3. En donde los caminos se unen

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Holi. Disculpen que me perdí, estaba escribiendo tres capítulos al mismo tiempo y me faltaba inspiración. Pero hoy finalmente me inspire y terminé dos de ellos (el tercero probablemente salga mañana, no se preocupen).
Recuerden que ningún capítulo está corregido, así que una disculpa de antemano por si encuentran errores.
Los quiero y gracias por todo su apoyo.

Eran las 7 a.m. Nadie que le guste descansar de verdad se despierta tan temprano. De eso estoy segura. Al menos que seas Kleiv. A esa exacta hora me levantó por lo que me había dicho la noche anterior. Tenía a mi mejor amigo tocándome la puerta de mi habitación tan fuerte que parecía que estaba tocando con un martillo.

Y si es así. Con ese mismo martillo le voy a pegar en la cabeza.

Su madre es muy estricta con él. Desde muy pequeño lo crío levantándose temprano. ¿Cómo le hago entender que yo no doy él y que a mi si me gusta dormir?

—¡LEISA! ¡LLEVO MÁS DE DIEZ MINUTOS TOCANDO LA PUERTA Y NO CONTESTAS!

Que fastidio vivir con este hombre.

—¡DÉJAME DORMIR! —grité totalmente desesperada.

—¡LEISA SON LAS ONCE DE LA MAÑANA Y NOS TENEMOS QUE REUNIR CON LOS DE LA BANDA A LA UNA!

—Relájate, lo tengo todo bajo control.

—Deja de mentir y ábreme la puerta, jovencita.

—Eres peor que la migraña.

—Gracias, lo tomaré como un cumplido.

—Sabes perfectamente que no lo era.

—¿Me importa?

Me rendí completamente en la lucha. Me levanté sin ganas y le abrí la puerta al desgraciado.

—Buenos días, minion. ¿Cómo amaneciste?

—Con ganas de estampar tu cabeza en la pared.

—Amaneciste agresiva, ¿eh? Mira, te recomiendo que vayas a almorzar, te bañes, te alistes y nos vamos.

Rodé los ojos mientras él ponía una mueca.

—Está bien. Pero ya deja de molestar.

Fui a la cocina, me hice mi almuerzo, luego estuve en mi celular un rato, y finalmente me fui a bañar. Al salir del baño y buscar que ponerme fue cuando la cosa se puso difícil.

No sabía qué ponerme. Iba a encontrarme con músicos, ¿debería ir formal? ¿O debería irme casual? Realmente no sabía nada sobre los músicos de Nueva Orleans.

Solo sé, que esta banda y yo tenemos algo en común: necesitamos a mi amigo para ser conocidos. Y es que la verdad, él es muy bueno con el marketing, hasta se graduó con honores.

De repente me acordé del dibujo que hice ayer en la noche. Y que por desvelarme dibujandolo es que no tenía ganas de levantarme hoy. No sabía si decirle o no a Kleiv sobre esto.

—Espera un momento. —me interrumpió mi hermano.

—¿Qué sucede?

—¿Quieres decir que lo volviste a ver un día después de su primer encuentro?

—Si, ahora déjame seguir.

Kleiv tocó la puerta de mi habitación—esta vez no tan desesperado como la última vez—interrumpiendo por completo mis pensamientos.

—Leisa, ¿ya estás lista?

No estaba ni siquiera decidida de lo que me iba a poner. Pero si le decía mi verdadera situación solo se iba a enojar y ya tenía suficiente con el berrinche que me hizo en la mañana.

El Arte En La Melodía Where stories live. Discover now