Capítulo 22

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En la hora del almuerzo, solo cuatro amigos se encontraban en la habitual mesa redonda con sus bandejas repletas de comida coreana y algún que otro plato intruso; delante de Hyunjin había bastantes patatas fritas. Las comía una a una, las sujetaba solo con la punta de los dedos y después los lamía para saborear la sal que los impregnaba. Pues la otra mano estaba ocupada entrelazada con la de Jeongin. El susodicho había tenido que aprender a tomar café con la zurda. Aunque era torpe, podía visualizarse siendo un experto a futuro.

—No se come delante del hambriento.

Minho no quería sonar molesto. Dijo aquello como una broma pero sabía que la verdad quería aflorar. Sentía celos. La pareja le ignoró y siguieron con sus asuntos después de enseñarle la lengua al unísono.

—Calla, que por una vez me están dejando tranquilo. ¿Escuchas eso? Es silencio, paz, armonía.

El despechado Minho resopló. Su paciencia empezaba a quebrantarse. Había una extraña sensación física en su pecho que le avisaba de lo próximo que estaba su límite. Sonaba como las manillas de un reloj anunciando una cuenta atrás. Tenía tantos cabos sueltos delante de él que no sabía cuál debía atar primero. Ninguno parecía fácil.

—Ayer vi a Jisung.

Quizá ese. No era fácil, estaba claro que no lo estaba siendo. Ahora bien, era el que más sueño le quitaba. Suspiraba de impotencia frente a un rompecabezas que él mismo había decidido montar sin darse cuenta. Ni siquiera tenía claro si había reunido todas las piezas.

—El conserje me dijo que no estaba en casa, yo creo que quería echarme pero parecía sincero —daba vueltas con los palillos al tteokbokki—, le vi luego. Vino a mi trabajo. Fue raro. No raro de "hace días que no te veo", sino raro de "no puedo mirarte a la cara". Es probable que no supiera que trabajo ahí.

—Creo que tendríais que hablar bien, seguro que ayer le dijiste hola y adiós. ¿Verdad?

Minho asintió, no era del todo mentira.

—Sois tontísimos.

La pareja mostró apoyo a la opinión de Seungmin. Ambos le miraron y vieron en su cara un gesto que ya conocían. Ese miedo singular a enfrentarte a la cruda realidad. Nadie en aquella mesa era un amigo íntimo de Jisung y, aún así, eso no les impidió confiar en sus instintos.

—Sabes que también quiere hablarlo. Te apuesto un soju a que los dos estáis como idiotas dándole vueltas al tema desde esa noche.

—Seguramente.

Minho sacó su teléfono y aceptó las sabias palabras de Hyunjin, marcó el número de la academia y avisó de que ese día tampoco iba a ir.

Minho sacó su teléfono y aceptó las sabias palabras de Hyunjin, marcó el número de la academia y avisó de que ese día tampoco iba a ir

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—No tenía ni idea de que habían abierto un local nuevo, ¿desde cuándo?

Changbin probaba su bubble tea de taro con perlas de tapioca. Felix le robó un trago a Changbin antes de responder.

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