Parte 10

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— Bienvenido a mi humilde morada —dijo Canadá abriéndole la puerta de su apartamento dejándolo pasar

México al pasar abrió la boca más de la que lo abrió cuando vio el edificio del hombre, era totalmente lujoso, de dos pisos, ¿Cuántos metros podía tener de espacio?,¿Diez mil metros?, no le extrañaría que fuera de ése tamaño, lo que más le llamaba la atención era la enorme lámpara de lujo que estaba a lo alto del techo, era simplemente magistral.

Canadá disfrutaba mejor de la vista del cuerpo ajeno, ahora que no tiene su abrigo, se veía tan jodidamente caliente, sobre todo ése culo grande que tenía en ésos pantalones apretados

— ¿Qué te parece? —seguía a México mientras que éste observa la sala

'Una mierda' —soltó México cautivado en español sin pensarlo

— ¿Qué? —soltó muy confundido

—México reaccionó y procesó lo que dijo, rápidamente miró a Canadá— O-o sea me refiero a que es una preciosura, es una manera de decir —aclaró

—Canadá se echó a reír— Vaya vocabularios~

—México ríe— Si~~ bueno, no soy muy culto que digamos, aún cuando nací en clase alta

— ¿Cómo quedaste en la pobreza?

— Me fui de casa

—la boca de Canadá se colocó redonda y asintió comprendiendo— Entiendo... bueno, más o menos —México se echó a reír—. ¿Quieres tomar algo?

— ¿Tienes para tomar?

— Por supuesto, podemos seguir conversando y así ves el panorama que tiene la sala

—México asintió— Está bien 

Canadá se alejó de la sala para ir a su bodega, y buscar vino para la compañía.

México se mantuvo viendo el lujo de los muebles y claro, lo que le llamó la atención fue la vista 360 que tenía el apartamento, simplemente espectacular, podía ir a cualquiera esquina y la vista era hermosa, en una parte tenía las vistas hacía la ciudad y los edificios, en otra se encontraba el mar; México estaría todo el día ahí sentado en una cómoda silla viendo el mar y simplemente pensando en nada, aunque notó que Canadá no estaba lejos de lo mismo ya que tenía una cómoda lujosa perfectamente mirando hacía el mar con una manta encima

— Aquí las tengo

Canadá llamó la atención del mexicano que estaba muy cómodamente apoyado en la ventana viendo el panorama, Canadá se acercó a una mesita que tenía cerca y dejó la botella, luego se dirigió donde México para extenderle la copa. México conocía perfectamente la marca y se sorprendió a la linda ofrenda del canadiense ya que buscó un vino caro, un vino de más de cinco mil dólares

— ¿Quién me dice que eso no tiene nada de veneno?

—Canadá enmarcó una ceja— ¿Qué?

— Sí, digo, quien sabe, me engatusaste y me trajiste aquí para drogarme, muy raro que me ofrezcas vino

—Canadá se echó a reír— Si tanto desconfías en mi, ¿por qué viniste?

— Solo por curioso —aceptó—. Y gracias hacía eso el gato murió

—Canadá soltó unas risitas— México, estoy tomando de la misma botella, claramente no tiene nada

— Nunca te vi servirlo, viniste con eso listo —manifestó

—Canadá estiró totalmente sus labios— Está bien México, tienes razón, aunque jamás caería a  esos niveles tan bajos, igual puedes estar preocupado, entonces, ¿por qué no me sigues? —México enmarcó una ceja—, vamos a la cocina y allá podemos arreglar todo esto, ¿Qué te parece?

Hetero, pero no por mucho // CanMexDove le storie prendono vita. Scoprilo ora