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—¿Sigues airada? —pregunta la reina contra los labios de Rhaenys. En ese instante la princesa se separa para mirarla pero antes de que diga nada, Dyannah la interrumpe. —Te lo repito... No he usado magia contigo.

Rhaenys lo sabe, en el fondo de su corazón sabe que lo que siente por Dyannah va mucho más allá de la magia, sabe que lo que siente es puro y genuino. Pero no quiere admitirlo. No quiere pronunciar en voz alta lo que sabe que siente porque cree que si lo hace eso se hará más fuerte. Comenzará a existir cuando lo pronuncie y no quiere hacerlo. Quiere convencerse de que es un capricho, de que quizá se le pase.
—Es tarde, vamos a dormir.
—Creo que... debería darme un baño antes.
—Que lo disfrutes.
—Me gustaría que me acompañaras, princesa.

Rhaenys mira a la reina de arriba abajo y esta ordena a sus doncellas que preparen un baño de agua muy caliente con pétalos de amapola y perfumado con flores silvestres.

Dyannah se desnuda lentamente bajo la mirada de Rhaenys cuando el baño está listo. Entra al agua humeante y se coloca en una posición cómoda.
—¿Te sientes más aliviada de las rozaduras?
—Sí... Parece que los mejunjes han hecho efecto.
—Eso parece, sí.
—¿No quieres entrar? —dice, y la mira a los ojos. Y Rhaenys sabe que no tiene nada que hacer contra esos ojos profundos.
—Está bien —dice.

Rhaenys deja caer su ropa lentamente y entra al agua con Dyannah. La princesa hace un gesto a la reina para que se gire y se recueste en su pecho.
Mientras Dyannah observa a la nada, teniendo mil cosas en la cabeza, Rhaenys acaricia su pelo.

—No quiero que me veas como un monstruo —dice la reina. Sacando a Rhaenys de sus pensamientos.
—No lo hago.
—Ni si quiera sé controlar la Magia o... el poder... ni si quiera sé cómo llamarlo. Lo único que he hecho es invocar fuego.
—Me parece bastante, dado que no eres un dragón.
—Mi madre dice que cuando aprenda a dominar las sombras tendré el poder de controlar lo que otros creen o ven. Pero... No sé si quiero hacerlo. Pienso en el Norte, en casa y sé que necesitan una reina poderosa pero... Me matarían si supieran lo que soy.
—¿Crees que lo harían? ... ¿Matarte?
—El pueblo no tiene en alta estima a las brujas. Les teme. Es por eso que mi madre se oculta. Con su poder ha conseguido ser joven a través del tiempo y... Es sospechoso a ojos de otros.
—Ajá...
—Nada ha cambiado...
—A nosotros nos educaron para odiar a las brujas. Para temerles... Muchas veces las personas prefieren odiar y despreciar algo antes que admitir que su magnitud escapa de sus conocimientos...
—Lo sé...
—¿Has hablado con Alicent?
—¿Debería?
—Si lo que he escuchado es cierto, la criaste como una hija, al igual que a Rhaenyra. Entendería que quisieras hablar con ella.
—¿Por acostarse con mi esposo?
—Sí.
—Él puede hacer lo que quiera, así lo hemos pactado. Pero sí... Me duele en cierto modo el saber que para ella solo he sido una escala para acostarse con el rey. Rhaenyra y Alicent han sido prácticamente mis hijas. Las conozco desde muy pequeñas. Siempre las traté como tal...
—Lo entiendo...

Tras un largo rato, ambas salen de la bañera. Tras vestirse la reina pide a Rhaenys que se quede con ella.
—Pasa el resto de la noche conmigo...
—Vendemos antes esas piernas, si no, con la rozadura de las sábanas las heridas te molestarán más.

Rhaenys aparece en la habitación con unas vendas y el potingue que había puesto en las heridas de la reina anteriormente.
Se coloca frente a Dyannah de nuevo y tras aplicar el tónico venda con delicadeza y cuidado los muslos de esta para evitar mayor rozaduras.
La delicadeza de Rhaenys es inminente, como si estuviera acariciando porcelana. Inevitablemente, Dyannah se derrite de ternura ante la escena.

Al terminar, ambas se acuestan y la reina se pega al pecho de Rhaenys. Abrazándola para lograr tomar el sueño.

Nada más despertar escucha golpes en la puerta de su habitación y a una doncella avisándola de que Rhaenyra se encuentra ya en Rocadragón.
—Me había olvidado de ella —se queja Dyannah.
—Ve...
—Sí... tengo que vestirme... ¿tú...?
—Apuesto a que Rhaenyra ya ha visto a Meleys sobre la isla...
—Le diré que fuiste mi invitada y me ayudaste cuando llegó Craghas Drahar y cómo estabas muy cansada te ofrecí quedarte.
—Está bien...

Dyannah se viste y abandona la habitación rápidamente pare dirigirse a la sala de guerra donde ya se encuentra Rhaenyra.
—Dyannah... Espero que no te moleste que haya llegado tan pronto.
—En absoluto, ¿has desayunado? Puedo pedir que nos preparen algo.
—Eso estaría bien.

Ambas se dirigen al comedor donde la mesa ya está prácticamente servida.
—Vaya, que eficiencia, gracias —dice la reina y la doncella sonríe.
—¿Por qué has adelantado tu viaje aquí? Creí que vendríamos juntas hoy...
—Fue... repentino... me apetecía ver la puesta de sol desde aquí. Además... no quería molestar en Marcaderiva...
—Pero la princesa Rhaenys te ha acompañado, he visto su dragona al llegar con Syrax.
—Sí, quería agradecerle su amabilidad y le ofrecí que viniera y la invitaría a un vino... Pero Craghas Drahar nos atacó con parte de su ejército y tuvimos que actuar. Ya era tarde y Meleys estaba cansada, por lo que le ofrecí quedarse.
—Mis hombres... Y Laenor... Dicen que te vieron anoche sobre un dragón negro.
—Así es princesa —dice Rhaenys apareciendo. —La reina montaba a Cannibal anoche. —Añade sentándose junto a ellas en la mesa.
—¿Cannibal? —dice Rhaenyra completamente asombrada mirando a Dyannah. —¿Bromeáis princesa? —pregunta a Rhaenys.
—No lo hago.
—No lo hace —dice Dyannah dando un sorbo a su zumo.
—Se supone que solo los Targaryen pueden domar dragones.
—Bueno... es más bien un vínculo de respeto...
—Cannibal es el más salvaje y fiero dragón. ¿Cómo lo has hecho?

Dyannah traga saliva mientras trata de encontrar una excusa lo suficientemente creíble de por qué montaba al dragón que nadie había dicho capaz de montar antes.

THE QUEEN'S LOVER (Rhaenys Targaryen)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon