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Rhaenys accede a quedarse, pero solo durante unas horas.
Ambas se sirven una copa de vino y se pasean durante un largo rato por la fortaleza. Tras la primera copa, que la reina tomó rápidamente, llegaron varias más.
Dyannah sabe que está tomando demasiado. Sabe que no está acostumbrada a hacerlo y que podría perder la razón de sus actos. Pero no le importa, sabe que hará lo que sea con tal de calmar a su estómago y su corazón cada vez que se halla cerca de Rhaenys. Sabe que quizá esas copas de vino sean la única manera de que su mente esté algo más tranquila teniendo el tacto de esa mujer tan cerca.

—Hace años que no estaba aquí —dice la reina observando el trono de aquella fortaleza. —Seguro que el trono os sienta bien.
—No soy yo quien debe sentarse en él.
—Tampoco yo. Ni si quiera soy una Targaryen.
—Pero sin duda el fuego te besó al nacer —dice Rhaneys refiriéndose a su pelirrojo color de pelo.

Inevitablemente, tal frase hace que Dyannah recuerde a su madre. ¿Qué diría ante la idea de que su hija se esté acostando con la princesa? Conociendo a su madre como lo hace, está segura de que le diría que se ha vuelto débil y moldeable. Que se aprovecharían de ella y que se olvidara de personas ajenas al poder. Que debía olvidarse del nerviosismo y romanticismo y pensar en lo que verdaderamente importa.

—Deduzco que no me estás escuchando... —dice Rhaenys dándose cuenta de que la reina se ha perdido en sus propios pensamientos.
—¿Qué?
—Decía que te has roto vestido al bajar.

Dyannah mira su vestido y observa que efectivamente una raja recorre desde su pierna hasta su muslo.
—Una pena... Pero tengo otros.
—De hecho... puede ser útil... —dice Rhaenys acercándose peligrosamente a ella. El corazón de Dyannah volvía a latir con fuerza, golpeando como si quisiera perforarle el pecho, como le pasaba siempre que Rhaenys se acercaba a menos de un palmo.

La princesa, en un rápido movimiento, toma a Dyannah, la gira y la sienta sobre una mesa. Dyannah prácticamente no tiene tiempo de reaccionar cuando ya tiene los labios de Rhaenys sobre los suyos.

—Van a llegar... van a llegar mis hombres... —trata de decir Dyannah cuando nota la mano de Rhaenys colarse entre la tela de su vestido.
—Pararé si me lo pides.
—Agh... —se queja la reina. Sabiendo que no quiere alejar el tacto de la princesa de su cuerpo.

En ese momento se escucha barullo afuera, barullo que denota que la flota de la reina ha llegado. Dyannah baja de la mesa y trata de que su respiración retome un ritmo normal mientras se coloca el vestido.

—Sígueme. —Sin dar opción a una respuesta. Dyannah toma la mano de Rhaenys y la guía por los pasillos tenuemente iluminados por los últimos rayos de luz que quedaban.
Entran a una habitación y Dyannah cierra la puerta torpemente. Hace que Rhaenys se siente en la cama y se coloca a horcajadas sobre ella para comenzar a besarla. Rhaenys se encuentra completamente confusa de repente, no parecía la misma mujer tímida y pudorosa con la que se había acostado las anteriores veces.
Quizá era que había estado pensado, quizá el estar en una estancia en la que se sentía más cómoda o quizá simplemente era la ingente cantidad de vino que la reina había ingerido a lo largo de la tarde lo que la hacía llevar de ese modo el control de la situación.

Su boca choca con la de Rhaenys como si quisiera devorarla, como si estuviera hambrienta, hambrienta de ella.

—Espera —dice Rhaenys confundiendo a la reina. —Estás borracha, no voy a aprovecharme de ti.
—No lo estoy —dice Dyannah ignorándola y llevando la boca a su cuello.
—De hecho lo estás —dice Rhaenys, las manos de la reina ya se colaban por las faltas del vestido de la princesa.
—Si me pides que pare, lo haré —contesta la reina desabotonando el escote de la princesa.
—No me aprovecharé de tu estado.
—Hazlo, por favor.

Ella mira a Rhaenys en súplica, sus pupilas están dilatadas y sus mejillas rojas.
—Me pones en un compromiso.
—Come reina, vuestra reina, os ordeno que me hagáis todo lo que ahora mismo os pasa por la mente, princesa Rhaenys.

Rhaenys observa a Dyannah y una leve sonrisa de picardía se dibuja en sus labios. La reina sabe cómo hacerla perder el juicio y cómo sorprenderla.
Antes de darle el poder de contestar, Dyannah vuelve a atacar la boca de Rhaenys, esta aprieta la cintura de la reina contra su cuerpo para sentirla más cerca.
Dyannah rasga la parte superior del vestido de Rhaenys dándose vía libre a sus pechos. Dibuja con su lengua y sus labios un rastro desde el cuello de la princesa hasta su escote. Rhaenys se deja besar, mientras su mano libre se cuela en la raja de las faldas de Dyannah, encontrando rápidamente su punto débil, la reina gime, sobre uno de los pechos de la princesa, cuando esta acaricia sus pliegues sin previo aviso.

Mientras la reina sigue besando el cuerpo de Rhaenys. Ella introduce dos de sus dedos y hace que Dyannah jadee en su oído, con su pulgar presiona su clítoris llevando un compás que haste que la reina se derrita ante ella.
Dyannah, trata de callar sus gemidos en el hombro de Rhaenys, mordiéndolo tratando de silenciarse a si misma. Mientras tanto, ella también cuela su mano entre las faltas de la princesa e introduce sus dedos en su intimidad ya húmeda sin avisar. Rhaenys gime, Dyannah separa levemente su cabeza para mirarla a los ojos mientras ambas llevan un compás dentro de la otra.

Besa sus labios ahogando los gemidos de ambas en ellos. Aumentan la velocidad de sus dedos prácticamente al mismo tiempo y aunque Dyannah llega antes, y Rhaenys lo nota, no se detiene hasta que la princesa también lo hace.
—Quédate esta noche... —murmura la reina con dificultad sobre los labios de Rhaenys. Las respiraciones de ambas son pesadas y agitadas y ninguna puede ponerse en pie hasta pasados unos segundos.

THE QUEEN'S LOVER (Rhaenys Targaryen)Where stories live. Discover now