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Todo lo que podía sentir a mi alrededor era el olor a sangre y pólvora de las armas que algunos hombres habían disparado, nadie se interponía en mi camino mientras me dirigía hacia la dirección que me había dado una chica

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Todo lo que podía sentir a mi alrededor era el olor a sangre y pólvora de las armas que algunos hombres habían disparado, nadie se interponía en mi camino mientras me dirigía hacia la dirección que me había dado una chica. De hecho, en este punto estaba segura de que todos habían dejado el edificio para escapar de la catástrofe que ocurriría después de que el titán despertara.

Mi mente parecía estar lejos de allí, mis pasos y mi respiración agitada era lo único que se escuchaba en los pasillos de la Legión. No sabía si caminar despacio, para aceptar los últimos momentos de vida que me quedaban, o caminar rápido para acabar con todo de una vez. Quería llorar, todo era un desastre y me sentía cansada física y emocionalmente, las decisiones que había tomado me habían llevado a donde estaba, a punto de morir y dejar mi mundo para siempre.

Sonreí a medias sintiendo un par de lágrimas deslizarse por mis mejillas para perderse en mi barbilla. Tal vez finalmente me reuniría con Harmony, tal vez tendría la oportunidad de encontrar esperanza y paz en el más allá, donde podría reunirme con mi hermana.

Cuando finalmente llegué, me detuve frente a una enorme puerta de madera que no parecía estar cerrada con llave, en esa habitación debía estar el cuerpo de Orcus. Una chica me había dado la información sin oponer resistencia, porque según ella, Orcus pronto la encontraría también, ya que la magia que mantenía oculta la ubicación se había deshecho y estaba a la luz de todos.

—Espero que todos puedan perdonarme por lo que estoy a punto de hacer —susurré.

Empujé la puerta con el pie y se abrió lentamente haciendo un leve crujido que sacudió cada poro de mi cuerpo, entré mientras miraba a mi alrededor. El lugar estaba iluminado por antorchas que estaban en las paredes de cerámica, que al parecer estaban encantadas con magia para que no se apagaran, objetos inventados por brujas, por todas partes había símbolos y palabras que no podía entender. Una cámara funeraria, inaccesible y separada del lugar más decente donde yacían los muertos de Swynhall.

Inhalé como si esperara un mal olor o algo así, pero no había nada, ningún hedor extraño, así que enfoqué mi mirada en la cosa más grande y llamativa de ese lugar, que estaba ubicada en el medio. Allí estaba un féretro de piedra de arcilla construido sobre el suelo, el más grande que jamás había visto, probablemente el tamaño se debía a que contenía un ser igual de inconmensurable.

Me acerqué vacilante, como si tuviera miedo de que de repente se abriera la tapa y saliera el Orcus real para atacarme, los nervios me invadieron como nunca, porque sería la primera vez que vería al Orcus real. También sentí que estaba traicionando mis creencias, a la autoridad de Swynhall y la diosa Apolline, nadie me recordaría de buena manera después de esto, sería odiada por cientos de años.

Cuando estuve lo suficientemente cerca, noté que en la tapa del féretro también estaban escritas frases que no entendía, lo único que pude entender fueron dos palabras: Monstrorum rex, que significaba rey de los monstruos. Incluso donde yacía el cuerpo, su título estaba marcado, y no como reconocimiento o admiración, sino como un símbolo de que su vida había sido con el único propósito de lastimar a todos en Swynhall. Para nosotros, Orcus era la definición del mal, la crueldad y la impureza.

Híbrida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora