Mensaje 20

90 9 11
                                    

De: Amse
Fecha: Miércoles 29 de diciembre, 3:07 PM
Para: Tom Wagner
Asunto: Mi fiesta

Querido Tom:
Había prometido escribirte el último e-mail hoy, veintinueve de diciembre, y, como ves, cumpliré. Seguramente ya estés en Inglaterra porque te fuiste el veintidós, una semana antes de mi fiesta. Pasaron, muchas cosas.
No te enojes, Tom; prometimos que nuestra amistad sería solo virtual para tener la libertad de decirnos lo que quisieramos sin vernos a la cara ni tener que acomodar nuestras palabras a las reacciones del otro. Quedamos en ser amigos, en no conocernos nunca y en confiarnos los secretos que jamás nos atreveríamos a contarnos si tuviéramos la intención de hacernos una conquista. Éramos (somos) dos chicos comunes que buscan otros chicos comunes iguales y a la vez distintos a nosotros. Y... necesito juntar fuerzas para confesarte ésto... Pero empezaré por el principio.
Algo sucedió, fue como un sueño hecho realidad. Jamás me lo hubiera imaginado. Sobre todo porque en la mayoría de la fiesta tuve mi cabeza en otra parte. Ahora puedo confesartelo.
El día de mi fiesta estaba enamorada de un chico imposible; de pelo enrulado y ojos castaños, inteligente y divertido, con el que mantenía una amistad virtual sin esperanzas. ¿Sabes de quién hablo? Yo misma inventé las reglas del juego y había quedado atrapada en ellas. Porque te propuse una amistad virtual de tres meses y, justo el día de mi cumpleaños, de mi fiesta, tu estabas en Inglaterra. Y lo más probable era que jamas volvería a verte.
Estaba triste, no dejaba de pensar en ti y en que te había perdido, sin que hubieras podido conocerme, por decisión mía. Estaba tan triste cuando me puse el vestido que mi tía me diseñó que ella pensó que no me gustaba.

—¿Que sucede? ¿No te gustó?. El azul platinado te queda hermoso— comenzó a desesperarse.

—No no no, no es eso. Solo estoy... emocionada. —murmuré.

Papá ingresó conmigo al lugar mientras los invitados me cantaban la canción del cumpleaños. Él me hablaba pero yo no podía contestarle, tenía a Tom Wagner en la garganta y tenía miedo de que se me escapara una lágrima. ¿De que sirvió todo ésto si el único chico que me interesa no está? Me lamentaba.
Tres meses de ser amigos virtuales, que estupidez. Quería tirar todas mis reglas por la ventana, pero ya era tarde, no se podía. Tu estabas del otro lado del mundo y yo en mi fiesta.
Después de un rato unos mozos que mis padres contrataron empezaron a repartir algunos bocadillos. Creo que en ese momento pude distraerme y comencé a comer. La comida logró ahuyentar mi nostalgia de ti. Cuando terminé de dejar satisfecho a mi estomago, fui al baño a tomar algo de aire y a despejar la mente un poco. Cuando salí de ahí me topé con un chico alto, vestido con traje y unas converse, al principio me costó reconocerlo. Era el chico de los hotdogs. Estaba diferente, algo cambiado, como si lo viera por primera vez.

  —Estoy aquí con cuatro amigos —dijo sonriente— Es una lástima que Tom no haya podido venir.

Me miró fijo. No me había dado cuenta que tenía lindos ojos.

  —Si, es una lástima —repetí, algo tonta.

Nos miramos otro momento hasta que el saco una cajita de su bolsillo.

  —Quería regalarte algo. Me pareció que no tenía que venir con las manos vacías.

Puso la diminuta caja en mis manos; dentro de ésta había un collar de plata con un dije en forma de mariposa.

  —Los dibujos de las alas tienen cierto brillo en la oscuridad —me explicó.

Quise colocarmelo pero, con la incomodidad que sentía, me temblaban las manos.

  —¿Te ayudo? -ofreció y sin querer rozó mi cuello.

Quise agradecerle pero las palabras no salieron. Por suerte aparecieron mis amigas y me arrastraron a la pista de baile.
A partir de ese momento, lastimosamente, te borraste de mis pensamientos. Incluídos los pensamientos anteriores. ¿Como no había descubierto antes que ese chico del puesto de hotdogs podía atraerme tanto? Y eso era porque te tenía a ti, un imposible, dentro de mi cabeza.
A partir de ese momento no dejé que el se alejara mucho y me acompañó en casi todos los bailes que di. Seguimos bailando juntos con sus y mis amigos. En los pocos momentos que tuvimos sólos teníamos que hablarnos gritando y al oído. A mi hermano, Harry,  le cayó muy bien.
Parece mentira que antes no haya descubierto que ese chico era inteligente y divertido, como tú; pero él no se va a Inglaterra, sino a Miami, y solo para las vacaciones próximas.
Quería que lo supieras: me pidió que nos vieramos mañana. ¿El sabe sobre nosotros? No quise preguntarle sobre eso ni sacar el tema a flote.
A las seis de la mañana, cuando la fiesta terminaba, fuimos a la terraza que había a ver el amanecer. De repente, sentí que me acariciaba el cabello y después me dijo:

  —Espero que no pienses que voy rápido. Me gustas mucho, y sin ofenderte, muero de ganas de darte un beso.

Y yo también sentía lo mismo, me moría de ganas de besarlo. Pero no te pongas celoso, ya que no hubo tiempo. Mamá me llamó desde la puerta del salón para que fuera a despedir a mis abuelos que vinieron desde Texas. Tuve que ir.

  —¡Hasta mañana! —me gritó el.

Y se fue.
Perdoname Tom, realmente te pido disculpas por ésto, y en parte me siento terrible. Pero fue un flechazo instantáneo. Yo no lo busqué. Después de todo, tú insististe en que invitara a tus amigos a mi fiesta. Quizás esto era lo que tenia que suceder. Su nombre, Evan Peters, hasta eso suena genial. ¿No te parece una jugarreta del destino?.
De todas maneras podemos continuar escribiendonos a distancia, contarnos cosas y seguir con nuestra amistad virtual, como hasta ahora. Siempre seré tu amiga que, te quiere y te agradece por cumplir con la promesa de no conocerme. Jamás te hubiera perdonado esa traición.
Espero que me comprendas y no te enojes. Te agradezco porque aunque no nos hayamos conocido personalmente, me hiciste sentir cosas bonitas y fuiste un lugar de confort donde deposité muchos de mis anhelos y pensamientos sin ser juzgada.

Un abrazo muy fuerte a la distancia y sin más nada que ocultar.

                                                                                                                                              Ally Nielsen

Querido Extraño // Evan PetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora