O2

2K 288 160
                                    

El día siguiente fue como cualquier otro, ni Lionel o Guillermo emitieron palabra sobre el acuerdo. Ambos se dedicaron a hacer su trabajo en la oficina y no fue hasta la noche que el ambiente incómodo se instaló.

Lionel por fin decidió preguntar, queriendo saber ya la decisión del contrario.

-- Y... ¿Qué me decís de mi propuesta?

Guillermo se había preparado mentalmente toda la mañana pero ahora que debía enfrentarlo la vergüenza le ganaba y su voz se negaba a salir.

Con paso lento se acercó hasta el escritorio y se sentó frente a su jefe. Se armó de valor y encajo sus profundos ojos en él.

-- Acepto, pero sigo teniendo ciertas dudas.

¿Había oído bien? ¿Acaso su empleado había aceptado realmente? No debía sorprenderle, sabía que atraía tanto a mujeres como hombres y que a cualquiera que le hubiera ofrecido lo mismo diría que sí. Pero Guillermo no era cualquiera, y saber que estaba dispuesto a entregarle ese nivel de confianza le provocó una ereccion. Dios, lo necesitaba tanto, hace mucho que no tenía una sumisa, aunque en este caso sería un sumiso, su primer sumiso.

La emoción se reflejo en su rostro con una sonrisa ladina. Memo casi se arrepiente pero debía agradecerle a la naturaleza del ser humano y su ansias por el saber, después de todo, el mundo se movía gracias a la duda de lo desconocido.

-- Voy a resolver cada una de ellas.

-- Y... t-tampoco llené mi wish list porque pues no tengo idea de eso.

-- No te preocupes, te enseñaré tanto para que puedas elegir que te gusta y que no.

Lionel no dejo que las cosas se enfriaran, y con las ganas picando en sus manos se levantó de golpe. Guillermo lo imitó, asustado por el movimiento brusco.

-- Si gustas podemos empezar desde ahora.

-- ¿A-aquí? ¿En el edificio?

-- Si vos lo deseas, lo haremos donde quieras. Pero me refería en mi casa, esta noche.

-- N-no me he limpiado.

Lionel se mordió los labios, inconsciente. Que Guillermo tuviera mínimo los conocimientos básicos de lo que se necesitaba para las sesiones le daba a entender que estuvo investigando por su cuenta, una muestra más de su interés.

-- Podés hacerlo al llegar. Te daré tiempo para prepararte.

No espero respuesta. Tomando su saco y llaves del carro se dirigió con paso firme al elevador. Guillermo le siguió por detrás con las piernas temblorosas.

La casa de Messi era tan imponente cómo él

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


La casa de Messi era tan imponente cómo él. Nada le envidiaba a los lujosos departamentos del centro de Londres. Y la entrada principal solo era una muestra del ostentoso lugar. El simple salón principal era el doble de su departamento. Guillermo se dejó guiar por las escaleras hasta el segundo piso y se entretuvo con la decoración, todo en tonos neutros y estilo minimalista, elegante cómo el dueño.

challengeWhere stories live. Discover now