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ADVERTENCIA

Exhibicionismo
Spanking

Guillermo es quien huye ahora con recelo de Lionel. La vergüenza de haberse orinado encima aquel día le impide acercarse siquiera a su jefe y hace de todo por evitar estar solos en la misma habitación.

Lionel esta cansado de la actitud renuente que tenía el menor. Harto de no poderle ver a los ojos mínimamente. Han pasado cuatro días de la última sesión en la que exploró el límite de Guillermo en una forma tranquila, pero ahora está deseoso por hacerlo a su modo. Observar cómo se perdía entre el placer y olvidando el control sobre su propio cuerpo.

Los esquemas y planos frente suyo no eran más que miles de formas sin gracia, recordando cuando iba en la escuela y los números y letras en el pizarrón le aburrían. Algo llamaba más su atención en aquella sala de juntas. Guillermo estaba parado en diagonal suyo, junto al proyector donde se reproducía la presentación, vestía como siempre un pantalón de vestir negro bien planchado y una camisa del mismo color. Se veía increíblemente seductor. Era como si quisiera resaltar aún más su presencia. En algún punto conectaron miradas, y extrañamente ninguno la desvío está vez. Aún entre la oscuridad y con la leve luz de la pantalla podían diferenciar los emociones que embargaban. Miedo, pudor, lujuria. Era como si tratarán de comunicarse sólo con el brillo de sus ojos. Una leve ereccion empezó a levantarse bajo su ropa y trató de ser lo más discreto que podía al momento de acomodarse sobre la silla y tapar con su propia mano su entrepierna. Carraspeo un poco y una risilla apenas distinguible escapó de los labios ajenos. Su secretario estaba tapando su boca, ocultando la sonrisa al notar lo incómodo que se encontraba. Esperaba que la reunión acabará pronto y los inversionistas se retiraran para por fin acorralar al rizado.

Siguió divagando en su mente, posando su mirar en el hombre alto que cambiaba las diapositivas cada cierto tanto. No olvidaba que debía castigarlo.

La junta se alarga más de lo esperado. El sol ya está ocultándose y desde la altura del rascacielos podía vislumbrar la ciudad siendo iluminada por las luces artificiales. Termina de despedir a los ejecutivos y cuando escucha la puerta cerrarse a sus espaldas sabe que Guillermo se ha quedado adentro.

-- ¿Sabés que es lo que hiciste mal?

Pregunta mirando al horizonte, imaginando los nervios presentándose en su empleado.

-- Respondemé.

Ordena con un tono de voz más severo.

-- H-hablar, ignorarlo, burlarme.

Enlista Guillermo.

-- Vení aquí.

Lionel se ha dado la media vuelta, ofreciendo su mano. Casi inocente. El rizado la acepta algo temeroso y camina hasta su lado, viendo a través del enorme ventanal también.

-- ¿A cuántos metros del suelo crees que estamos?

Pregunta viendo para abajo, allá donde las personas caminando no parecían más que simples hormigas.

Guillermo no responde enseguida, se lo piensa. Tomando en cuenta que era un edificio de cincuenta pisos, calculaba mínimo doscientos metros.

-- ¿Crees que a esta altura puedan vernos?

Lionel se acomoda detrás suyo, apenas asomando sus ojos por encima de su hombro. Puede que su jefe fuera más bajito que él, pero porte era mayor que el suyo. Sentía su avasallante cuerpo aprisionarlo, sosteniendolo por las caderas.

-- Inclinaté.

Le ordena a la par que él mismo empuja por su nuca para pegarlo al vidrio. Mantiene sus caderas en su lugar, ocasionando un ángulo de ciento treinta grados.

challengeWhere stories live. Discover now