Poema 3: Estrellas del Jurado

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Ella no sabe nada

Mientras los días pasan como si fueran conejo siendo perseguido por un depredador, la pienso como si mi vida dependiera de ella mientras que ella no se da cuenta de lo hermosa que se debe ver bajo el cielo lluvioso.

Mirando a la luna me pregunto si ella me ama tanto como yo lo hago, si se da cuenta que mi corazón cambió de dueño y ahora la propietaria es ella. Por consecuencia, sus sueños  y sufrimientos me duelen en el alma.

No puedo creer que no logre verse como esa razón por la cual estaría dispuesto a recorrer mil vidas, que su cuerpo pertenece a lo celestial, por eso no pertenece a este mundo.

Que sus lunares son un esquema de las lunas de Júpiter, sus labios son las montañas de Neptuno (majestuoso y misterioso), sus estrías las espumas del mar Atlántico cuando se encuentra alegre.

Cualquier mortal no es digno de presencia a una diosa como ella; sus lágrimas son tan valiosas como para causar mil guerras para detenerlas. Por eso le pido a la Corte Celestial que se le declare inocente de:

Ante el delito de autoviolencia discriminándose frente al espejo, culpo a la vida de daños y perjuicios hacia mi princesa; le exijo a la Corte que se le devuelvan todas las sonrisas que se le arrebataron con el tiempo...

Estrellas del Jurado ruego que le hagan entender a ella que es hermosa y que se le diga la verdad: es de otra dimensión y yo soy el único loco enamorado que lo sabe.

Antes del veredicto final quiero decir que la amo con todo lo malo y bueno que posee, y Luna, mi fiel compañera. Te pido que la cuides hasta que ella regrese a mis brazos para protegerla y convertirme en su Ángel Guardián.

Cartas de un Poeta a una Cataleya Where stories live. Discover now