VEINTINUEVE | Primer consejo: descubrelo o alejate

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La mañana siguiente trajo consigo lo de siempre.

Luego de retirar su horario e ir con Draco a Desayunar no tenía demasiado que hacer. Tenía su siguiente clase recién a las nueve y aún que, no se había levantado excesivamente temprano como el final del semestre anterior, tenía tiempo.

—iré a ver si puedo ponerme al día con las ventas—dijo Leia a Draco—en el tren me preguntaron varios que tenía.

—¿seguirás vendiendo? Pensé que como Sirius ahora esta libre no tendrías que recurrir a eso nunca más.

—jamás lo hice por el dinero, Draco—replicó Leia ordenado sus cosas—. Bueno, en parte si, pero realmente no era mi foco. Además Sirius no es completamente libre aun.

Draco asintió dándole la razón y finalmente se fue en busca de los compradores de siempre.

Tenía una lista de al menos veinte personas que siempre le compraban, y si tenía suerte, podría buscar a los de primero y ver si querían gastar su dinero en algo rico para desayunar o merendar más tarde. La mayoría de los niños de primero y segundo lo hacían, sobretodo porque como no tenían permitido ir Hogsmeade. Tuvo la idea de hacer alguna galleta o empanada con sabor a Hogsmeade, quizá se vendría entre los más pequeños.

—¡Leia!—escuchó detrás de ella. Leia sonrió satisfecha y se giró para encontrarse con Hera Lightwood caminando hacia ella—dime que tienes. Te lo suplico.

Leia sabía a que se refería.

—estas de suerte, es lo que más tengo—sonrió y caminaron juntas a uno de las bancas cerca del patio central de Hogwarts.

Abrió la maleta de sus dulces y sacó tres paquetes de rollos de canela con distintos precios y cantidades.

—Liam me mataría si pudiera el de ocho, voy por el de seis—dijo ella empezando a sacar sus galeones—. Cinco ¿verdad?

—tres—corrigió ella—ya no estoy tan necesitada y ya que eres la mejor compradora, creo que un descuento no vendría mal.

—terminarás matándome—bromeó Hera dándole los galeones.

Justo cuando Hera estuvo a punto de irse. A Leia se le pasó por la cabeza una estupidez.

Hera tenía novio, Liam Cudgel era un chico de sexto año en Ravenclaw, alto, de ojos azules o verdes—Leia no estaba segura— y hasta donde sabía, estaba con Hera desde hace casi dos o tres años. Hera parecía ser el tipo de chica experta en relaciones amorosas, era linda, simpática y a juzgar por el cuaderno que solía traer casi siempre y el carboncillo que solía mancharle los dedos, era artista o algo así.

Hera era la única persona en Hogwarts que Leia conocía que tuviera una relación linda y estable, y por alguna razón eso bastaba para que Leia sintiera la necesidad de pedirle algún consejo.

—es una estupidez—dijo Leia cuando Hera se regresó donde ella—y no tienes que ayudarme si no quieres, pero...a ver—reordeno sus pensamientos.

Tenía que admitir que había intentado no pensar en Pansy, superarlo a fin de cuentas. Pero nada parecía funcionar, Pansy seguía en su cabeza, por más que Leía estuviera dispuesta a olvidarlo.

La peor parte era que no importa cuantas veces viera a Pansy siempre tendría la misma reacción. Pansy seguía haciendo que su corazón latiera a mil por hora, y eso no hacía nada más que Leia deseara poder arreglar las cosas. Deseaba tanto poder saber las razones de Pansy, incluso más que olvidarla.

Hera Lightwood parecía ser la única capaz de poder ayudarla, ya sea a olvidarla o a arreglarlo.

—que harías si la persona que te gusta, te ignora todo el verano?—preguntó finalmente

HEROES | libro I : año 1 - 4 Where stories live. Discover now