Capítulo 4

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—¡Callum!

La paz, o más bien la tormenta que había en mi interior, se vio ligeramente interrumpida por la voz de mi hermano, quien ingresó en mi oficina tirando la puerta para luego adentrarse, prácticamente corriendo.

—¿Es cierto?

—Sé más específico, Damián, por favor. —pedí, acariciando mi sien mientras intentaba no reflejar la frustración que dominaba mi sistema.

—Haley, ¿se comprometió con otro?

Como si mi suerte no pudiese ser peor, ahora tenía a mi hermano menor fisgoneando en mis asuntos.

—¿Quién te lo dijo?

—Creo que todos en este lugar lo saben, hermano —respondió, sentándose en la silla frente a mi escritorio. —. Lamento que no resultara, la verdad, esquivaste una bala. Imagínate que fuese una demanda de divorcio, te iría mucho peor por ser hombre —él chasqueó la lengua. —. Bien dicen, abogado que decide casarse, es porque no aprendió nada en la carrera.

Rodé los ojos.

—Damián, no es un buen momento...

—Eso es obvio —él se alzó de hombros. —. Es un pésimo momento para ser tú, obligado a asistir a esa fiesta donde Haley presumirá a su prometido, restregándote en la cara...

—Damián —lo observé de mala manera, pero rápidamente recuperé la compostura y suavicé la expresión en mi rostro. No, él no iba a hacer que perdiera el control, nada lo lograría. —. Está bien, me alegra que Haley siguiera con su vida.

Él me observó fijamente, con una ceja arqueada, mientras se recargaba en el asiento y apoyaba su tobillo derecho sobre la rodilla izquierda.

—¿Estás seguro de que no te importa? —inquirió.

—Más que seguro —dije, suspirando, para luego bajar la mirada hacia el expediente. —. Si me permites, tengo que seguir analizando el caso. Esto será más pronto que la fiesta y aquí el futuro de alguien está en riesgo.

—Callum —se puso de pie y de una manotada apartó el expediente, causando que las hojas se esparcieran por el suelo... ¡por segunda vez en un día! Me puse de pie, dispuesto a reñirle, pero no tuve el tiempo de reclamar, cuando posó una mano en mi hombro para llamar mi tención. —. Tú y yo saldremos, tienes que desahogarte de verdad, no aquí, trabajando.

Negué con frenesí.

—Oh, no, la última vez que lo hice, luego de que ella me terminara, acabé despertando en un hotel de mala muerte contigo y cinco mujeres en una cama... sin memoria de nada y teniendo que realizarse mil exámenes para asegurarme de no haber contraído alguna enfermedad mientras la embarazosa pregunta de si había participado en una orgia con mi hermano menor no salía de mi cabeza. —lo vi, entornando los ojos.

—¡No exageres! —rebatió. —. Era un hotel clase media, tenía tres estrellas. Las mujeres no eran prostitutas, no les pagamos, eso lo habrías sabido si no te hubieses alcoholizado tanto antes de empezar, y si no hubieses huido al despertar.

Fruncí el entrecejo. En realidad, de aquella noche apenas podía recordar el momento en que nos encontramos a aquellas cinco mujeres en el club y comenzamos a beber con ellas; eran estéticamente hermosas, radiantes y elegantes, pero la prisa con que ofrecieron irnos a un hotel y la manera en que no dudaron en desvestirse e invitarnos a la cama en cuanto pisamos aquella habitación me dio una idea equivocada, al parecer.

No acepté la oferta, preferí continuar bebiendo solo, sentado en el sofá mientras ellos comenzaban con sus travesuras... no me di cuenta de en qué momento me embriagué tanto que decidí unirme a la fiesta, y la falta de memoria me hacía sentir un tanto perturbado.

Jefe, ¡Estoy Enamorada!... De Su Hermano.Where stories live. Discover now