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«¿Por qué pensarían que hay algo entre ustedes si se la pasan detestándose?»


Viernes en la noche

El corazón no dejaba de latirme enloquecido, la voz dentro de mi mente negada a dar tregua con sus intentos por hacerme flaquear a cada segundo; pero ya nada me detendría, porque había llegado el gran día y no pensaba acobardarme a último momento.

Necesitaba la daga conmigo... Tras tanto pensarlo, lo había comprendido; no podía dejar que la única arma que podía matarme llegara a manos de mi enemigo porque entonces sí que sería mi fin.

Respirando hondo, levanté la mirada y contemplé la imagen que se reflejaba en el espejo de cuerpo completo. Tras unos ojos marrones, cabello azabache, y un elegante vestido de lentejuelas doradas con escote en forma de V... se ocultaba la mujer más buscada del momento... Es decir, yo.

Era imposible... imaginar qué sucedería exactamente aquella noche, y por lo tanto, el miedo prevalecía, sin embargo, intentaba aplacar ese miedo a fracasar con la curiosidad por saber cómo acontecería la velada, a quiénes nos encontraríamos en ese lugar.

Lo oculto en lo más profundo de mi ser, aclamaba sangre y venganza en cuanto se presentara la oportunidad, pero mi lado racional me recordaba que no solo se trataba de mí, que habían personas de por medio y eso me hacía calmarme... bueno, solo un poco.

—Puedes hacerlo... —afirmé con seguridad frente al espejo mientras terminaba por colocarme el antifaz a juego con la pieza que se ceñía a mi figura con una sensual abertura en mi pierna izquierda.

—¡Alma! ¡Ya baja que debemos irnos! —me gritó entonces mi madre desde lo que percibí eran las escaleras, y suspiré con resignación mientras bajaba un momento la mirada hacia los tacones dorados que me hacían lucir más alta de lo que ya era.

Los latidos de mi órgano vital habían incrementado en cuanto había comenzado a prepararme para la fiesta... sumiéndome en un nivel de nerviosismo que amenazaba con volverme demente, y no solo por ser consciente de lo que podría esperarme en aquella subasta, sino por el hombre que sabía que sujetaría mi mano esa noche.

No podía comprender... que me sucedía con Devan Douglas exactamente, solo era consciente de que cada que lo tenía cerca, unas irrefrenables ganas por probar nuevamente sus labios surgían dentro de mí, haciéndome actuar nerviosa y alterada a su lado debido a no haber experimentado aquellas sensaciones antes de él.

¿Qué diablos me había hecho que era incapaz de dejar de pensar en él?

Sí, me encontraba enojada conmigo misma por estar experimentando esas extrañas... sensaciones por ese idiota que había querido matarme más de una vez y que la mayor parte del tiempo —por no decir siempre— se mostraba grosero y altanero conmigo.

¿Cómo podía siquiera desear a ese salvaje?

Lo peor es que parecía que no podía hacer nada para controlar lo que sentía... excepto mantenerme alejada de él, y por culpa de mi hermano, esa noche debía tenerlo bastante cerca.

¿Acaso mi suerte estaba maldita?

¿Cómo le haríamos para convivir por más de una hora sin arrancarles los ojos al otro, si yo parecía fuego y él dinamita?

"Finalmente eres sincera contigo misma."

Habló aquella voz dentro de mi mente y respiré hondo al tiempo en que, ladeaba mi cabeza para contemplarme nuevamente en el espejo.

De inmediato, me encontré con el leve sonrojo en las mejillas y con los dedos sobre los
labios maquillados de rosa al estar pensado en el hombre que de seguro tenía edad para ser mi tatarabuelo...

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora