V. Fuego de dragón

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Habían pasado dos días desde que Rhaenyra Targaryen recibió la noticia acerca de su hija Saera. Aquel día, mandó un cuervo a Desembarco del Rey avisando a su padre que viajaría en un par de días junto con Daemon y sus hijos para verlo, ya que había pasado mucho tiempo. No tardó Viserys en enviar de vuelta otro mensaje emocionado, con ganas de volver a ver a su hija y a sus nietos, y de paso celebrarían una gran cena esa misma noche tras su regreso. A Daemon no le hizo especialmente ilusión eso último.

Toda la familia montó en el barco junto a gran parte de sus sirvientes y guardias. Unos pocos se quedaron en Rocadragón.

- Tengo ganas de ver al abuelo. - sonrió Lucerys mientras se apoyaba en el barco y veía como se alejaba de la tierra.

- Y de ver el castillo, ¿habrá cambiado, madre? - preguntó Jacaerys.

- No creo que haya cambiado mucho, han pasado 6 años sí, pero ya sabéis que a vuestro abuelo le gusta tener todo como siempre. - sonrió mientras acariciaba la cabeza a ambos de forma juguetona.

- A menos que Alicent haya decidido hacer un cambio de look. - dijo Daemon mientras pasaba disimuladamente por detrás de ellos.

- Daemon. - Rhaenyra lo miró molesta. - Cuando lleguemos - empezó a hablar para toda la familia - iremos a saludar a mi padre antes que nada. ¿De acuerdo? Y esa misma noche tendremos una cena muy importante. Padre ya es mayor, hagámosle tener un buen momento, ¿sí?

- ¿Todos juntos? - preguntó Lucerys.

- Todos juntos, vuestros abuelos, vuestros tíos, todo el mundo. - repitió.

- Va a ser...entretenido. - Daemon levantó las cejas tras un suspiro.

Y así el largo viaje de 5 días de Rhaenyra y Daemon comenzó.


◇◇◇


Saera y Helaena habían formado una amistad impresionante entre ellas. Pasaron tres días desde que se sinceraron en el gran árbol y se había convertido en un lugar importante para ellas. Alicent lo sabía, las veía hablar, reír y rumorear, como cualquier niña de su edad. El día anterior las vio ojear un libro de la biblioteca, Helaena se lo estaba leyendo a Saera. Era un libro un tanto romántico, pensó en decirles algo y hacerles elegir otra cosa que leer, pero al ver a su hija sonreír con alguien por primera vez desde hacía mucho tiempo, prefirió hacer oídos sordos. Además, ese árbol también fue importante para ella tiempo atrás. Y era como repetirse la historia en parte.

Marchó a sus aposentos dejándolas solas.


◇◇◇


- Este tipo de historias no ocurren en la vida real. - se quejó Saera mientras señalaba una ilustración del libro donde un hombre y una mujer se besaban sobre una montaña. Helaena rió.

- Bueno, tú eres la doncella, no hay lugar donde más rumores románticos existan que entre las cuatro pareces de las cocinas o habitaciones de sirvientes.

- Mmm...- Saera pensó - cierto es que hablan mucho mientras trabajan, pero la mayoría son rumores del castillo.

- ¿No te gustaría tener una historia de amor? ¿De este estilo? - pasó un par de páginas donde había más ilustraciones románticas.

- No me molestaría conocer a alguien, pero de momento no ha aparecido nadie para mí. Soy de las doncellas más jóvenes y los hombres son o más pequeños que yo o más mayores que yo.

LA DONCELLA | Aemond TargaryenWhere stories live. Discover now