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ADVERTENCIA

waxing (juego con cera)
mención de partes íntimas femeninas

Lionel golpea con la punta de sus dedos el reposabrazos de su asiento, siguiendo el ritmo de la música en aquel club.

Las luces moradas le dejaban ver lo suficiente de aquel sensual cuerpo danzando al rededor del tubo. El show estaba por comenzar y no podía dejar de fantasear que el privado por el que recién había pagado era en realidad su asistente. Pero una chica de cabello lacio y piernas cortas era la que se cernía sobre su regazo, vestida con una diminuta ropa de cuero y dejando a la vista un plug con cola de gato, acompañado claro, de sus orejas. No era un gran admirador del pet play sin embargo necesitaba saciar esas ansias y curiosamente los y las chicas más dispuestas a soportar su trato eran lo que también tenían sus fantasías más alzadas, algo que raya a entre lo humano y lo animal, literalmente. Mientras no chistaran le parecía cualquiera.

-- Master, do you want me to do something specific? (Amo, ¿quiere que haga algo en específico?)

Ronroneo la chica, trepando por su torso y envolviendo sus delgados brazos alrededor de su cuello. Era muy pequeña, petit, tan frágil que dudaba siquiera que en verdad soportará lo que tenía en mente.

-- Bring me your toys (tráeme tus juguetes)

Quería ver primero que era lo favorito o con lo que se sintiera cómoda ella. Sería más fácil partir de ahí.

-- I like fire, the water scares me (me gusta el fuego, el agua me asusta)

Respondía muy metida en su personaje, cargando un par de velas rojas, una de soja y una de parafina.

-- Do you like spanking? (¿te gustan los azotes?)

La chica formó un puchero, negando.

-- Well, for every tear you shed I'll hit you, understand? (Bien, por cada lagrima que derrames te daré un golpe, ¿entiendes?)

Amenazó con su oxidado acento británico. Cargaba un látigo rosa fuerte, era de mango corto pero la cuerda era lo bastante larga. Algo bueno de ir a los clubes de BDSM era la facilidad para obtener los mejores instrumentos, y de gran variedad.

Observó una vez más al resto de personas por el lugar, que parecían ofrecer algún tipo de orgía sin separación de razas o géneros. Cada quien demasiado metido en lo suyo para importar que otros estuvieran casi follando a su lado. Además de portar un antifaz elegante que evitaba su identidad ser revelada. Era seguro y un ambiente muy limpio y discreto al aceptar únicamente la clase más alta de la sociedad. Podía imaginar los cientos de políticos, empresarios y agentes importantes que se escondían detrás de esas mascaras para poder satisfacer sus más profundas fantasías. Él no lo necesitaba realmente, no con Guillermo a su disposición. Tan devoto y frágil. Tan dispuesto. Pero ese era el problema. Se estaba conteniendo demasiado, planeando ir lento, y ahora recordaba porque odiaba entrenar desde cero a los sumisos. Él ya estaba en un nivel diferente, uno muy por encima de su pobre asistente. Verlo llorar, dios, era una tortura. Lo anhelaba tanto corromper que temía romperlo. No había tenido necesidad de usar su palabra de seguridad pero la simple idea de que eso llegara a pasar lo atormentaba. Iba a explotar si no dejaba salir un poco de esa ardiente penuria.

Por ello estaba ahí, justo ahora. Prendiendo la mecha y permitiendo que la cera comenzará a derretirse, formando un claro charco de esperma rojo. Se concentró en ello sólo unos segundos y cuando volteo para abajo se maravillo con el cuerpo desnudo de la chica sobre la camilla, depilada y suave, lista para él. Unos bonitos piercings decoraban sus pezones erectos y se acercó para chuparlos un poco. Se permitió tocarse por encima del pantalón, solo para estimular al inicio su miembro, tenía pensado correrse sin necesidad de marsturbarse.

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