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Rubius se quedó paralizado al ver la silueta del chico de beanie sentado en el sofá de aquella sala, vestido completamente de negro, mirándole fijamente, revelando temor en sus ojos. Rubius estaba consciente del corte en su labio inferior y de su nariz sangrante, pero aún así sonrió al verlo. Los golpes de Nora y Melanie se volvieron invisibles en cuanto él apareció en su vista... Así que de allí conocía Mangel a Alex...

—Alex Quackity.— Susurró, pensando que él no lo escucharía. Pero lo hizo, y el chico de beanie hizo algo que Rubius jamás habría esperado de él. Corrió hacia él y le sujetó los brazos, mirando cada parte de su rostro con nerviosismo.

—Rub... ¿Qué te...? ¿Qué les...? ¿Fue Nora? Dime por favor que... Puta madre, mira tu labio. Tienes que limpiar eso...— Susurraba angustiado.

—Mi nombre es Mangel...

—¿Te duele mucho, Rubius? Será mejor que... ¿Por qué sudas...? ¿¡Y tu moto!?

—Soy amigo de Rubius...

—Patito, tranquilo...— Susurró mientras sujetaba sus manos, pues había comenzado a chasquear sus dedos.

—Y es un placer conocerte...

—Okey...— Suspiró asistiendo lentamente.— Estoy de maravilla.— Murmuró tratando de autoconvencerse.

—Lo lamento, pero...— Interrumpió.— Estoy acá. Miguel Rogel. Diecisiete años. Amigo de Rubius. ¿¡A alguien acaso le interesa eso!?

Rubius vió a Quackity mirar confundido el rostro de Mangel mientras fruncía su entrecejo, jamás encontrándose sus ojos con los de su amigo. Finalmente una de las comisuras de sus labios se elevó ligeramente. Rubén conocía aquel gesto. Era una sonrisa, pero no completamente real.

—Soy Quackity.— Susurró tímidamente ofreciéndole su mano.

—Ya lo sé.— Comentó estrechando la mano del chico con su característica rudeza.— Vienes a mi casa desde hace casi un año, obviamente sabré tu nombre. Yo soy Mangel, pero tú ya lo sabías.

Quackity solamente asintió, Rubius detectando confusión en él. Sí, la personalidad de Mangel podía llegar a ser todo un enigma para el chico del Tea.

—Rubius, voy a saludar a mis hermanos y buscar algunos libros para hacer la tarea ¿Te parece? Serán solo cinco minutos, lo prometo.

Mangel sabía que ayudarlo a limpiar sus heridas no era una opción. Rubius jamás lo permitiría. El pobre Mangel ya tenía bastante con tener que soportar algunos golpes que no merecía de vez en cuando. Doblas simplemente lo miró, beso su mejilla y asintió.
En cuanto Mangel se fue los ojos de Rubius volvieron a Alex, que ahora miraba en la dirección por la cual Mangel se había marchado con el ceño fruncido y los puños apretados.

—¿Qué sucede, Quackity?

—... ¿Es tú novio?— Preguntó, aún sin mirarlo.

—¡No! ¡Mangel no...! ¡Que puto asco! ¡Es como mi hermano!

—Pero lo besaste...

Rubius sonrió. Quackity estaba celoso, y eso de alguna manera le parecía divertido. Lentamente y sin preocuparse por la sangre que corría por su rostro Rubén acercó sus labios a la mejilla del chico de beanie y lo besó tiernamente para luego sonreír. La reacción de Quackity fue tensarse al instante, pero luego de unos segundos sonrió y relajó sus músculos.

—¿Mejor?

Pero Alex no respondió pues ya había corrido hacía el sillón y estaba buscando un pañuelo en su bolso para limpiar la sangre. Limpiar la sangre en su nariz fue sencillo, pero no la de sus labios. Cada vez que el pañuelo tocaba la herida, Rubius dejaba escapar un débil gemido.

𝘌𝘭 𝘊𝘩𝘪𝘤𝘰 𝘋𝘦 𝘓𝘢 𝘝𝘦𝘯𝘵𝘢𝘯𝘢 !¡ 𝘙𝘶𝘣𝘊𝘬𝘪𝘵𝘺Where stories live. Discover now