07

966 129 53
                                    

—De verdad que tú estás idiota, Taehyung.

El chico de rubios cabellos había expresado con coraje, sus pequeños dedos enredándose en sus propias hebras, tirando de ellas en un acto de desesperación.

Kim se encogió ante aquellas palabras, haciéndose bolita contra la superficie cómoda de su cama, abrazando con fuerza una almohada, como si ésta fuera a protegerlo de aquello.

—Bien, repitamos en lo que termino de dejarlo pasar, ¿para qué demonios te llamó Joy? —murmuró rendido, tomando asiento al lado del castaño recostado, ambos suspirando.

—Se peleó con Seung, ella necesitaba apoyo emocional. —dijo en voz bajita, a penas siendo entendible.

Apretó los ojos, sintiéndose idiota.

Había literalmente arrojado a Jungkook del otro lado del sillón al escuchar la petición de la pelinegra, corriendo por un abrigo, para inmediatamente salir de casa y acudir a la de Joy.

Justo ahora, extrañaba por completo los labios de Jeon sobre los suyos. Aquellos besos lo habían alejado de la realidad, dejándolo tan adormilado e hipnotizado.

Una sensación que quería experimentar sin parar, una y otra vez, sin embargo, salió, dejándolo sólo, con los ojos llorosos y el desconcierto brillando en sus ojos.

Todo un imbécil.

—Cada día más idiota, dios mío. —susurró el más pequeño, frotando su rostro con desespero.

Quería entenderlo, Jimin realmente quería comprender que quizá Taehyung había hecho con la mejor intención del mundo por la chica que le "gusta", pero pensar en lo que posiblemente el chico de cabellos azabache estaba sintiendo al verse desplazado de la mente de Kim en cuestión de segundos, le hacía tener un inmenso dolor de cabeza.

Por Taehyung, Jimin no había tenido un trato profundo con el pequeño Jeon, pero a su lejana perspectiva, el chiquillo no se veía siquiera capaz de matar a una hormiga.

Quería patear a Tae en la cara.

Conteniendo sus ganas, tomó una buena cantidad de aire en sus pulmones, hizo su siguiente pregunta, totalmente consciente de que la respuesta le haría molestar de todas maneras.

—¿Y Jungkook?

Ante esas palabras, Taehyung sintió un escalofrío, negando para sí, extendiendo su mano abierta hacia el rubio, mostrándole un pequeño trozo de papel doblado.

Dudoso, el rubio la tomó, deshaciendo los pliegues, leyendo la prolija caligrafía dibujada sobre el papel.

" Veo que tenías prisa, lo entiendo. Lavé las tazas, no quiero que toques el agua, debe estar helada. Cuídate, nos vemos luego.

-Jungkook."

—Ni siquiera me dijo algún apodo bonito. —murmuró el castaño contra su almohada, sonando ahogado.

Segundos más tarde, sintió el fuerte golpe de un puñetazo impactar en su cabeza.









💭 ˖ ࣪﹟







—¡Tae, Tae, corre, mira, mira!

El chillido del pequeño Jungkook entró por los oídos de Taehyung, inmediatamente apretando los ojos y tapando sus orejas ante el agudo sonidito.

Cuando el efecto pasó, bufó, rodando los ojos, mientras seguía construyendo una pequeña cuidad de arena en el arenero del patio de su escuela, escuchando con claridad los pequeños pasitos de alguien corriendo, hasta que esa silueta se posó a su lado.

Alzó su cabeza —sin querer hacerlo realmente—, viendo el cuerpecito agitado el azabache, sus hombros subiendo y bajando con sus rápidas respiraciones, su carita roja por la anterior carrera, pero con una bonita sonrisa de dientes de leche adornando su rostro.

—¿Puedo sentarme? —susurró avergonzado el azabache, haciendo círculos con su piecito sobre el fresco césped.

Taehyung lo escaneó rápidamente, antes de volver sus ojos a su pequeña comunidad.

—No.

Jungkook realmente, con todo y todo, no esperaba esa respuesta, jadeando con desánimo.

—E-está bien, entonces solo recibe mi regalo. —murmuró bajito, ignorando el apretón a su pecho.

Como cualquier niño, aquellas palabras llamaron por completo la atención de Taehyung, dejando sus herramientas de juguete de lado, prestando total atención al chiquito.

El pequeño Jeon no lo pudo evitar que su corazón se acelerara ante ese simple acto, sonriendo diez veces más grande que antes.

—¡Mira! —chilló, sus manitas mostrando su obsequio.

Taehyung, en cambio, enarcó una ceja y miró incrédulo el objeto en las pequeñas manitas.

Un bonito ramo de nubes envuelto en una hoja de papel color celeste, acompañado de un listón de un brillante color amarillo, era sostenido por el de tez blanca.

—No lo quiero, es feo, además las flores se le dan a las niñas. —expresó el moreno, pareciendo bastante inconforme con el detalle.

Inmediatamente, la sonrisa de Jungkook cayó en su totalidad, al igual que sus ánimos.

—L-l maestra me dijo que era muy bonito, y-y que además no tiene nada de malo. —susurró, un mohín decorando los pomposos belfos sonrosados.

Con su corazoncito doliendo, parpadeó, queriendo aclarar su vista ante las lágrimas que comenzaban a acumularse en sus luceros, frotando en un par de puñitos sus ojos llorosos.

—Además, —comenzó el castaño, como su no hubiese hecho ya suficiente daño. —A mí me gusta Soojie, las niñas son muy bonitas, tú no.

Culminó en una aclaración, volviendo a la construcción de su pueblo.

Escuchó vagamente el sonido de un sollozo ahogado, y una naricita sorbiéndose, más ni siquiera miró.

Jungkook asintió, aún sabiendo que no era visto, antes de alejarse a pasos pequeños, sintiendo su cuerpo pesado.

Frotaba su carita de a ratos, queriendo ser un niño grande y no llorar. Había oído a Taehyung decir que los niños llorones eran tontos. Él no era un tonto.

Corrió lo que sus piernitas daban, echando un último vistazo a Taehyung, antes de dirigirse a su aula, viendo la soledad de esta.

Se sintió tranquilo al verse solo, sin nadie que hiciera algún comentario feo hacia él, como solían hacer siempre.

Se sentó en su sillita amarilla, dejando su cabeza descansar sobre la baja mesita frente a él.

Minutos más tarde, con los ánimos devuelta a su cuerpo, se encontró a sí mismo haciendo un bonito dibujo para el pequeño Kim con sus cayones nuevos.

Mientras que, un pequeño Taehyung, por mera casualidad, observó de reojo el pequeño ramo que el azabache había hecho con tanto amor para él, quieto al lado suyo.

Luego de asegurarse de no ser visto, tomó las florecitas. Sin querer, su corazón se rodeó de un agradable calor, y una sonrisa creció en sus labios, acariciando con adoración las pequeñas flores blanquecinas.

Inmediatamente el color de aquellas plantas le recordó a Jungkook y su nívea piel, sintiendo el calor en su pecho aún más intenso.

Gracias, Koo...

future husband ︎ʚɞ taekook Onde histórias criam vida. Descubra agora