Day 19

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¿End?

Cuando de repente los pensamientos de Izuku dejan de oírse, Katsuki siente un extraño vacío y silencio a su alrededor

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Cuando de repente los pensamientos de Izuku dejan de oírse, Katsuki siente un extraño vacío y silencio a su alrededor.

No era la gran cosa, después de todo creía que podía ir y comprar más de esa cosa de dudosa procedencia.

Obvio, estaba equivocado.

Cuando fue al lugar, aprovechando que Izuku estaba cansado y quería dormir, se encontró con la desagradable sorpresa de que la tienda fue cerrada debido a venta de sustancias ilegales.

Y en parte es entendible.

No es muy seguro que digamos que se venda abiertamente frascos con quirks temporales.

Decidió resignarse y volver a los dormitorios, pensando que no era tan malo volver a vivir sin poder oír los pensamientos (mayormente) lascivos de su novio.

Al llegar pudo ver al pecoso durmiendo plácidamente, con un pantalón holgado que solía usar de pijama y sin polera.

La vista era buena, muy buena, lo suficiente para hacerlo tragar saliva de manera dificultosa.

Decidió dejar de pensar en eso y cerró la puerta con cuidado de no hacer ruido, subiendo a la cama una vez se quitó su chamarra y pantalón, quedando solo en bóxer y polera.

Izuku no tardó en abrazarlo una vez sintió el calor y cuerpo de Katsuki apegarse al suyo.

— ¿La tienda ya no tenía más de esa cosa? — preguntó en un susurro, sorprendiendo levemente al rubio.

— Deja de acosarme, y no, la tienda cerró — respondió, jalandole un mechón de cabello en venganza.

— Auch... Ya no importa, estamos bien así — le da un beso en la frente — de igual manera voy a joder y vestir tu cuerpo de las mejores maneras posibles...

Katsuki da un suspiro tembloroso, agarra de las mejillas a Izuku (con ambas manos) y sonríe — me muero por volver a experimentarlo, Zuzu...

Izuku de igual manera suspira ansioso y su respiración se vuelve errática cuando en un movimiento brusco y repentino Katsuki se sube encima de él.

Katsuki poco a poco se va deshaciendo de su ropa, moviendo sus caderas de manera lenta y tortuosa.

Izuku no tarda en llevar sus manos a los glúteos del rubio, amasando la tersa piel, deslizándose peligrosamente hasta llegar a la pequeña y dilatada entrada.

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