos de los demás y regresamos a casa en un Uber. Apenas llegamos, mis perrhijos nos reciben muy alegres. Mack se deja lamer la cara por Lluvia. Mis gathijos no nos reciben tan alegres, pero están en la sala cuando nos ven entrar.

Hay una nota de Anne en donde escribió que todo estuvo perfecto. Que todas las mascotas comieron. Y todo estuvo en orden en casa. 

Dame un año (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora