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Durante esta mes las cosas en palacio han estado en calma, los ataques que antes llegaban a palacio ya no son frecuentes pero eso no ha hecho que bajemos la guardia, escuché la noticia de que Veslo ha perdido oficialmente ¿Significa eso que volverás al fin?

La situación con respecto al Rey sigue siendo delicada así que aún no tengo respuesta a la carta que nos envió la princesa Ivette, ella piensa que lo mejor sería reunirnos en Drux y asentarnos ahí, por otra parte Adolie continúa evitándome ahora incluso en la cena soy solo yo quien come en el comedor real junto a la Reina aunque aquello es sumamente extraño.

En espera de poder verte pronto me despido de ti, con amor Mysie de Ressta.

Guardé la carta que Mysie había enviado, las noticias se habían propagado más rápido de lo que pensaba, esta era la última noche que pasábamos en el campamento provisional que habíamos hecho al llegar a las afueras de Veslo.

Cuando todos estuvieron listos para partir comenzamos a cabalgar hacia Ressta pero no todo debía de ser sencillo aquello lo noté cuando nos acercamos al territorio del Reino, había un claro mensaje para nosotros, una bandera de Veslo que estaba rodeada de cuerpos de guardias de nuestro Reino, preparé mi espada siendo consciente de que eso alertaría a los demás, la lucha aún no acababa, un grupo de soldados de Veslo nos rodeó pero nosotros éramos mayoría.

-General Archiduque, esperamos su orden- dijo el Marques Karl detrás mío siendo mi segundo al mando.

-Dividan el grupo, somos mayor cantidad que la mitad pelee aquí y la otra parte me siga para verificar que el palacio no haya sido tomado.-ordené y así se hizo, llegamos al palacio tan solo para encontrarnos una escena devastadora, el jardín del palacio ardía en llamas y el cuerpo de la Reina había sido colgado en el salón del trono junto al Rey quien estaba herido de gravedad.

-Lleven a un lugar seguro a su majestad- ordené comprobando que aún respiraba, las llamas aún no alcanzaban a rodear el palacio pero aquellos con los que luchabamos estaban dispuestos a pelear incluso en medio de las llamas, cuando el Rey cruzó la puerta de algún pasadizo que no reconocí junto a otros guardias que lo cuidaban un golpe me hizo caer, el filo de una espada golpeó mi brazo, me quejé ante el dolor, quizá hubiera sido diferente si la espada no hubiese estado caliente, con un movimiento logré derribar a mi rival y derrotarlo, sus ojos brillaban demostrando terror, esta parte era la que más odiaba de la guerra, lo más seguro era que mi oponente no fuera más que un noble tratando de sobrevivir tal como yo pero había una cosa que no podía ignorar y eso era que de haber sido yo quien estuviera en su lugar ni siquiera se habría detenido a pensar en mí muerte.

-ARCHIDUQUE- gritó el Marqués Karl interponiendose entre mí y un nuevo atacante, con facilidad lo derribó y se acercó a mí.-debemos retirarnos, pronto será imposible salir del palacio si las llamas continúan propagándose, hemos eliminado a los enemigos y ahora mismos hay guardias buscando al resto de la familia Real.

Ante sus palabras me reincorporé y alcé mi espada, corrimos en dirección del pequeño espacio que aún no ardía en llamas y cruzamos por él hasta el jardín donde ya no quedaba más que cenizas en el aire y humo, los guardias se habían apresurado a extinguir el fuego en el exterior pero el interior del palacio era distinto.

Me detuve para mirar a las personas que estaban fuera, desde criados hasta cocineros y nobles que se encontraban en palacio hospedandose, por ningún lado pude ver a Mysie, la presión en mi pecho se hizo de pronto insoportable, debía encontrarla y asegurarme de que ella estuviera bien, entonces me dirigí hacía el único punto que se mantenía intacto y con la esperanza de encontrarla caminé hacia el laberinto, en la entrada de este encontré un pañuelo bordado tirado en el césped, lo levanté y comencé a caminar hacia la entrada secreta cuando la vi, por un instante todo se detuvo, suspiré aliviado al verla a salvo, el borde de su vestido estaba en de sangre al igual que sus manos, detrás de ella, la princesa Adolie y Lord Farid la seguían, Farid alzó su espada pero al verme la bajó.

-Mysie- la llamé en voz baja, cuando sus ojos se encontraron con los míos se iluminaron y corrió en mi dirección, guardé mi espada y corrí hacia ella con los brazos extendidos cuando los gritos volvieron y vi como Adolie caía al suelo siendo cubierta por el cuerpo de Farid quien buscaba protegerla, al momento una ráfaga de flechas fueron lanzadas en su dirección y sin poder evitarlo más de una golpearon a Mysie, su cuerpo cayó sin que pudiera detenerla, me apresuré aún más para alcanzarla, me arrodillé a su lado sintiendo como mi cuerpo temblaba, eran tres flechas, una en su pierna, otra en el estómago y la última en el corazón.

-NO, NO, NO, MYSIE, NO, ESTO NO, POR FAVOR- grité al momento un grupo de guardias con escudos nos rodearon y cubrieron mientras que podía escuchar como seguramente otro grupo se encargaba de luchar contra quienes lanzaron las flechas.- MYSIE, quédate conmigo, no cierres los ojos, vas a estar bien, estarás bien, por favor no me dejes, no puedo hacer esto sin ti.- con sus últimas fuerzas ella sonrió e intentó acariciar mi mejilla, intentó hablar pero no pudo, al contrario de lo que esperaba terminó por sacar sangre, la pegué a mi cuerpo sintiendo como sus manos se volvían frías, acaricié su cabello y besé su frente.- está bien cariño, perdóname por no haberlo logrado, te amo, estaré aquí a tu lado, no voy a dejarte sola, no hace falta que digas algo, tu esposo está aquí, no sabes cuan feliz he sido a tu lado y lo mucho que te amo, por favor perdoname por no haber llegado a tiempo.-murmuré sintiendo como mi voz se cortaba, una lágrima recorrió su mejilla y finalmente su cuerpo perdió fortaleza, acaricié su mejilla sabiendo que ella ya no estaba aquí.-¡MYSIE! - grité al caer en cuenta de que la había perdido, podía sentir el dolor quemando en mi corazón, la abracé y permanecí en el suelo sin moverme aferrado a su cuerpo, durante este tiempo había cambiado, la tristeza se había adueñado de su cuerpo llevándose consigo algo de peso y las ojeras en sus ojos debían ser señal de noches en vela, saqué el pañuelo que había sido destinado para nuestro hijo y que me había estado acompañando durante todo este tiempo y con el cubrí sus ojos.

Sentí como una persona tocaba mi hombro atrayendo mi atención, sé trataba de la princesa Adolie quien había apartado a los guardias que nos protegían con sus escudos, sus labios formularon una oración que no logré comprender pero por lo que pude deducir dado que Farid se acercó a ella para alejarla era que debía correr a un lugar seguro pero aquello ya no me importaba, no tenía ni una pizca de sentido el intentarlo, no cuando ya no tenía nada por lo que luchar.

En aquel momento deseé haber cumplido mi destino y morir para no permanecer aquí atrapado en esta historia sin sentido, siendo una peón más, toda chsipa de esperanza me había sido arrebatada y aunque de cierta forma había logrado cambiar algunas cosas existían finales como este que prefería que no existieran y por los cuales daría todo por cambiar, en cierto punto los guardias se apartaron y el Marqués Karl se colocó detrás mío en señal de apoyo, no estoy seguro de que haya mencionado algo o de cuanto tiempo pasó desde ese momento yo solo permanecí ahí aferrado al cuerpo sin vida de mi esposa, acariando su cabello y deseando que esto no fuera más que una cruel pesadilla, que al abrir los ojos ella estaría a mi lado, que tendríamos el final feliz que merecíamos pero aquello no era más que un deseo.

La historia de un villano perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora