8- Angie

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​​​​​​Angie 

Uno pensaría que la semana iba a estar más sencillo y mejor, pero resulta que no estuve en constante estado de pánico.

Intenté no salir de mi cuarto muchas veces y solo estudie y presente mis exámenes, estaba tan cerca de graduarme, que me parecía insólito todo lo que me pasaba para poner trabas, soy una de las mejores de mi clase.

El sábado llega en un borrón y a eso de la una de la tarde llegó Maira con todo lo necesario para la supuesta fiesta al que mi padre había exigido mi presencia.

—Ya que estas obligada a ir, vamos hacer que tu padre se arrepienta de eso— me asegura mi amiga y eso ciertamente no me tranquilizaba.

—Tampoco es que pienso portarme mal —le aclare— la verdad quiero pasar desapercibida.

—Nada de eso, de desapercibida nada. Con ese vestido puesto jamás vas a pasar desapercibida.

—La verdad es que eso no me gustó un poco, ¿entonces puedo fingir estar enferma? — suspiré en casi una súplica.

—Menos que menos — negó en reprobación por mí actitud— que yo sepa usted no es una cobarde, usted es hija del Don Grimaldi, vamos a comportarnos como tal. Ve a bañarte, te haré las manos y los pies y luego de eso te vamos a maquillar y arreglar como toda una reina. Con ese vestido blanco vas a parecer la reina del hielo —me reí de manera nerviosa y le hice caso me fui a bañar

A pesar de estar en el sótano tenía todas las comodidades que podría tener una chica de mi edad y hasta mas, mi baño era casi tan grande como mi cuarto y tenía todo tipo de sales y esencias para un buen baño de tina sin embargo esas cosas no era que me importaría mucho que digamos.

Cuando vivía con mamá teníamos tan poco, pero vivíamos tan bien y felices que no hacía falta nada más sin embargo me gustaba que mi padre tuviera este tipo atenciones conmigo, cosas tan mínima cómo estás me hacían ver que se preocupaba por mí a su manera.

Desecho esos malos pensamientos y puse mi mente en blanco mientras lavaba a conciencia mi cabello, siempre he tenido un cabello igual que el de mi madre es perfecto formando un bonito afro, a mi padre le encantaba el cabello de mamá, siempre estaba tocandolo.

Eso las pocas veces que nos fue a visitar, de pequeña entendí que padre tenía un trabajo complicado y que por eso no nos podía visitar todos los días.

El día que mamá se puso grave fue que me lo explico todo. Mi padre estaba casado y mamá fue una especie de amante para él.

También me explicó cuál era el trabajo de mi padre, deseche esos pensamientos que no me traían nada bueno, decidí salir para secar mi cuerpo con una toalla y mi cabello con otra.

El tipo de mi cabello llevaba demasiado cuidados de mi parte si quería mantener unos rizos saludables, cremas, ampollas y cuidados me apliqué un poco de crema para proteger mi cabello del calor, ya que no sabía que era lo que quería hacer mi amiga.

En cuánto sale el vestido estaba en la cama también las pelucas, la máscara, los zapatos y la cartera. todo había llegado a su casa, había muchas pelucas de muchos tipos y colores.

— Creo que te excediste en ese gasto ¿no te parece? — veía todo lo que había comprado.

Lo que más me gustaba era la máscara que debía ponerme.

— La verdad es que no, creo que está bien— se encoge de hombros— tú escoges una que yo me quedo con los demás.

Ninguna me llamaba poderosamente la atención, hasta que vi uno que había en particular.

Escapando del jefe de la mafia Where stories live. Discover now