Capítulo 9

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—¿Pero a quién tenemos aquí? —la bípeda lengua del hombre beta serpentea en presencia del omega—¿En qué te puedo servir Sasuke-kun?

—Iré al grano—verbaliza simple mientras se sienta elegante en la silla del frío consultorio—Ya no me sirven tus supresores.

Una risa baja, pero burlesca, vibra desde la cadavérica garganta—Imposible Sasuke-kun, usas los más fuertes que he patentado—cruza los brazos con un gesto incrédulo—A menos que...

—Encontré a mi destinado—suelta impasible.

—Ya veo—enuncia risueño—En ese caso... Nada de lo que tengo te puede ayudar—gesticula un tétrico puchero—Al menos nada legal.

—¿Hay más? —interroga interesado.

—Si... Hay más.

—Habla—ordena tosco.

El hombre serpiente, se pone de pie y camina hacia un pequeño refrigerador químico. Extrae con suavidad una pequeña hilera con tubitos de ensayo, regresa a su lugar y los pone frente a Sasuke. —Llevo algunos meses testeando estos, pero...

—¿Pero? —se debía apellidar impaciencia.

La desesperación del otro le hace bufar divertido—Me falta al menos un año de investigación para terminar el testeo y poder patentarlo—suspira falsamente resignado.

—No puedo esperar tanto...

—Vaya ... tu alfa debe ser dominante—morbosea curioso—¿Es un alfa puro?

—Ambos padres son alfas—se resbala en el asiento con bochorno, porque ya sabe lo que a continuación el otro le va a preguntar.

—No entiendo para qué quieres suprimir tu celo—entrecierra los ojos sospechosos—¿No te gusta tu destinado?

—Tiene 8 años—murmura inaudible.

—¿Qué?

—¡Tiene 8 años!

Eso no lo esperaba, incluso los rasgados ojos se abren redondos y cuando sale de la estupefacción una risita atona vibra en el consultorio—8 años ...—repite—Ese es un gran problema Sasuke-kun.

El omega frunce el ceño ante la burla del dudoso "doctor" —¿Qué consecuencias me puede traer el usar tu medicamento?

—Hasta ahora las pruebas de testeo han salido bien, pero el tiempo aún no es suficiente para esperar reacciones—explica mesurado—Las consecuencias pueden llegar a ser fatales, desde quedar estéril hasta dejar de percibir la vida de tu omega interior.

—¿Cómo?

—Puede morir tu omega—advierte serio—¿No es mejor alejarte de tu destinado hasta que este sea mayor?

—¡No puedo!—se pasa la mano por el cabello con frustración en un gesto desesperado, que hasta el mismo Orochimaru se conmueve.

Mentalmente, pone en una balanza sus dos únicas opciones, tomar los supresores aún ilegales o alejarse de Naruto... Entonces le queda claro, el hueco que le produce imaginarse lejos de su pequeño tesoro es equivalente a querer morir, es imposible de sobrellevar un dolor de tan extensa magnitud.

—Quiero los supresores—afirma sin rodeos.

—¿Estás seguro? —a pesar de sus malas prácticas, trata de persuadir, pues tiene un poco de aprecio por el pobre omega.

—Sí.

—Bien—se apresura a llamar a su secretaria por el intercomunicador—Tendrás que firmarme una carta que me deslinde de toda responsabilidad.

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El seductor alfa de ensortijados cabellos cortos, frota impúdico, su firme culo contra el erguido y húmedo miembro de su acompañante.

—Mmmmm Itachi—murmura, presa del delicioso estímulo—No te estás concentrando.

La mirada del alfa Uchiha está perdida en el enorme ventanal de la oficina, cuando un golpe pesado y fuerte en el hombro, le despabila.

—Te estoy hablando—el ofendido se incorpora de las piernas ajenas y se sube la bragueta.

—Lo siento Shisui—se disculpa depositando un beso en la mano venosa—Estoy pensando en mi hermanito.

—¿Mientras tratamos de tener sexo? —le mira asqueado—Eso es raro.

—¡No! —se exalta—Ayer, cuando regreso de ver a Naruto, pude oler restos tenues de su celo.

—¿Y no es eso normal en un omega? —bufa divertido.

—Sasuke usa los supresores más fuertes que se han inventado Shisui—le mira represivo—Y con lo obsesivo que es, es imposible que haya olvidado tomarlo.

—¿Qué estás pensando?

—Que a lado de Naruto... no va a lograr contener su celo—se soba las sienes preocupado.

—Conoció a su destinado, Itachi—hace un gesto con las pálidas manos como remarcando lo obvio—No creo que haya poder humano que lo separe de él—expone amargamente, la mirada de Shisui se hace sombría llamando la atención de su amante.

—¿Qué pasa? —pregunta amoroso mientras lo jala para sentarlo en su regazo.

—Itachi...—le mira con los ojos acuosos—Soy un alfa promedio, casi recesivo, si un día aparece tu omega destinado yo... Yo no podre retenerte.

—Shttt—le calla suave mientras apoya un dedo en los bonitos labios—No existe destino que me pueda separar de ti—toma apasionado la nuca de hebras ensortijadas y aprisiona los labios en un beso posesivo y delirante.

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—Mamá—le llama mientras revuelve violento sus botones anteriormente agrupados por colores—Ya no pienso ordenarlos más—declara con firmeza, pero en su rostro infantil se puede ver que está luchando contra sí mismo, hasta el punto de que sus ojos de cielo amenazan con soltar lágrimas y la adorable faz esta colorada.

—¿Qué haces cariño? —sorprendida por la iniciativa, se acerca paciente y se sienta junto a él.

—Me voy a curar mamá—la lágrima salada que se desliza es limpiada con violencia por su trigueña mano—Quiero ser un buen alfa para mi omega, no quiero ser raro, no quiero que me abandone.

Por un momento la bermeja se preocupa por otro posible ataque de ansiedad, pero queda muda cuando su pequeño sol, comienza a respirar hondo para tranquilizarse por voluntad propia y estira su adorado recipiente con los ahora revueltos botones.

—¡Tómalo! —ruega—Ya no lo quiero.

—¡Mi amor! —lloriquea conmovida—¡Estoy muy orgullosa de ti!

Continuará ...

MY  SWEET ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora