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-Archiduque- me llamó la duquesa de Troxen con pesar en su mirada, ella tenía una venda en su brazo derecho demostrando que también había sido herida.- Debería de ir a que lo atendieran, no se preocupe por la Arquiduquesa, yo estaré al cuidado de su excelencia en su ausencia, es lo que ella habría querido.

Acepté sin querer, ya que la duquesa me arrastró hacia el médico más cercano, la duquesa había sido la instructora de Mysie desde su infancia por lo que la conocía bien, llegué a una camilla provisional preguntándome el motivo, no había resultado herido, o al menos era la idea que tenía, no me había percatado de la herida de mi brazo y mi frente, el médico se puso a trabajar sin decir mucho, dolía pero no tanto como saber que le había fallado a mi esposa, había olvidado el peligro que implicaba el estar en palacio, debí haberme quedado a su lado, sentí el aire abandonar mis pulmones nada tenía sentido alguno sin ella.

Observé al médico hacer su trabajo, desinfectado mis heridas y colcando una venda en mi brazo, cuando terminó la duquesa apareció de nuevo en mi campo visual.

Agradecí por la atención que el médico me dio y me dirigí hacía la camilla de mi esposa, la duquesa permaneció dos pasos atrás de mí.

-Dígame ¿Cómo se encuentra mi esposa?- ante mi pregunta el médico sonrió con alegría a pesar del aura de cansancio que lo rodeaba.

-Está todo en orden su excelencia, la Archiduquesa recibió un golpe leve así que no debería tardar mucho tiempo en despertar, no tiene de que preocuparse ya que tanto la Arquiduquesa como su bebé están a salvo.- dijo y por fin sentí que el aire regresaba a mi cuerpo cuando sus palabras hicieron eco en mi mente.

-Eso es un gran alivio.-supiré cuando noté lo que había mencionado me sentí confundido-Espere un momento ¿Qué es lo que ha dicho?- pregunté quizá había escuchado mal.

-He dicho que su excelencia la Arquiduquesa y su bebé se encuentran sanos y salvos, el desmayo que sufrió su excelencia fue debido al embarazo.-afirmó el médico y entonces sentí mi cuerpo tensarse.

-¿Bebé?-la pregunta salió de mis labios sin que tuviera oportunidad de asimilarlo, el médico pareció notar lo que sucedía por lo que enseguida corrigió su error.

-Mis disculpas por la pregunta su excelencia pero ¿Acaso no era consciente de tendrá un hijo?- preguntó a lo que negué de inmediato, la duquesa dio un pequeño salto de felicidad en su lugar y el médico realizó una reverencia hacia mí, sujeté la mano de Mysie en búsqueda de su apoyo.- En ese caso es de mi agrado informarle que su excelencia la Arquiduquesa está embarazada, felicidades.

-Muchas felicidades Archiduque- me felicitó la duquesa de Troxen.

-Felicidades a los Archiduques de Ressta.

-Que las bendiciones del Reino recaigan en su hogar.

-Felicidades Archiduque.

Se escuchó en la sala, la mayoría de las mujeres nobles había escuchado aquella declaración y no dudaron en felicitarme, agradecí llevando una de mis manos a mi corazón, yo sería padre, aquella sensación era inexplicable y completamente desconocida para mí, pero daría lo mejor de mí de ahora en adelante para mantener a mi familia a salvo.

De pronto la sensación de ser observado me hizo salir de mis pensamientos, encontrándome con la mirada miel de la princesa Adolie, sus ojos reflejaban tristeza, fingí no haberla notado, ahora más que nunca mi familia debía estar lejos de la familia Real.

Había decidido junto con Mysie el esperar el momento oportuno para que junto con nuestros aliados tomar el palacio y restaurar el poder de Mysie, sin embargo, está era situación delicada, aunque desde un principio el plan fuera ese no deseaba poner en peligro a Mysie ni en ese entonces ni ahora, por lo que en cada reunión con nuestros aliados del Reino proponía esperar más tiempo, quizá buscando que Mysie no formará parte de ello lo que era algo contradictorio debido a que era la imagen de la familia Real, la princesa heredera por derecho.

Cuando el regreso de los nobles fue seguro hacia sus hogares nosotros permanecimos en palacio por órdenes del Rey a quien habían herido de gravedad pero que se mantenía estable laborando desde sus aposentos, se nos asignó una habitación donde quedarnos y con mucho cuidado llevé a Myise ahí.

-Aiden- oí su voz llamándome mientras que una mano acariciaba mi cabello.

Abrí los ojos para encontrarme que el sol se había desvanecido y la noche se había apoderado del cielo, las velas al rededor nuestro iluminaban la habitación.

Solté su mano levantándome de mi silla que estaba colocada a su lado, debí caer dormido sin percatarme de ello, sin pensarlo la abracé, sus ojos grises me miraban con calma y felicidad.

-Mysie- la llamé acariando su cabello, verla consciente hizo que mi preocupación disminuyera.-Me preocupé mucho cuando te encontré, no sabía que hacer, tenía mucho miedo de perderte, Mysie eres mi mundo entero, sin ti estoy perdido.

-Aiden- dijo aferrándose a mis brazos, enterró su cara en mi pecho de modo que no podía verla pero sabía que estaba llorando.-Estaba asustada, cuando ese sujeto apareció intenté defenderme e incluso poniendo en práctica lo que me has enseñado sobre defensa pero fue en vano, estaba aterrada, mi cuerpo se sentía débil, no lo logré, Aiden.

-No, no es tu culpa amor mío, yo fui quien no debió haberte dejado ahí sola, debí haber permanecido a tu lado, debí estar ahí para protegerlos.-susurré sintiendo como incluso mis ojos se volvían cristalinos, la sola idea de perderlos me hacía trozos el corazón, limpié sus lágrimas con mi mano y besé su frente.-Sé que eres muy fuerte y me lo has demostrado en los entrenamientos lo que eres capaz, yo solo debí haberlos cuidado más por que sin ustedes no soy nada, de ahora en adelante si es necesario haré lo imposible por mantenerlos a salvo, no permitiré que alguien les ponga una sola mano encima.

-¿Ustedes?-preguntó separándose de mí y mirando alrededor como si estuviera buscando a otra persona en la habitación luego me regresó la mirada confundida.-Justo ahora no logro comprender de quienes hablas.

Sonreí ante su comentario, y entrelacé mis dedos con los suyos guiando así con sutileza su mano hacia su vientre, la sorpresa invadió su rostro.

-¿Acaso insinúas que...-comenzó a preguntar entre lágrimas una vez más pero la interrumpí con otro abrazo.

-Así es amor mío, de ahora en adelante, no seremos más tú y yo, también estará nuestro bebé, nuestro hijo.

-Un bebé-mencionó acariando su vientre mientras reía, me uní a su risa y me recosté a su lado de modo que ella pudiera recargarse en mi hombro, suspiré, todo este tiempo de malestares se debía a esto, nuestro hijo, mi hijo, la palabra aún sonaba extraña pero estaba lo bastante emocionado para pensar si quiera en otras cosas, debía conseguir una buena cuna, y tener preparadas las mejores cosas para el momento, de pronto me vi a mí mismo debatiéndome en silencio ¿cómo luciría? ¿sería idéntico a Mysie o a mí? Quizás sería similiar a ambos ¿sería un niño o una niña? Negué con la cabeza de inmediato de cualquier forma estaba seguro de que lo amaría más que a nada en el mundo por que era nuestro bebé, un pequeño ser nacido de nuestro amor, observé a Mysie quien lucía exhausta a mi lado, tomé la manta para cubrirla y acaricié su cabello una vez más, luego una melodía llegó a mí, era una canción de cuna, comencé a tararearla sin pensarlo mucho hasta que al final de este me percaté de que Mysie había caído rendida por el cansancio, sonreí al verla, justo ahora era el hombre más feliz que podía existir, no podía pedir nada más que esto, mi familia, y sin darme cuenta poco a poco sentí que mis ojos se cerraban debido al cansancio.

La historia de un villano perfectoWhere stories live. Discover now