21- Ignati

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Ignati

Mi conductor se comunicó con el par de idiotas italianos y se comieron el cuento que nosotros no sabíamos nada o son muy estúpidos o no les gusta usar su cerebro para pensar.

—¿Estás listo, chico? —le pregunté.

—Sí, si esto va a poner a salvo a mi hija lo estoy — afirma.

Es extraño lo que está dispuesto hacer por una bebé de meses ¿así se siente ser padre?

Igual iba a terminar muerto, pero quiere ayudarme a recuperar la mercancía para que yo consiga a su hija y la madre de está.

—Vas a estar vigilado, no te salgas del guion, de todas formas, les dices que te golpeamos a ver que sacábamos y que no salió nada de allí — le expliqué lo que tenía que decir.

—Correcto, lo tengo — afirma y se ve nervioso.

Veo a Mikhail llegar con una muchacha joven que tiene la mejilla roja, tiene el cabello negro azabache y de piel tan blanca como la nieve, se ve asustada y voltea a ver a todos lados hasta que da conmigo y tiembla visiblemente viendo a Mikhail de reojo.

—¿Sabes quién soy? — le pregunté.

La muchacha comenzó a negar frenéticamente y temblaba visiblemente, sabía que estaba en peligro, pero no sabía de qué magnitud.

—Lo juro que no sé nada, señor —su labio inferior temblaba de terror.

—¿Quién se llevó a tu sobrina? —le pregunté sin rodeos.

—No lo sé ¿quién querría llevársela? Mi hermana no tiene dinero, trabaja en una firma de abogados como asistente del abogado, pero no le hace nada malo a nadie —dejó de llorar mientras me contaba.

—Lo bueno de aquí es que tenemos un trato con el padre —ella se gira para verlo y lo fulmina con la mirada, por lo que lo conoce —si el padre me trae lo que se dejó robar traigo a la niña sana y salva y si es que está viva.

La mujer llora desconsolada — ¿y mi hermana? — indaga tratando de calmarse.

—No puedo asegurar que este sin un rasguño, si está viva puedo traerla, no le faltará nada a la niña — aseguré.

Pretendo cumplir con mi palabra, si me encuentra de buenas.

—Mi hermano te llevará a otro lugar — me le quede viendo a mi hermano quien veía a la mujer de manera extraña.

—No, no, no, prometo portarme bien, pero no deje que él me lleve —la mujer se hincó en el suelo desesperada.

Me le quede viendo a Mikhail por una respuesta y este no me vio a los ojos y se encogió de hombros, Mikhail nunca ha sabido manejar esa ira interna que lleva desde que mi padre murió.

—Llévala a la guarida de la pantera y no le vuelvas a montar una mano encima, Mikhail —le ordené.

Mi hermano se acercó a ella y la levantó por el brazo como si fuera una muñeca de trapo y se la llevó a rastras.

Camino al punto de reunión me llegó una llamada de mi madre.

—¿Por qué tiene Mikhail una mujer encerrada en su habitación? —suspiré y agarré el puente de mi nariz tratando de liberar tensión al sentir una migraña crecer detrás de mis ojos.

—Le ordené que la llevara a la guarida, no es mi culpa que no quiera hacer caso y si piensa que no puedo matarlo porque es mi hermano está equivocado —le dije con voz siniestra a mi madre.

Este día se estaba saliendo de control.

—Vere que no le haga daño a la chica —me contestó mi madre.

—No lo solapes de esta manera, le di una orden y no hace caso y así no va a trabajar conmigo y ve poniendo a Natalya en cintura, madre en dos años termina la carrera y necesito que se haga cargo de las finanzas —le ordené.

—Lo sé y ya se lo dije y está de acuerdo, será la tesorera de la mafiya eso no está en discusión, esto es un negocio familiar y sé lo difícil que es para ti llevar todo —está de acuerdo conmigo.

—Lo sé y más después de matar a la familia de papá —gruñí enojado recordando a esas escorias.

—Tranquilízate y haz tu trabajo, te esperamos en casa — con eso colgó el teléfono para encargarse ella misma de Mikhail.

Es un dolor de huevos todos mis hermanos, entre Mikhail que está medio loco y Natalya que no termina de madurar poniendo su vida en peligro cada vez que quiere me tienen harto.

Lancé el celular en el asiento y recosté mi cabeza del asiento.

—¿Amo, está bien? —me pregunta Nikita.

—Cansado y estresado — le informe.

—Puedo ayudarlo con eso Amo, solo quiero que este bien —dice en voz baja.

El conductor no voltea a verla a ella porque a menos que yo lo diga no está permitido ver a las mujeres que trabajan directamente para mí.

—Estoy bien, tal vez más tarde — le respondí —háblame más del idiota y la niña que está secuestrada.

—La niña la cuidaba la tía, pero ese día salió al parque con la mamá y parece que no regresó, conociendo a la escoria de los italianos pueden poner a la madre como su puta y la niña en trata de blanca —declara ella muy seria.

Lo único en lo que no trabajo es con la trata de blanca y no porque no me guste, mamá erradicó eso cuando se hizo cargo, aunque si traemos inmigrantes por una cuota y buscarles trabajos, pero no obligados, ahorita no necesito más el foco en mí, solo traigo personas y ellas tienen el derecho de elegir en que van a trabajar para cubrir la cuota del viaje, nada en esta maldita vida es gratis.

—Eso mismo pensé yo —suspire cansado —tal vez estemos a tiempo de llegar a la niña sana y salva, pero la chica es otro asunto, no creo que los italianos no le hayan puesto las manos encima.

—Estoy de acuerdo con eso —responde Nikita.

—De todas maneras, si está viva llévala a un lugar seguro —le ordene, es la encargada de buscar a la niña y la mujer.

—Así se hará, amo —inclinó la cabeza en respeto, porque eso soy su amo, el de todos los que están bajo mi mando me ven como si fuera de la realeza lo cual en cierto modo lo soy.

Asentí y no dije nada más mientras llegábamos a la ubicación que nos había dado el conductor de pacotilla.

—Luego de que el conductor haga su trabajo ¿qué hacemos, amo? —me pregunta Nikita luego de unos minutos en silencio.

—Matarlo, no quiero nadie en mi organización que me traicione —mi orden es clara y sé que mis hombres cumplirán con ellas.

Él sabe cuáles eran las consecuencias de traicionar a la mafia roja, de traicionar al rey de la mafia más peligrosa del mundo. 

Escapando del jefe de la mafia Where stories live. Discover now