Modelo II

1.1K 102 35
                                    


-Primoooou, ¿Vamo' a almorzar? -preguntó el más alto con una amplia sonrisa mientras se acercaba al contrario.

-Mm tengo dos horas, ¿Te sirve? -advirtió el ojiceleste devolviendo la sonrisa.

-Me parece perfecto.

Decidieron ir a un pequeño restaurante que quedaba sólo cinco cuadras del estudio, sería más sencillo volver, más rápido y, para Marcos, era mejor ya que podía pasar más tiempo a solas con el platense en otro ámbito que no sea laboral. Pidieron algo sencillo para comer, dos hamburguesas con papas fritas y gaseosa, cosa que sorprendió mucho al mayor, ya que creía que el de ojos verdes tenía una dieta estricta.

-¿Vas a romper tu dieta? -bromeó el fanático de El Señor De Los Anillos.

-Por uste' la rompería todos los días, primo... -contestó coqueto con sonrisa ladina-. Ademá', no tengo dieta, entreno mucho y hago deporte, así que puedo comer lo que quiera... -murmuró lo último guiñándole un ojo sutilmente al ojiceleste.

-¿Haces algún deporte en especial? -indagó curioso el chico, realmente no sabía captar indirectas y eso estaba desesperando un poco al salteño.

-Em sí, Jiu-Jitsu... -contestó levemente desanimado-. ¿Puedo hacerle una pregunta, Primo?

-Sí, lo que quieras -contestó sonriente una vez les dejaron la comida sobre la mesa.

-¿Uste' es tonto o simplemente no le resulto atractivo? -interrogó con leve molestia, y frustración, el joven del interior para luego continuar- Porque no entiendo si ignora mis indirectas a propósito o sólo no nota que le estoy coqueteando.

Agustín se quedó unos segundos analizando la situación, el chico le resultaba sumamente atractivo, incluso pensó varias veces en romper su principio de "no salir con alguien del trabajo", pero creyó que jamás podría estar a la altura de Ginocchio así que, simplemente, tomaba los supuestos coqueteos como bromas entre amigos. Las palabras no salían de la boca del mayor, no podía juntar formular una oración coherente de la sorpresa que tenía. En su defensa, ¿Cómo era posible que ese Dios Griego se interesara en él cuando estaba rodeado de guapos modelos y famosos de diversas áreas? Era una completa locura.

-Y-yo... ¿Te parezco atractivo? -fue lo único que logró salir de su boca a duras penas, se sentía un adolescente hormonal; mareado, con "mariposas" en el estómago y su corazón latiendo demasiado rápido como para poder procesarlo.

-¿Y por qué no me lo parecería? -cuestionó confundido el de ojos verdes.

-Mirate y mirame, somos completamente diferentes en todo sentido. Sos re lindo y yo... Bueno, soy yo... -susurró con pena, no quería admitirlo en voz alta, pero el mayor tenía un gran problema de confianza en sí mismo.

-Lo veo y me parece el hombre más hermoso que vi en mi vida... -contestó el menor con una tonta sonrisa dibujada en si rostro.

-Sí, bueno, ¿Dónde está la cámara? -no estaba bromeando, realmente creía que el provinciano le estaba gastando una broma horriblemente mala.

-Agu' -llamó el contrario para que lo vea a los ojos, el celeste chocó violentamente contra los verdes de Marcos, el menor notaba el miedo que éste tenía, así que tomó suavemente su mano con una pequeña sonrisa-. No sé quién le hizo tanto daño, pero si uste' me deja, yo voy a cuidarlo con mi vida... Realmente creo que es hermoso, sus ojos celestes, su sonrisa tímida, la cara extraña que hace cuando está concentrado... Uste' para mí es perfecto, y me encantaría poder conocerlo mejor fuera del ámbito laboral... Agustín, vo' me flechaste desde que te ví por primera vez haciendo bromas con el chico de iluminación, y desde ahí que no pude sacarte de mi cabeza... -se sinceró el chico con la sonrisa más grande y brillante que el platense le hubiera visto.

-Fua, me tuteas y todo... -bromeó con ternura correspondiendo suavemente el agarre de sus manos-. A mí también me pareciste atractivo desde que te ví, pero no quería generar ningún problema en el trabajo, soy muy inseguro, malhumorado y no me gustan que las cosas salgan mal y... Y tengo miedo... -suspiró bajo apartando la mirada.

-No tengas miedo de mí, Agu'... Yo te voy a cuidar como nadie jamás lo ha cuidado, siempre voy a estat ahí para uste', se lo juro... Sólo deme una oportunidad y prometo que no se va a arrepentir... -pidió acariciando la mano del mayor, mientras que con su mano libre, tomaba dulcemente el mentón del contrario para lograr que lo miré-. Por favor... Uste' me vuelve loco, primo... Me tiene a sus pies...

Luego de un pequeño silencio, el mayor decidió expresar lo que sentía con una acción, las palabras ya estaban sobrando. Se levantó sutilmente de su silla y se acercó a Marcos. Lo miró unos breves segundos para luego unir sus labios en un beso ansiado, necesitado, un beso que ninguno de ellos sería capaz de olvidar. Era suave, cálido y tierno, los labios de ambos estaban hechos para el otro, encajaban a la perfección e iban al mismo ritmo. Se separaron por falta de aire, con las mejillas rojas y una amplia sonrisa de oreja a oreja.

-¿Eso es un si? -preguntó sonriente el salteño perdiéndose por unos segundos en aquel mar celeste.

-Sí Marquitos... Pero por ahora tiene que ser un secreto -aclaró el mayor con una pequeña sonrisa, consiguiendo un puchero de resignación por parte del contrario-. Va a ser sólo un tiempo, hasta aue ambos estemos seguros de...

-Disculpe, hablé por uste', yo estoy muy seguro de que lo quiero -corrigió el salteño con tranquilidad.

-Bueno, hasta que yo esté seguro, ¿Mejor? -indagó el platense luego de rodar levemente los ojos.

-Síp -dijo alegre el más alto-. Lo voy a esperar todo lo que tengan que esperarlo. Lo quiero mucho, Agu'

-Yo también te quiero mucho, Marquitos...

Sellaron sus palabras con un simple beso, cargado de emoción y felicidad para ambos. Nada ni nadie podría arruinar eso tan lindo que tenían entre ellos.

MARGUS // ONE-SHOTSWhere stories live. Discover now