3. LAS AMIGAS

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Cuando llegamos a casa de mis padres, nada más entrar por la puerta, mi madre dijo:

— Os he arreglado tu habitación, dormiréis allí juntos, ¿verdad?

— Como tú digas, mamá.

A mi madre era mejor no contradecirla y si ella decidía una cosa, eso era lo que se hacía, así que estaba claro que Marco y yo dormiríamos juntos en mi antigua habitación. Mía y de mi hermana, Ángela. Entramos, yo primero y tras de mí, Marco. Mi madre, supongo que ayudada por mi padre, había puesto las dos camas pegadas en medio de la habitación, de modo que parecían formar una sola como si fuera doble.

— Tus padres son muy amables — me dijo Marco.

— Gracias. La verdad es que sí, son un encanto. Pero mi madre es un poquito...

— Mandona — agregó Marco. Yo me reí porque la había calado enseguida.

— Sí, sin duda lo es.

— Y tu casa... guau! — añadió poniendo cara de sorpresa — Es fantástica y bonita.

Yo me reí. Sí, era cierto, que la casa no estaba nada mal. Era una casa de tres plantas en Vallvidrera, en la zona más alta de la ciudad. Teníamos piscina, jardín, cuatro habitaciones, y 4 baños.

— Me alegro que te guste. Aunque no querría...

— No te preocupes, he visto casas como está, he estado en muchas casas como está, no me siento mal. Pero que mi novia ficticia tenga esta casa, ja, ja. No sé, nunca he soñado con tener una novia, ¿sabes?, así que todavía menos que mi novia pudiera tener una casa así, con lo cual, es lo más cerca que voy a estar de la supercasa de mí "novia".

Me reí de nuevo ante aquel comentario.

— Ya, no querría molestarte, yo... — traté de disculparme, aunque en realidad, ni siquiera sabía por qué lo estaba haciendo.

— No me molestas, es más, me siento honrado de estar aquí contigo, y de compartir estos días contigo. Creo que lo vamos a pasar muy bien — señaló.

— Eso espero.

Y es ese momento sonó mi móvil, era Rosa.

Cogí la llamada.

— Hola — saludé a mi amiga.

— Hola Carla. Tu madre me dijo que llegabais hoy, ¿cómo ha ido el viaje?

— Bien, muy bien. Ya estamos aquí, ¿y tú que tal, lista para dar el gran paso? — le pregunté.

— Bufff, sí, muy nerviosa, pero preparada. Oye, ¿qué tal si nos vemos mañana por la mañana? He quedado con las chicas, todas queremos conocer a ese novio tuyo tan guapo.

Me reí. Y entonces miré a Marco, que estaba deshaciendo su maleta. La verdad es que sí que era guapo, aunque no fuera mi novio, bueno, en realidad, era mi novio ficticio, ¿no?

— Bien, ¿a qué hora nos vemos y donde? — le pregunté.

— ¿Qué tal si pasamos a buscaros por ahí, yo y Joaquín? — me propuso.

— Bien, me parece bien.

Cogí un vestido de mi maleta y lo saqué, pero como tenía la mano ocupada aguantando el teléfono, no podía coger la percha que tenía en el armario para colgarlo.

— Pues pasaremos a buscaros a la diez, si te parece bien. Podemos ir a desayunar o tomar algo.

— Vale, desayunamos todos juntos, genial — le dije.

UN NOVIO PARA NAVIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora