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Apenas puso un pie en el lugar recorrió el terreno disimuladamente con la vista, estaba desesperado por ver a Emmaline, que para su desgracia aún no había logrado ver todavía. Aunque si había conseguido información, bueno en realidad su hermana había conseguido información. Su familia no poseía título, tenía otra hermana más aparte de la señorita Scarlet y había perdido a su padre hace apenas poco más de un año. Lamentablemente Lyndell no había sabido decirle si alguien la estaba cortejando, pero otro dato no menos importante, es que tenía veinticuatro años, lo que prácticamente la consagraba cómo solterona según la sociedad.

Incluso le parecía extraño que siguiera asistiendo a eventos considerando su edad, pero teniendo en cuenta que había perdido un año por el luto de su padre, tal vez había decidido darse otra oportunidad, o tal vez, solamente había querido acompañar a su hermana a su primer evento social.

Solo rogaba que estuviera allí, acompañando a su hermana o simplemente queriendo ver las carreras de caballos. Él no era un gran aficionado a aquella actividad, porque no era un gran apostador, pero sabía que a Lyndell le serviría ser vista en sociedad, además su hermana adoraba cualquier evento.

Había pasado tres días sacando conclusiones, pero para su suerte allí estaba ella, su ángel caído del cielo.

— Por ahí —dijo con sutileza a su hermana quien iba tomada de su brazo.

— ¿Esa es la señorita Emmaline Carter?

— Si, la misma.

— Es muy bonita, no aparenta tener veinticuatro años.

— No, no los aparenta, tiene un rostro jovial.

— ¿Qué esperas? —preguntó Lyndell levantando las cejas.

— ¿Para qué?

— Ve a saludarla tonto.

— Te dije que no quiero parecer arrastrado, debería esperar unos minutos, además no voy a dejarte sola.

— Por allá están Dylan y Diana, estoy segura de que podré quedarme con ellos un rato.

— ¿Estás segura?

— Si Lowell, ya no soy una niña, no voy a extraviarme.

— Bien, pero escúchame, mantente con ellos y si un hombre se acerca con intención de pedirte que seas su acompañante me buscas de inmediato —pidió—, o le dices a Dylan que me busque y a Diana que te haga de chaperona, sí, eso será mejor.

— Prometido, no me iré sola con ningún caballero.

— Gracias.

Su hermana le regaló una sonrisa y se marchó. No se movió del lugar hasta que la vio llegar al lado de sus amigos, que de inmediato lo saludaron con un asentimiento se cabeza. Dylan era su hermano de la vida, probablemente el hombre más incondicional y fiel que encontraría en la vida. Se habían conocido en Eton y de ahí en más, no se habían separado nunca jamás. Él había sido un gran pilar cuando había perdido a su padre, tanto para él como para Lyndell, porque era un hermano más para ella también.

Caminó rumbo a la señorita Cárter, que estaba demasiado concentrada en unas flores silvestres. Estaba de brazos cruzados y parecía bastante ausente. Se veía hermosa, tenía un vestido lila que la hacía ver preciosa, más jovial aún si eso era posible.

Ya quisiera ser él, el causante de sus distracciones.

— Señorita Carter —saludó deteniéndose a su lado.

Ella se giró a verlo, parpadeando un par de veces antes de hablar.

— Milord —dijo un poco sorprendida—, buenos días.

Loca casualidad #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora