Historia n°77-

71 10 0
                                    

ANÓNIMO

(Esta historia es de mi mamá, pero la contaré en primera persona).

Ocurrió hace unos 10 años atrás, tengo una sobrina que trabaja en un campo realizando actividades de agricultura, ganadería y distribución, con es común en la zona donde vivo. Ella tenía un compañero de trabajo (falleció hace unos años después de lo sucedido) bastante mayor, su edad rondaba por los 60 años y acostumbraba a emborracharse casi todas las noches. Su casa se encontraba en una zona muy rural, incluso no había alumbrado público cerca, además él vivía solo. Una noche cualquiera, este señor se encontraba emborrachándose en el campo donde ambos trabajaban, apenas podía caminar y hablar correctamente, así que mi sobrina me pidió ayuda para ir a dejarlo a su casa para asegurarnos de que estuvera bien, después de todo era un hombre mayor y padecía de diabetes (mi sobrina lo ayudaba a inyectarse la insulina también). El problema era que para llegar a su casa, y acortar camino, debíamos atravesar el cementerio local del pueblo (ahora una ciudad) donde vivimos, de otra manera debíamos de llegar en vehículo, del cuál no disponíamos. No había demasiadas restricciones para entrar a diferencia de hoy en día, por lo que no hubo problema. Así que mientras ella lo ayudaba a caminar nos adentramos en el cementerio, sin linternas. El aura del lugar, estando de noche, era abrumadora, ambas nos sentíamos observadas. El camino principal está rodeado en su totalidad de lápidas. Y todo empeoró cuando este señor nos comenzó a preguntar cosas extrañas.

_¿Quién nos está siguiendo?, ¿Por qué me mira así?_ decía una y otra vez con dificultad debido al alcohol. Se le notaba muy nervioso.

Nosotras, mi sobrina y yo, mirábamos hacia atrás y no había nadie, pero él seguía afirmando que había una persona siguiéndonos por todo el cementerio. Lo peor fue cuando él dijo que este "alguien" nos había alcanzado y que se encontraba a su lado, y repitió nuevamente:

_No me gusta la forma en que me mira.

Finalmente apresuramos el paso hasta dar con su casa (rodeada de árboles y con un camino de tierra), él se acostó y nosotras regresamos por el mismo camino. El viaje de vuelta fue peor aún, como si algo no quisiera que nos fuéramos de ahí, ambas fuimos tomadas del brazo y se nos dificultaba hablar por el miedo. A la mañana siguiente el señor dijo no recordar nada de la noche anterior. Ese cementerio actualmente se está ampliando cada vez más, ahora ya soy una mujer adulta y no creo ser capaz de entrar nuevamente ahí de noche.

Historias ParanormalesWhere stories live. Discover now