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La semana fue perfecta para Quackity y para Rubius. Simplemente, nada parecía poder acabar con la felicidad que los rodeaba. Quackity sonreía más. Sus hermanos conocían la razón, e incluso habían escrito a Rubius a través de la ventana unas noches atrás junto a Quackity. El encuentro no duró más de cinco minutos, pues el hermano de Quackity debía hablar con su novia y su hermana tenía la obligación de lavar los platos de la cena, pero al menos lograron conocer un poco al chico que conseguía hacer sonreír a su hermano como nunca lo había hecho.

El jueves Quackity le pidió a Rubius acompañarlo a su cita con el psicólogo al día siguiente, a lo cuál el chico de la ventana no se negó. Quackity sabía que él podría explicarle muchas cosas que él mismo, aún siendo él el del problema, no podía.

Se encontró con él al final de las clases de Rubius. Éste llevaba zapatillas, pantalones anchos, una camisa negra y un beanie del mismo color. Quackity debía admitir que le encantaba verlo llevar gorras y sus chaquetas de cuero, pero también le encantaba verlo de aquella forma tan masculina. Quackity estaba seguro de que Rubius podría usar el atuendo más estúpido del mundo y a él aún seguiría encantándole.

Alexby finalmente había terminado su servicio comunitario, y Mangel y él debían hacer un trabajo juntos, así que acompañaban a Rubius y Quackity, pues el trayecto del psicólogo los obligaba a pasar frente a casa de Mangel.

A quiénes no esperaban encontrarse eran a Axozer y Komanche, que estaban jugando baloncesto en un parque cercano (Komanche lo intentaba) y casi de inmediato se ofrecieron a acompañarlos, nadie pudiendo negarse.

Rubius iba sobre la patineta de Quackity, Quackity sujetando su cintura para guiarlo y mantenerlo completamente seguro, sonriendo al ver a su novio completamente feliz. Mangel, como siempre, hablaba con Alexby a cerca de su no-relación y las muchas cosas malas que podrían hacer en su casa, y Axozer simplemente caminaba junto a Komanche, dándole la mano, besando su mejilla cuando podía y susurrando su nombre prácticamente cada segundo.

—Komanche...— Susurró.

—Sí, Axo...

—Carlos..— Dijo, esta vez alzando un poquito más su voz.

—Dime...

—Komanche...

Quackity se detuvo de inmediato, preocupado. Sabía que el tumor de Axozer estaba creciendo, así que todo era motivo de alerta, sobretodo aquella excesiva repetición del nombre de su novio. Los otros chicos, que se habían encariñado con Axozer en tan poco tiempo, también se detuvieron y miraron a la pareja con algo que el diccionario mental de Quackity reconoció como temor. Temor de que algo estuviese pasándole al chico y ellos no pudiesen hacer nada.

—¿Qué sucede, Axo? ¿Te sientes mal?— Preguntó, una mueca que el diccionario de Quackity no pudo reconocer, pero que podía acercarse mucho a la del dolor, la lástima y la preocupación juntas—. Podemos detenernos unos minutos si quieres...— Sugirió mientras le acariciaba los antebrazos dulcemente.

Axozer negó bruscamente con su cabeza y luego miró a su novio fijamente a los ojos, sonriendo. Komanche lo imitó. Quackity lo hizo también, pues sabía que sonreía de la misma forma cuando sus ojos y los de Rubius se encontraban de aquella forma en la que los demás a su al rededor parecían desaparecer.

—El doctor... Dijo que...— Cerró los ojos y se frotó la frente, intentando recordar lo que tenía planeado decir— Dijo que voy a... Olvidar... Olvidar cosas y yo no...— Se frotó la frente de nuevo—... Yo no quiero...— Gruñó frustrado. Quackity conocía lo que Axozer estaba pasando, el hecho de sentirse un idiota que no puede hacer cosas como los demás, así que se aferró fuertemente a la cintura de Rubius, sabiendo que si no lo hacía comenzaría a llorar. Las manos del chico inmediatamente se posaron sobre las suyas, tranquilizándolo.

𝘌𝘭 𝘊𝘩𝘪𝘤𝘰 𝘋𝘦 𝘓𝘢 𝘝𝘦𝘯𝘵𝘢𝘯𝘢 !¡ 𝘙𝘶𝘣𝘊𝘬𝘪𝘵𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora