C a p i t u l o veintitrés: "El enojo ciega".

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 Niall POV's.

  Enojo. Impotencia. Es poco sentir eso cuando te confiesan que te han mentido, cuando tú eres un enfermo.

  Yo no recordaba nada, tenía imágenes borrosas de ella, pero _____ nunca me contó la verdad. Sí, lo había hecho ahora, pero mi enojo iba más allá de esa confusión. ¿Por qué abandonarme cuando más la necesitaba?

 

  Me sentía tan desesperado en las paredes del auto, quería gritar o golpear algo. Estaba enojado, y a la misma vez, decepcionado. Lo mismo había sentido el día de mi accidente.


  Despierto en un largo prado. Las flores me llegan hasta la rodilla de tan largas y el cielo esta celeste, completamente celeste. No hay nubes. Solo un cielo color escarlata y un radiante sol.  Me sentía confundido. Perdido. Pero en paz.

  Camino sin rumbo, no hay caminos, ni sendas. Solo millones y millones de flores de distintos colores, que nunca acaban.

  Me detengo. De pronto cuando se me hace imposible avanzar, el pecho se me aprieta, las piernas se me debilitan y flaquean. Todo me duele. Mi cabeza quiere explotar y me siento mareado.

  Cierro mis ojos cuando todo se vuelve peor, pero al abrirlos, no despierto en el mismo prado lleno de flores, si no, una luz brillante encandila mis ojos.

  Entrecierro mis ojos para ver mejor. Mi vista se aclara un poco y veo siluetas al frente mío; pestañeo varias veces.

  Estoy en una habitación de hospital, las paredes son algo sombrías, hay una gran ventana al fondo con el marco blanco y ventanillas deslizables, hay un reloj al lado de mi cama, pero está apagado; estoy en vuelto en unas sábanas ligeras de color blanco y tengo puesta la bata del hospital. Miro hacia todos lados. La habitación  parece tener una gran tensión cuando despierto. Veo a mi madre apoyada en la ventana, llorando con desesperación pero en silencio. Mi padre está sentado con la mirada perdida y mi hermano... ¿Mi hermano con una chica? Todo lo que recordaba de Greg era verlo prepararse junto a mí para ir a vivir con papá y luego irse a la universidad ¡Pero ahora estaba viejo!

  Su barba había crecido, tenía la expresión más dura y mucho más madura ¿Qué había pasado? ¿Dónde había quedado ese hermano, y cómo mi hermano había crecido de un día para otro de esa forma?

  A su lado hay una chica, bella y alta, rubia de tez blanca. También se ve algo madura. Vuelvo mi vista a mi mamá, tiene arrugas al lado de sus ojos y en la frente. Papá también las tiene, pero sus ojos celestes de ven más decaídos.

  Como puedo, tomo asiento en la cama, pero estoy débil y dejo salir un gemido. Todos en la habitación se fijan en mí. Hay un silencio de un segundo, donde al parecer todos pierden el aliento, la primera en reaccionar es ella. Mi madre corre hasta a mí, emocionada. Sus suaves y cálidos brazos me enrollan y por un momento me siento volver al sueño del que había despertado.

  -Niall...-dice tratando de calmarse, pero el llanto no la deja-. Mi hijo,... mi bebé,... ya estás bien... despertaste,... me tenías preocupada, a todos...

  -Mamá -articulé con dificultad-. ¿Qué está sucediendo?


 Ninguno responde.

Eso hace que sin mucha razón me sienta enojado.

  -Mamá te he dicho ¿Qué está sucediendo? –las manos de mi madre bajaron desde mi hombros hasta mis manos.


  -hijo –trata de calmarme.


  -Te lo digo por última vez mamá –quito sus manos de las mías y miro hacia el otro lado de la habitación-, ¿Qué está sucediendo, en mí, en ustedes...?


 Mi madre se levanta de la cama, tapa su boca con sus manos y me niega. Camina otra vez hasta la ventana y vuelve a llorar más fuerte. Me siento descolocado, no sabía que era lo que me pasaba ¿Por qué todos estaban así? ¿Cómo habían envejecido de un día para otro? Siento miedo y soledad, aunque mi familia estuviera alrededor de mí. Mire a mi padre, pero este no estaba en la sala, si no, en su propio mundo. Mi hermano no decía nada, y la chica, yo no sabía nada de ella.


Y en ese momento entra una chica y un chico a la habitación. El cabello de ella era largo, usaba lentes y se veía preocupada, igual que el chico que la acompañaba. Él era alto, delgado, con facciones duras y cabello negro. Seguramente eran mis doctores.

  Hablaron algo con mis familiares que no pude escuchar, ¡pero no me hablaban a mí! Enojado, les hable:

-¿Por qué me siento tan mal, doctores? -Les pregunte, pero ninguno me contesto.

 La cara del chico se volvió pálida, me miro a los ojos, como si lo que yo hubiera dicho, habría sido lo más doloroso que él había escuchado. La chica también estaba descolocada. El doctor miro a mi padre y este le asintió, como si hablaran con la mente. Los dos jóvenes dejaron la habitación.


 De nuevo sin saber nada, de nuevo solo, con miedo.




  Abro la puerta de mi auto, algo afectado por todo lo que había recordado. En ese momento mi madre estaba viva, estaba al lado mío. Ahora solamente estaba yo; conmigo mismo.


  Paso cabizbajo a la casa. Sentía que si me encontraba con cualquier persona en la casa, la abrazaría, solamente por la soledad que siento.

  Abrí la puerta principal, paso hasta el salón y la veo a ella, con su cabello castaño y sus ojos verdes, esperanzados. Ella era mi único consuelo. No la amaba, pero debía aprender a amarla.

  Yo amaba a otra mujer, pero ella me había abandonado ¿Acaso eso era sentir amor por mí? No, eso no es amor.

  Ashley se gira y sonríe al verme, corre hasta mí y se enrolla en mi cuello. Sabía que estaba preocupada, yo sé que ella sabe todo, pero solo trata de ignorarlo, y me siento muy culpable. Ahora me siento como la peor persona del mundo, abandonado. Solo, con un amor que no correspondo. Viviendo con el recuerdo de que ella me había dejado.


  -Ashley, nos casaremos el miércoles –pronuncie sin tomarle el verdadero peso a mis palabras –. Si, nos casaremos el miércoles.


 A la castaña se le iluminan los ojos. Yo había pronunciado lo que ella más quería escuchar.


-¡Oh Niall, entonces debo ir a arreglar todo! ¡Dios mío, esto es maravilloso, se lo iré a contar a todos! –Beso mis labios, tomo su bolso y volvió a besarme –. ¡Nos vemos mañana para ver los preparativos mi amor!


 Sin yo contestarle nada, ella ya se había marchado. Arrastre mis pies a mi cuarto de pintura, y para mi sorpresa, en la obra en la que estaba trabajando, estaba ____, sonriéndome, con sus maravillosos ojos color miles. No sabía cuándo o como había llegado a hacerla, pero todo había sido un error. Yo y ella éramos un error.






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Hola. Me demore mucho, lo sé.

Espero me perdonen y se intriguen con lo que paso en este capítulo.

¿Que pasará entre ellos dos?

Uf, se los dejo a la imaginación.

Nos leemos el proximo capítulo.

All the Love. P

|Do you remember me?| Niall Horan| Secuela.Место, где живут истории. Откройте их для себя