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imagina: connie quiere invitarte a una cita, pero no tiene el valor suficiente para hacerlo, así que le pide a jean un par de consejos mientras beben licor.

nota: modern au. todos tienen entre 18-19 años.

...

Connie había llamado a su mejor amigo para que lo ayudara con un asunto que ha estado sobrepensando desde hace casi un mes pero que no tenía idea de cómo llevar a cabo. Así que verse con el castaño en un bar no sería mala idea, al fin de todo, verá como aprender a invitar a salir a (n) sin balbucear, ni que le suden las palmas de las manos tanto.

—Entonces, ¿Quieres mis consejos? —cuestionó el muchacho, teniendo en su rostro una sonrisa engreída.

—Sí. Pero quita esa tonta sonrisa de tu cara, jean. —le dijo, pasando sus dedos por su segunda botella de cerveza casi vacía, dudando en si tomar otro trago o dejarla pasar.

—Bueno, connie, ve al maestro en acción. —decidió ignorar su comentario. —Veamos que chica invitaré a salir. —murmuró más para sí mismo, buscando con su mirada a las jóvenes mujeres que se encontraban en el establecimiento.

Una chica, quizá mayor que el par, tenía sus ojos puestos en jean, ambos cruzando miradas, y para el castaño fue imposible que su sonrisa no se volviera más grande y engreída.

—Bingo. —dijo, levantándose de su asiento. —Ahora mira y aprende, mi querido amigo. Iré con ella y le diré unas cosas al oído, luego, te dejaré solo porque seguramente me iré con ella.

—¿Okey? —hizo una mueca, y bebió un largo trago de su cerveza, observando como jean caminaba hacia la chica azabache en la barra.

Connie miró toda la interacción entre su mejor amigo y esta chica desconocida, observando como la sonrisa de ella se extendía cada que jean le susurraba algo al oído. Bebió hasta acabarse la botella y pidió otra, simplemente manteniendo sus ojos en ellos, repitiendo en su cabeza lo aburrido que era solo mirar. Fue entonces, que los ojos de connie se abrieron casi por completo, viendo la manera en la que ahora esos dos se estaban devorando la boca. La cabeza de él le dijo a sí mismo que jean lo dejaría ahí solo para irse con esta muchacha a dios sabrá donde.

Y eso fue lo que esperó, pero los planes fueron diferentes.

Al final, un grupo de chicas se acercó a la muchacha azabache, tomándola por el brazo y sacándola fuera de los labios de jean. Ella se disculpó y le hizo una seña con la mano diciendo que la llamara luego, y salió del lugar con sus amigas.

Connie pudo divisar una sonrisa en el rostro de su mejor amigo, viéndolo guardar un pequeño papelito en su bolsillo. Jean llamó al barman y le pidió unos tragos de tequila para él y el chico de cabello grisáceo, señalando hacia donde su mesa se hallaba para que entregara la bandeja allí.

El castaño regresó con connie, y dejó escapar un suspiro de alivio en el segundo que se sentó nuevamente.

—¿Y? —le dio un trago largo a su tercera cerveza.

—Y saldré con esa chica mañana, así que por esto, brindaremos con tequila. —dijo, dándose cuenta que una de las meseras se encaminaba hacia ellos con la bandeja llena de shots de tequila.

—¿Tequila? —hizo una mueca. —¿No es muy fuerte?

—Tonterías. —tomó uno de los shots cuando la jóven mujer los dejó sobre la mesa frente a ellos. Les dio una sonrisa amable a ambos y jean le dio una propina de cinco dólares junto a un gracias. —Agarra uno.

—Okey... —Connie no estaba del todo seguro, pero terminó por hacerle caso al más alto mientras se encogía de hombros.

Chocaron los pequeños vasos de cristal y bebieron de una sola vez el licor, el cual quemó sus gargantas por un corto momento, haciéndolos poner una mueca de desagrado por eso.

—Maldición. —jadeó connie.

—Vamos. Bebe otro. —agarró su segundo shot e hizo lo mismo con el primero. No lo pensó y solo bebió. El tequila quemando otra vez su garganta.

—De acuerdo, de acuerdo. —suspiró, tomando otro shot. —Pero luego vas a explicarme que fue lo que hiciste para invitarla, ¿okey?

—Okey.

..

El dolor en su cabeza era jodidamente insoportable, haciéndolo maldecir por lo horrible que se sentía, lo molesto que era; como si le estuviera taladrando la cabeza. Necesitaba una pastilla urgentemente y quizá un caldo de pollo.

—¿Ya estás despierto?

Cuando connie escuchó esa dulce voz entrar por sus oídos, sus ojos se abrieron inmediatamente de golpe y tomó asiento de manera rápida en el colchón en donde hace un minuto estaba durmiendo. Miró alrededor de la habitación, dándose cuenta que no estaba en la suya. A su lado, la chica que tanto quería invitar a salir, viéndolo mientras sonreía con una taza de té relajante en sus manos y vestía una adorable pijama de gatos.

—¿(n)? —ella asintió. —Oh, Jesucristo, ¿cómo llegué aquí? —pasó su mano por su pecho, fijándose que no tenía su camisa puesta. Se sobresaltó, causando que la muchacha dejara escapar una carcajada que lo hizo teñir sus mejillas de carmín, sintiendo vergüenza por todo su cuerpo.

—¿No lo recuerdas? —detuvo su risa, y pasó su lengua por sus labios. Connie negó, tratando de hacer memoria; recordando que la última cosa que tenía visible en su cabeza fue que bebió shots de tequila con jean y luego de allí todo está nublado. —Bueno.. primero me llamaste, dijiste que vendrías a verme y te apareciste muy borracho en mi puerta.

—Oh, mierda. —se cubrió la cara con ambas manos por la gran vergüenza, escuchando como (n) soltaba suaves risas entre dientes.

—Y después me confesaste que me has amado desde que tenemos 15. —murmuró, aunque connie logró oírla, y eso fue el colmo de todo.

Volvió a acostarse en el colchón, cubriéndose por completo con el edredón y se hizo bolita ahí, sintiéndose tan miserable, repitiéndose a sí mismo que era un idiota, un estúpido que no sabía beber y que por culpa de su borrachera arruinó todo con (n). Quiso que la tierra se lo tragara y no lo escupiera nunca más.

—Siendo sincera, eso fue lindo de oír. —confesó. —Y luego te besé. —respiró hondo, observando como la cabeza de connie salía lentamente del edredón. Sus ojos encontrándose.

—¿Y luego de eso? —cuestionó tímidamente, pero con ganas de saber más.

—Pues.. te quitaste la camisa, te acostaste en mi cama, me hiciste un lado y me pediste ser tu novia. —se rió tontamente entre dientes, sus mejillas se colocaron calientes por todo lo que sucedió en la madrugada con él. Respiró hondo antes de continuar, y después sacó el aire por la boca. —Respondí que sí.. si quiero ser... tu novia.

—¿De verdad?

Ella asintió.

Connie solo pudo esconderse nuevamente en el edredón. Una gran sonrisa puesta en sus labios mientras se guardaba su emoción para cuando estuviera solo y así poder explotar de felicidad como nunca. Por un momento creyó que era un sueño, pero cuando sintió otra punzada de dolor atravesar su cabeza, supo que todo definitivamente era real.

(n) era su novia.

—Te hice té de manzanilla. —mencionó ella al escucharlo gemir de dolor.

El muchacho salió de su escondite, tomando una vez asiento en la cama. (n) le entregó la taza de té con una sonrisa y él se la devolvió. Sus dedos tocándose por un breve momento, pero que dejó mil y un sentimientos agradables en el pecho de él.

—¿Puedo invitarte a una cita? —pregunta, soplando suavemente para enfriar un poco el líquido.

—Sí, claro que sí. —respondió feliz.

—Genial.

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𝘤𝘰𝘯𝘯𝘪𝘦 𝘴𝘱𝘳𝘪𝘯𝘨𝘦𝘳 , 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴Where stories live. Discover now