Sakura y Serpiente

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Desde que los sentimientos mutuos se encontraron, el sol de verano resplandecía como la única estrella entre la inmensidad del cielo y gracias a la claridad de la mañana, una mancha negra fue visible para todos los Auradonianos que aún levantaban la mirada hacia las nubes.

—¡Fue el ave más grande que he visto! —exclamó un niño que jugaba en la playa junto a sus amigos— ¡Era enorme! ¡Lo juro! ¡Iba hacia el bosque!

La mancha negra, que en realidad se trataba de una enorme pantera alada, aterrizó con elegancia en una de las ramas del manzano más grande del bosque encantado. Con gran agilidad trepó , valiéndose de sus garras y luego torció por otra rama hasta tener frente a sí una casa de árbol.

En la terraza se encontraba Evie, vestida con ropa ligera de verano —aunque lo suficientemente recatada como para ocultar su cuerpo— bebiendo agua mientras dibujaba sobre una mesilla de campo. Levantó la mirada y reconoció los ojos verdes de la pantera.

—Deberías tener más cuidado, M —dijo regresando la vista a su dibujo —Con el cielo despejado podrían llegar a verte.

La pantera ardió entre llamaradas verdes y de ellas surgió Mal, usando shorts y un saco ligero.

—No va a pasar nada —prometió la pelimorada cogiendo dos manzanas de la rama más cercana y dándole una a Evie —¿Qué haces?

—Diseño bocetos para el vestido que presentaré en la competencia anual artística —replicó dándole un mordisco —¿Tu que hacías?

Mal se encogió de hombros: Volvía del Olimpo donde, junto a Jian, intentó contactar con los dioses y, por milésima vez, ellos ignoraron sus plegarias. Pero no iban a rendirse, eso nunca. 

La sensación de estar siendo observada la sacó de sus pensamientos y rápidamente levantó la mirada del suelo: Evie la miraba. Sintió sus mejillas arder y sonrió, a lo que ella le correspondió el gesto, regresó su vista al papel y continuó dibujando.

Si había algo o no entre ellas, nadie lo sabía. Era un misterio. Parecía que  habían vuelto a ser las mejores amigas de siempre... pero entre miradas prohibidas y roces silenciosos se gritaban "Me gustas" a todo pulmón.

—¡QUE CALOR TAN ASQUEROSO! —exclamó Jay saliendo al balcón entre chorros de sudor y, quitándole el vaso de agua a Evie, se lo echó en el rostro— ¡¿Qué clase de verano es este?!

—Jay, ¿Podrías traerme otro vaso de agua?— preguntó Evie sin despegar la vista del dibujo

—Yo  voy, también quiero beber algo —replicó Mal entrando a la casa del árbol

—Deberías bañarte Jay — continuó la peliazul— Apestas.

—Carlos se está bañando

—Ya, ¿Y por que estas tan sudado?

Mal salió a la terraza y le entregó el vaso de agua a Evie. Luego se sentó en la barandilla de la terraza y se puso a mirar el celular mientras tomaba una limonada con hielo 

—Vengo de entrenar con Lonnie para las competencias anuales deportivas o CPD —contestó Jay—Hoy practicamos karate y se me ocurren un par de movimientos con los cuales puedes reventarle los huevos a Doug si algún día se te vuelve a acercar.

Carlos salió a la terraza del balcón con una toalla sobre los hombros. El sol sobre su piel blanca dejó ciego a Jay unos segundos.

—Ya puedes bañarte —le dijo el peliblanco mientras se recostaba en la hamaca y cerraba los ojos. Entonces algo pequeño cayó sobre su pecho y pensando que se trataría de un insecto radioactivo gigante se sentó abruptamente. Luego , con ojos muy abiertos y respiración agitada, comprendió que se trataba de un pin con una shuriken dibujada. Lo recogió y se rascó la oreja, confundido.

DIfeRenTeSWhere stories live. Discover now