14 | Malévolo

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TRACIA

En el interior del palacio del dios de la guerra, Eros y Anteros habían retornado de realizar sus funciones como erotes en el mundo terrenal, ambos representaban las diferentes facetas de los mortales, siendo el amor y el deseo uno de los sentimientos más fuertes que experimentaban tanto dioses como mortales, por lo que era común que estas emociones sean representadas por criaturas que incitaban a los mortales a profesar su amor y castigar a aquellos que no correspondían con sinceridad este sentimiento. Uno de estos seres eran los erotes, deidades aladas que eran venerados como dioses del amor y el deseo sexual.





—  Llegamos a tiempo — enunció Anteros, advirtiendo que debían evitar la luna negra, lo cual no era un buen augurio, en especial cuando una guerra estaba por desatarse en el Olimpo.

— ¿Dónde se encuentra nuestro padre? — cuestionó un intrigado Eros dirigiéndose a uno de los soldados rasos, quienes custodiaban las puertas de aquel recinto.

—  Mi señor se encuentra en la cámara principal con el escolta de nuestra regente, también está con ellos el Santo de escorpión. — indicó haciendo una breve reverencia ante el hijo predilecto del señor de la guerra, quien lo observaba con su característico porte arrogante.






Ante lo dicho, el dios del amor sonrió malévolo, así que aquel impetuoso guerrero aún permanecía en los dominios de su padre, debía tratarse de la luna oscura. Por otra parte, al dios le desagradaba la idea de que el Santo de Athena se marchara tan pronto, había permanecido tres meses en Tracia, tres meses en los que el dios del amor se estaba restableciendo, por lo que no pudo pasar mayor tiempo con aquel guerrero. Supo por el escolta de la regente del Olimpo que, durante ese tiempo, Fobos y Deimos habían hecho lo posible para que el escorpión rompiera los acuerdos. Sin embargo, con frecuencia era auxiliado por Anteros, quien con gesto severo espetó un fuerte "Es suficiente" interfiriendo en el perverso propósito de los demonios del miedo y el terror, quienes con fastidio respondían con un "No eres divertido, Anteros".


Una vez que los soldados rasos se retiraron del lugar para continuar con sus funciones, el dios del amor no dudó en dejar entrever su marcado interés por el guerrero Atheniense.



— El Santo de Athena es atractivo. — pronunció rememorando su enfrentamiento con aquel osado escorpión

— Que nuestro padre jamás te escuche o acabará con la vida de ese mortal. — expresó un escandalizado Anteros ante sus palabras, conociendo de lo que era capaz el señor de la guerra. Sin embargo, Eros únicamente sonrió despreocupado, enfadándolo aún más — Conoces nuestra "condición" como Erotes.

— Sí, sí.


El castaño entrecerró los ojos con gesto acusador. Conocía lo caprichoso que el dios del amor podía ser. No obstante, eran fértiles, por lo que no podían involucrarse con cualquier entidad, menos con alguien del ejército de Athena. Estaba seguro que su padre enfurecería si alguno de los guerreros de Athena pretendía involucrarse con alguno de ellos, en especial con Eros, quien se caracterizaba por siempre obtener lo que deseaba, sin objeción, por eso le atraía tanto aquel impetuoso escorpión, el hecho que no se doblegara hacía que el dios lo deseara, que se encaprichara con él.




— Dudo que nuestro padre se enfade si me divierto un poco con el ejército rival. — el rubio esbozó una sonrisa ladina, meditando en que si el Santo de Escorpio se volvía parte del ejército de su padre, podría tenerlo para él, después de todo más de un daemón mataría por la mano del hijo favorito del señor de la guerra.

— Claro que se enfadará! Eres su predilecto. — inmediatamente se arrepintió de decir aquello al ver la soberbia sonrisa del rubio, quien sólo lo estaba usando para alimentar su ego. — Eres de lo peor! — exclamó cruzándose de brazos enfadado.

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2023 ⏰

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