Capítulo 11

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El autobús llevaba rato detenido detrás de un camión de basura. Jisung daba gracias de que el olor no pudiera traspasar las puertas, pues todavía tenía el estómago lleno y el cheesecake amenazaba con salir por la garganta. No recordaba la última vez que había comido tanto y tan a gusto. 

Tenía suerte de que no tenía que hacer ningún esfuerzo para llegar a casa, la zona en la que vivía estaba tan bien comunicada que con un autobús directo llegaría en apenas unos minutos. Era de las pocas cosas que agradecía de vivir en una urbanización. Ya lo de las vallas, la seguridad privada y el silencio perpetuo era otra historia. Pero si por él fuera, apenas pisaría la calle, aunque no podía evitar ceder ante las insistencias de sus amigos; como hizo aquella noche.

Pese a que los ensayos amenazaban con la desgracia ciñéndose sobre él, una fuerza le empujaba por la espalda y le instaba a moverse. La cena había sido extrañamente reconfortante. Incluso mientras iba de camino a casa, tenía la impresión de que se había quedado con la miel en los labios, tenía ganas de más. Le faltaba algo. 

Sacó el teléfono del bolsillo. Apenas un toque con el dedo y lo desbloqueó para ver quién estaba enviándole tantos mensajes. Intentaba perderse en sus pensamientos pero alguien tenía otros planes. 

El primer mensaje que vio era justamente aquel audio reenviado de Chan que ya casi había olvidado; aunque todos los demás le hicieron entrecerrar los ojos. Eran unas pocas palabras, mensajes cortos con alguna errata e incluso algún sticker. Levantó una ceja extrañado.

—¿Minho? —Realmente no era nada extraño, pero le confundió.

Lo que más le hizo quedarse inmóvil, mirando la pantalla y sin tener muy claro qué decir fue la hora de los mensajes

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Lo que más le hizo quedarse inmóvil, mirando la pantalla y sin tener muy claro qué decir fue la hora de los mensajes. ¿Llevaba diez minutos para eso? ¿Quién tarda diez minutos en escribir cuatro frases? ¿Es que estaba esperando a ver si respondía? Empezó a teclear en seguida con una repentina culpabilidad que le enrojeció las mejillas. 

Desconocía que al otro lado de la pantalla había un muchacho de camino al trabajo que miraba sus manos en lugar del suelo, eso Jisung no lo sabía. Por eso no esperó lo rápido que respondió y su estómago le dio un vuelco. 

El castaño era de esas personas que podía tardar una eternidad en responder o hacerlo al instante, lo de tener un punto medio y equilibrado no formaba parte de él y, en esos momentos, no sabía cuál de las dos personalidades escoger. 

Continuamente tenía imágenes de los últimos días en su cabeza, también de aquella mañana y de la cena. Recibía señales contradictorias producto de sus recuerdos que no sabía interpretar. Minho parecía hablarle con cordialidad. ¿Era para que el proyecto saliera bien? ¿Habían firmado la tregua de verdad? ¿O es que le iba a pedir un favor y por eso era amable? 

Exhaló un largo suspiro. Lo único que tenía clarísimo era que su vida se estaba volviendo mucho más caótica de lo que alguna vez había aceptado tolerar desde el mismo momento que le conoció. Y eso no estaba en el contrato. Cuando Jisung asimiló que tocaba comportarse como un adulto, tuvo que acceder a salir a la calle, a socializar de vez en cuando para no perder la cordura y a ser agradable con compañeros de clase pero, ¿Eso? ¿Qué mierda era eso? No quería tener la etiqueta de intransigente pero, mierda, se sentía timado. Toda la estabilidad que había mantenido durante años se estaba agitando por Minho.

My pace - MinsungWhere stories live. Discover now