TRES

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El olor del bosque tenía ese poder de relajarla. En su complicidad podía estar horas, hasta días, totalmente tranquila, sin pizca de estrés. El viento le daba cachetadas tiernas y le despeinaba la cabellera rubia que siempre dejaba suelta y que ya le llegaba a la espalda baja. Después de retosar un rato no había nada más agradable que descansar a la par de la naturaleza. Se desnudó, y se dejó caer en la hierba de la planicie. El picor de las puntas verdes parecían hormigas que le comían el cuerpo; aquella satisfacción la convirtió en una ráfaga intensa, modulada, pero tan insistente, que hizo volar todas las flores en la tierra y en los árboles distantes. ¿ Qué sería de ella sin la libertad? Suspiró. El cuervo blanco que tenía de mascota sobrevoló sobre ella un buen rato hasta posarse en su pecho desnudo. Le miró a los ojos y comprendió todo lo que le decía: « Tienes otro pretendiente esperándote; se trata de otro rico pedante con sus trajes de negro y todo ». Se incorporó, sentándose en la hierba. Tomó al cuervo albino en sus manos y dejó escapar toda su paz.
Estaba harta de que cada día llegaran cientos de hombres pedantes a tratar de conquistarla. Según todos, era la mujer más bella en todo Massachusetts. Esos recios puritanos se volvían locos con sus cabellos rubios cual hilos de sol cocidos a la atmósfera, con su cara perfecta y siempre angelical, sus ojos tornasoles, infranqueables, que parecían decir si cuando siempre respondían no. Y todo aquel deseo que podían controlar ante cualquier mujer, se escapaba a raudales con solo verla en aquellos vestidos rojos, verdes; tan diferentes del negro cansino que siempre llevaban las otras. A veces se preguntaba si su belleza se debía a alguna maldición que alguien en su familia le dejó caer:« Serás bella entre las más bellas », solía bromear Mary, y ella misma agregaba: « Pero te perseguirán los hombres más aburridos del continente ».
Dejó que el cuervo blanco emprendiera el vuelo, y arrancó de raíz algunas hierbas calentadas por el sol. Apretó con fuerza su textura y pronunció leves palabras que el viento escuchó. Su cuerpo se comenzó a hundir entre la tierra, hasta quedar sepultada por completo, y a partir de allí, nadó como si se hallara en un río frío y fácil de cruzar. Winifred la sintió llegar; el tacto de la planta de sus pies le avisó; presintiéndola bajo tierra; y no falló... Unos segundos después, salió Sarah de la tierra, como se despierta un muerto para estar entre los vivos. Estaba desnuda y llena de tierra hasta el cabello, parecía mas bien una mugrosa indigente. Winifred la sacudió con un vestido viejo que tenía a mano y la regañó por no estar presente en la misa de aquella mañana.
- Me aburro escuchando al cretino de Josh - respondió la rubia sacándose a su hermana de encima; observó un vestido rojo que descansaba en la silla donde Winifred se sentaba a bordar, y lo agarró para vestirse- No soporto esas misas - agregó.
- Y crees que yo no - refunfuñó la hermana - Lo hacemos para que nadie sospeche de lo que somos. Recuerda que hace seis días colgaron a...
- No me lo recuerdes - Sarah cambió la vista; tomó un sepillo y se peinó frente al espejo - Estube soñando con esa estúpida por dos días.
- Más razón para cuidarte. Mary y yo tuvimos que inventar que no te sentías bien del estómago, por eso no será suficiente pretexto para el " bondadoso ministro ".
- El reverendo George Burroughs me la chupa - se rieron divertidas. Sarah alizó los pliegues de su magnífico vestido y salió fuera del cuarto, donde dos sujetos de pomposa vestimenta negra, aburrían a la pobre de Mary.
Cuando el más joven la vio, quedó a medias en lo que decía a la hermana del medio. También su padre casi sufre un infarto; le habían contado que la chica era hermosa, no que fuera un pecado andante. Se apresuraron a levantarse pero Sarah los frenó con una disculpa y agarrando de la mano al hijo, lo alzó y se lo llevó fuera, corriendo hasta el bosque. Mary tuvo que justificarla delante del padre, con que ella era así siempre, impulsiva, y se resignó a quedarse aburrida dentro de casa mientras su hermana menor correteaba con aquel sopenco. Algo más divertido que sentarse por horas en silencio.
Sarah lo guió hasta el bosque. El joven se sorprendió al verse sofocado y la muchacha a penas si había sudado. Se apoyó con las manos en su rodilla y esperó a que se le pasara aquel sofocó, y que el sopor en su piel se secara un poco. Sarah lo tildó de cobarde.
- Te da miedo adentrarte al bosque de las brujas - le retó. El muchacho quedó mudo. No sabía que lo que tenía en frente era el sitio donde las brujas celebraban sus Sabbaths nocturnos - ¿ No me acompañarás?
- Si, por supuesto - se mintió, la oscuridad allí dentro era maldita y quemaba la conciencia - Pero es que ni siquiera nos hemos presentado.
- Ya sabes mi nombre - dijo ella sonriente - Soy Sarah, y tú nombre no lo necesito... No vamos a morir.
Salió corriendo dentro de la maleza, y en pocos segundos no se escucharon ni sus pasos veloces cortando la tierra. El muchacho tragó saliva. Estaba inmerso en una disyuntiva enorme: o se metía en aquel bosque inmenso, donde mujeres aterradoras hacían... sabría Dios que cosas y se arriesgaba a que lo capturacen para sus conjuros; o se quedaba fuera y salvaba el pellejo, pero eso implicaba que la hermosa Sarah le creyera un cobarde y nunca más pudiera volver a verla. Respiró profundo. En muchas ocasiones tuvo que ser valiente frente a su padre, cuando en realidad estaba cagándose del terror. Mientras aún estaban en Inglaterra, su padre Eduardo Petre, acompañó al rey Jacobo II a una casería, y por supuesto que lo llevó a él, su hijo, para presumirle a su majestad que su vástago, además de ser un gran pintor, también tenía dones en la casería. Cuando James vio acercarse aquellos gigantescos colmillos plateados se desmayó, y de no ser por el propio rey, que le clavó su flecha en el medio de la cabeza al enorme animal, ahora sólo sería no mas que pasto para las vacas. Fue tanta la decepción de su padre, que le dejó de hablar por meses, hasta que llegaron a Nueva Inglaterra. « Ojalá que esto no lo arruines; o también dirán que el hijo de Eduardo Petre, además de un incapaz es un... Desviado ». No podía quedar como un cobarde ante los ojos de Sarah Sanderson. Se persignó, y avanzó lo más rápido que pudo entre los árboles apiñados.
El aroma dentro de la oscuridad que lo rodeaba era extraño; algo reconfortante, pero cargado de un sentir tan doloroso, que cuando llegó al claro que colindaba con un lago cristalino, se dio cuenta que estaba llorando. A la orilla del estanque le esperaba Sarah. Estaba desnuda, o al menos su espalda, que era la que podía ver. Algo se puso duro en su entre pierna; pero avanzó decidido. Se sentó a su lado, y sus ojos calleron en los senos desnudos, aunque tapados por las hebras doradas de su cabello. James quedó atrapado en la furia de sus ojos azules.
- ¿ Sabes por qué dicen que en este lugar las brujas hacen sus sacrificios y asesinan hombres? - preguntó ella con la voz raspadas. Los pies se hundían entre el agua y la tierra, y los veyos rubios de su pelvis eran encantadores.
- No - confesó estaciado. Si Sarah le pidiera en ese mismo instante que se ahogara en aquel lago, lo haría; pero sólo luego de besar esos labios carnosos.
Sintió que lo empujaron por la nuca hacia el agua. Por más que se debatió y peleó para salir, algo, alguien, le empujaba con rabia, hundiéndolo, sin dejarle salir a tomar aire. Una docena de mujeres lo sujetaban, siendo cómplices del asesinato. Sarah continuaba quieta en su rincón, sin mirar ya lo que hacían sus hermanas de aquelarre. Suspiró, y habló para nadie.
- Porque los hombres se creen que pueden dominar a las mujeres, que son las bases de la creación - de un salto agarró la ropa del chico y lo sacó del agua de un tirón. James, que perdía el conocimiento, pudo darse cuenta que aquella fuerza no era de este mundo. Sarah lo acostó en la hierba con rudeza, y se le montó encima. Le abrió la boca con ambas manos y puso la suya tan cerca, que él sintió, además de su aliento caliente la frialdad de su alma. Las brujas danzaron a su alrededor. Cantando cosas demoníacas que no entendía, y entonces, sintió el malestar más nauseabundo que jamás tuvo. Era como si le introdujeran un brazo cubierto de espinas y le intentarán sacar por la boca sus tripas, su corazón, sus pulmones, todo; solo que no era eso lo que salía en realidad, sino una cosa negra, amorfa,ardiente y pestilente que se pasaba de su organismo al de Sarah. Le dieron ganas de vomitar al ver que entraba por su boca, y que los ojos de la muchacha parecían todo, menos humanos. Unos segundo más tarde el dolor y las náuseas desaparecieron, solo quedó en su interior un gran vacío. No podía moverse, y las pocas fuerzas que le quedaban solo le dieron para mirarse el cuerpo... Estaba flaco, en los huesos, sin vida. Murió - Somos las mujeres las que conocemos el arte de la nigromancia, y nos deben respeto.
Sarah se levantó. Las brujas dejaron de bailar y cantar, y salieron corriendo, huyendo de su belleza. Si antes lucía perfecta, ahora tenía la magnificencia de una niña y el brillo de la eternidad. Cogió con sus manos el cuerpo exánime y lo lanzó al lago. Volvió desnuda y flotando por las ramas de los árboles, para que los pueblerinos no la vieran siendo una bruja. Pero no era por ellos que volaba, sino porque le encantaba. No había nada más delicioso o que disfrutara más que flotar entre la atmósfera de la naturaleza. Algunas lo hacían en escobas, ella prefería levitar huntada en pastas echas de sapos y serpientes. Al llegar a su casa, Winifred y Mary la esperaban junto a Eduardo Petre. El hombre, al verla como Dios la trajo al mundo, se cubrió los ojos con su sombrero mientras sus hermanas la tapaban con una cortina.
- Ha sido horrendo Señor Petre - lloró la niña, más hermosa que nunca. El hombre casi llora al escuchar su voz: mieloza y reconfortante, justo antes de dar una mala noticia - Nos asaltaron las brujas, me han golpeado y han matado a su hijo, y lo han echado al lago del bosque- miró a sus hermanas, estaba a punto de echarse a reír - No sé cómo he escapado con vida.
Eduardo cayó sentado donde estuvo antes. Se apretó la sien con las manos, y antes de que la mayor de las hermanas pudiera darle consuelo, se levantó, corrió hasta Sarah y le apretó los hombros, fuera de si.
- Iré a Inglaterra, hablaré con el rey, pondré todas mis fuerzas en que acaben con esas brujas - Sarah fingió llorar y le quedó muy bien - Pagarán por lo que te han echo.
Y salió de la casa y de Massachusetts sin despedirse.


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No se asusten, no se han equivocado de capítulo jjjj😁 solo he dado un interesante giro que explicaré aquí👉 a partir de este capítulo aparecerán párrafos o capítulos en retrospectiva, contando la historia de nuestros personajes más ancianos y de la vida en este pueblo en Massachusetts, Salem, creo que lo conocen... 😌
Apareció Sarah ya y...
¿ Qué tendrá que ver ella con Suni y Gabe? 🤔
¿ Acaso se conocieron?
¿ Qué la hace ser tan despiadada?
Continuemos leyendo 🙃

Corazón de bruja: Sarah SandersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora