Capitulo 7.

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7. En este mundo.

~***~

Bennett recargó sus manos en la baranda del pequeño barco en el que buscaban a su hija, el tío de Itzayana, Ramiro, se había unido a la búsqueda de su sobrina, el sol se asomaba dejándole saber que había amanecido. Bajo al camarote donde Ramiro dormía, pasaron casi toda la noche en vela buscando a Itza. Sostenía bajo su brazo el tenis converse color negro perteneciente a su hija, supo que era de ella por que la joven pinto sus iniciales en la parte trasera de ellos con pintura acrílica. La policía oficialmente declaro a Itzayana Álvarez como muerta, no había un cuerpo, ni rastros de ella, solo apareció ese tenis en medio del mar y supusieron que se ahogo.

—Vamos, tu hermana debe estar desesperada —le dijo a Ramiro.

El hombre no contesto, solo asintió y ambos se dirigieron al lejano muelle, se sentó a ver el agua de mar buscando a su hija en ella, pero no la encontró. En el muelle los esperaba Salma, la madre de Itzayana, sus ojos marrones parecian haber llorado, junto a ella también esperaba Danielle, la media hermana de Itzayana y la otra hija de Bennett.  

—¿Encontraron algo? —pregunto Salma, ella también quería un cuerpo al que llorarle. Ambos hombres negaron con la moral por los suelos, Salma comenzó a llorar.

—Mañana seguiremos buscando —Bennett pronuncio.

—Lo que deberíamos hacer es dejar descansar a mi hija —sollozo Salma.

—No, no podrá descansar en paz hasta que tengamos su cuerpo.

—Bennett ya fue suficiente —lloro Salma.

—No, han pasado diecisiete días, tiene que estar por aquí —se quejo.

—Salma, Bennett tiene razón —Ramiro le hizo ver a su hermana.

—Aún si pasan diez años jamás dejare de buscar a mi hija.

—¿Ahora si es tu hija? —reclamo Salma.

—Salma —trato de calmarla Ramiro.

—Recuérdame por que no lleva tu apellido —Salma se dio la vuelta yéndose sin esperar respuesta de Ben.

Y justo por eso la desesperación de Ben por buscar a su hija, ¿Por que la culpabilidad llegaba cuando Itzayana desapareció?, no lo sabia pero ahora se sentía la peor escoria del mundo por no poderla proteger en vida. Las lagrimas se le salieron y como si no estuviera muy cansado se subió de nuevo al barco para navegar e intentar encontrar a su hija.





***


El sonido del agua la despertó, abrió los ojos pensando que seria Namor. Se quejó removiéndose en la cama, se enderezó acostumbrándose a la vista, seguía en los aposentos del soberano. Se levantó buscando cualquier cosa que fuera de ella para llevarlo a su caverna personal, esa noche que durmió ahí descanso más que los días que llevaba durmiendo en la hamaca.

—¿A donde vas? —la hizo sobresaltarse la voz profunda de Namor.

—A mi cueva. —sonrió ligera. Namor negó.

—Hay algo que debo decirte.

—¿No puede esperar?, quiero "bañarme" me siento muy sudada —arrugo la nariz.

—Está bien. —autorizó.

—¿Me quieres ayudar? —pregunto con su voz suave. Namor gruñó.

—Si, pero Namora y Attuma vienen para acá, no tengo tiempo —se quejó.

—Tienes muy mala suerte —se burlo Itza.

—También es mala suerte para ti — se acerco de forma peligrosa. Itza sonrió. Namor la abrazó por la cintura pegándola a su cuerpo.

Yéetel le brisa | NamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora