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Eran vacaciones, más específicas, de navidad, la familia de México acordó hacer una cena navideña con su pequeño amigo omega.
Los dos niños aún no lo sabían, pero esta fiesta, las anteriores y las que sigan serán para que ambos terminen juntos. Aunque claramente, ellos solo lo veían como cita de juegos. Como ahora, la cena navideña que ambas familias organizaron, todo el día estuvieron ayudando en la decoración o jugando juntos. Pero al llegar cierta hora, fueron mandados a dormir.
Ambos fueron a la habitación del alfa de nueve años donde había una litera en la que una de las camas no se ocupaba. En la cama de arriba dormiría el mexicano y en la de abajo el pequeño omega que era menor por dos años.
— Duerman bien, mañana tendrán que despertar temprano para abrir sus regalos.
Una de las madres fue a despedirse antes de dejarlos para dormir.
El mayor se acostó dispuesto a dormir, pero el coreano tenía nervios por dormir en un lugar nuevo. Cerraba sus ojitos tratando de relajarse siéndole imposible y por consecuencia su aroma a galletas empezó a ser insoportable.
— Oye sur... ¿No puedes dormir?
— N-No... no había dormido en otra casa.
— ¿Quieres que te cuento un cuento? Mi papá lo hace cuando no puedo dormir.
— Esta bien...
Murmuró para después ver como México empezaba a bajar las escaleras hasta llegar a la cama en la que el estaba. El alfa se acostó a su lado, tapando a ambos con las mantas, entonces se quedó en silencio, pensando en el cuento que le contaría a su pequeño amigo.
Mientras tanto, Corea ya se había acomodado de manera en que lo estaba abrazando y oliendo el olor a café del otro.
— Había una vez... un príncipe omega, el más bonito de todos, y el quería... casarse. ¡Una gran boda!
El coreano escuchó atento a todo lo que el contrario decía, sintiendo como su voz lo adormecia, sumando el calor corporal del mexicano que logró ponerlo cada vez más relajado y adormecido.
— Entonces el caballero llegó al castillo con la flores que ordenó el príncipe y entonces-
Se interrumpió a si mismo al darse cuenta de que el menor ya se había quedado dormido. Suspiró aliviado por que ya no se le ocurría otra cosa para el cuento, así que solo guardo silencio para despues cerra sus ojitos y dormir.
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