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«Los recuerdos influyen en lo que somos»

Alma

El corazón me latía con mucha rapidez mientras avanzábamos hacia las escaleras que daban al primer piso.

Actuar como si los cuchicheos y las miradas curiosas y juzgadoras de extraños no me incomodaran... nunca había sido tan complicado como aquel día.

Fue mientras pensaba esto, de camino al primer piso, que una voz femenina invadió mis oídos:

—¿Has tenido una vida horrible, no es así?

Me paralicé al pie de las escaleras.

—Sí, las has tenido, pobrecita... —concordó la misma voz en un tono burlón y algo cruel— pero, no por ello te tomaremos lástima; tú no eres la única que ha pasado por mierdas. —añadió un segundo después con aún más frialdad.

Pese a que la voz provenía de mi mente, no dudé en mirar hacia todos lados como una estúpida.

Mientras que por haberme detenido detenido justo en el pie de las escaleras, los murmullos de los estudiantes habían incrementado considerablemente.

—Alma, ¿por qué te detienes? ¿Estás bien? —la voz preocupada de Alice me llamó, haciendo que centrara mi atención en ella.

Silencio de mi parte.

Ella suspiró antes de subir los tres peldaños que nos separaban.

En ese preciso instante, la voz volvió a invadir mi mente.

—Tu sola presencia en este lugar es sinónimo de caos y muerte. Así que mantente alejada de de nosotros, o me encargaré de regresarte al infierno de donde nunca debiste salir, pequeña rata.

Aquella amenaza me dejó de piedra, y entonces, todo pasó como en cámara lenta: una fuerza extraña me alentó a mirar tras mi espalda, y al hacerlo, mis ojos conectaron con en los de una chica de corto cabello azul oscuro, y grandes ojos de colores diferentes: mientras que el izquierdo era del tono de un cielo nublado, el derecho, era tan negro que apenas se divisaba algo del blanco de los ojos.

Pero aquella peculiaridad no fue la que más llamó mi atención, no; sino la horrible y carnosa cicatriz que le cubría todo el lado izquierdo de su rostro, dándole un aire... peligroso. Allí, en medio de la multitud de estudiantes curiosos y chismosos.

Casi volvía girarme hacia las escaleras cuando ella, me dedicó una sonrisa torcida mientras a su vez asentía con su cabeza lentamente en mi dirección.

Entonces, no tuve duda alguna de que, aquella voz cruel, era la suya.

Y, esa vez si me volví deprisa hacia adelante, temerosa. Encontrándome de frente con unos grandes ojos verdes que me devolvieron la mirada.

—¿Qué te dijo? —quiso saber Alice con una expresión enojada. Al tiempo que, enroscando su brazo con el mío me alentaba a continuar bajando las escaleras en su compañía.

Por inercia, miré tras mi espalda un segundo de más, pero la chica ya no estaba. Así que volví a centrar mi atención en la chica a mi lado.

—¿Qué? —intenté hacerme la tonta.

Alice me observó muy seria.

—No te hagas la desentendida, me di cuenta que ella entró a tu mente. ¿Qué te dijo? —repitió esta vez con aún más seriedad.

—Sólo me daba la bienvenida a la escuela. —mentí, pues no deseaba empezar un conflicto entre nadie.

Alice suspiró con cansancio— Ella es Imogen James, es el producto de una bruja y un vampiro... una mezcla. —aclaró entonces con seriedad. Abrí mucho mis ojos, pese a que no sabía que significaba aquello— Una de sus muchas habilidades y pasatiempos favoritos es entrar a la mente de personas vulnerables para atormentarlas y revolver toda la mierda que encuentre a su antojo. Así que, la próxima vez que se meta a tu cabeza, tú solo dímelo y le tumbaré sus estúpidos colmillos de un puñetazo. —añadió con determinación, al tiempo que llegábamos al primer piso.

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora