Silencio

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― ¿Por qué estás colocando tantas luces de la nada? ―la pregunta de Olga Marie fue con curiosidad para Shirou.

―Oh, a pesar de todo suelo festejar la navidad, es algo divertido ―la sonrisa de Shirou fue una serena cuando le contestó.

―Navidad... ―Olga Marie susurró como si las palabras fueran raras para ella. Shirou se giró y miró a la joven que se quedó pensativa.

―En tu país natal es una tradición bastante normal, me sorprende que estés tan fuera del tema ―Shirou alzó una ceja y vio como Olga Marie solo miró a otro lado.

―Siempre pasé todos los días estudiando, este año porque padre pidió que me cuidaras es la primera vez que voy a festejar esto ―Olga Marie no quiso admitirlo, pero si decía que ya conocía sobre el tema, entonces podría decir algo fuera de ello y revelar que estaba mintiendo, además a la última persona a la que quisiera mentir es a Shirou.

Era demasiado sincero con ella para que le mostrara su peor cara.

―Ya veo ―Shirou susurró antes de cerrar los ojos y pensar un poco―. Marisbury-san me dijo que deseaba que te cuidara por el resto del mes, ¿qué te parece festejar la navidad? ―la voz de Shirou era calmada y casi tranquilizadora para Olga Marie.

La joven dudó unos instantes, ella tenía aún deberes que completar, su horario era uno en el que gastaba todo su tiempo libre hablando con Shirou porque era lo más sencillo, a ella le gustaba escuchar música y poder disfrutar un buen té mientras que descansaba.

Pero nunca había dedicado un día completo de su vida a algo así.

―Yo... ¿estoy bien con eso? ―una mano se movió hacia la cabeza de Olga Marie antes de darle unas cuantas palmaditas, Olga Marie abrió los ojos y miró a Shirou quien le regaló una enorme sonrisa, un poco menos torcida que las de siempre.

―En ese caso qué tal si me ayudas a preparar los adornos, ¿qué te parece? ―Olga Marie abrió la boca para contesta. Sintió la mano grande de Shirou en su cabeza y las palabras que eran más que evidente que cargaban afecto y reconocimiento.

―Yo... sí ―sonrió.

Olga Marie sonrió enormemente mientras que miró a los a Shirou, el hombre ante ella le sonreía casi como si esperase que extendiera su mano. Ella dudó y lo hizo, Shirou la jaló para que se acerque, aquello sorprendió a Olga Marie.

―Ayúdame a colocar estas luces ― la sonrisa radiante de Shirou era una que hizo que Olga Marie no comprendiera.

¿Realmente le hacía tan feliz tal evento?

―No es el evento en sí ―la respuesta de Shirou sorprendió a Olga Marie, era como si el hombre le hubiera leído la mente―, es el hecho de compartir todos juntos.

―No pensé que tendrías tan arraigada esa cultura, pensé que por ser de japón... ya sabes...

―A Kiritsugu le gustaba la navidad ―una sonrisa algo triste llegó en el rostro de Shirou―, para él era recordar los tiempos en los que estaba con su hija y su esposa.

Olga Marie se quedó unos segundos pensando en ello.

― ¿Por qué no te refieres a él como padre o como un mimbro de la familia? ―Olga Marie se tapó la boca al momento en que preguntó aquello―. Digo... parece que tenían una buena relación, incluso heredaste su cresta y el título de cabeza de familia.

Shirou pensó en ello.

Como cada parte de su vida era una mentira, una vida, una marca y una promesa.

Nada fue suyo.

La cresta solo era ornamental, no había nada en ella más allá de que aparente ser una, él no heredó la cresta de Kiritsugu, solo disimuló que podía acceder a su magecraft llevando el refuerzo en su cuerpo a un punto limite, incluso así nunca sería lo mismo o se podría seguir el paso de los Emiya en la búsqueda del control del tiempo mismo.

Hierro en PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora