5. FELIZ NAVIDAD

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Después de aquel beso, ni Marco ni yo fuimos capaces de mirarnos a los ojos durante un buen rato. Y mientras comíamos con mis padres, la tensión se palpaba entre nosotros. Sin duda, algo había pasado, no había sido solo un beso, era evidente que para ambos había significado algo más, pero ninguno de los dos nos atrevíamos a afrontar que era lo que significaba, por qué nos habíamos besado.

Después de la comida de navidad, nos intercambiamos los regalos. Y aunque yo sabía de sobra que me regalaría Marco, porque ya lo habíamos pactado y comprado con anterioridad juntos, me hizo ilusión. Él me regaló un colgante con forma de corazón, y yo le regalé un bolígrafo multiherramientas que tenía un abridor de botellas, un destornillador, una linterna, etc.

Después de comer, y como habíamos quedado con Rosa y Joaquín, los cuatro juntos nos fuimos hacia el Valle de Nuria, ya que al día siguiente sería la boda en el santuario de Nuria, un lugar emblemático para ellos ya que se habían conocido allí. Durante el trayecto hasta allí, Rosa me explicó:

— Hemos cogido dos habitaciones, esta noche dormiremos tú y yo en una, y Joaquín y Marco en la otra, si os parece bien, y mañana ya nos intercambiaremos y cada uno dormirá con su pareja. Ya sabéis que esta noche, al ser la última como solteros, no podemos dormir juntos —justificó Rosa.

— Bien, me parece bien — le respondí yo.

Marco y yo íbamos en el asiento trasero del coche, y entonces, Marco se acercó a mí, y susurrando en mi oído me dijo:

— Tenemos que hablar.

— Sí, ya lo sé, después lo haremos, cuando lleguemos.

— Mañana temprano llegarán mis padres y hermanos, y la familia y amigos vendrán un poco más tarde, en autocar, todos juntos.

 Cuando llegamos dejamos las maletas en las habitaciones y después, Rosa y Joaquín fueron a hablar con el responsable de los preparativos de la boda, ya que el convite sería allí en el hotel, momento que Marco y yo decidimos aprovechar para ir a pasear por los alrededores y así poder hablar.

Empezamos a caminar en dirección a la montaña, y Marco fue el primero en hablar:

— Siento lo del beso — empezó — no sé qué me pasó.

Y entonces pensé que lo mejor sería ser sincera, por lo que le respondí:

— Pues yo no lo siento, me gustó besarte, lo hice porque quise, porque lo necesitaba y me gustó de verdad. Sentí tantas cosas en ese beso, cosas que nunca había sentido — me sinceré con él.

— Ya, pero yo... nunca beso a mis clientas. No debí haberlo hecho.

— Pero lo hiciste — reafirmé.

— Para mí un beso es algo muy personal — dijo girándose hacia mí.

Nos miramos de frente y él continuó hablando:

— Besar es algo que solo reservo para la gente a la que quiero, y que un día espero hacer con mi... novia — agregó como sino estuviera totalmente convencido de que un día tendría una o de que yo pudiera serlo.

— Ya, y yo solo soy una clienta, ¿verdad? — le recriminé.

— Sí, no, bueno, yo... no sé lo que siento por ti ahora y... — trató de dilucidar, de justificar.

Suspiré y añadí:

— Mira, vamos a disfrutar de estos días juntos, y dejemos que pase lo que tenga que pasar. ¿Vale?

— Sí, pero... — pareció pensar un momento y finalmente dijo: — está bien.

 Aquella noche me costó conciliar el sueño. Y a pesar de que estaba con Rosa en la misma habitación, y que ella se dio cuenta de que algo me pasaba, no se lo pude explicar, porque si lo hacía se descubriría todo y prefería que, por el momento, nadie supiera nada de quien era Marco y de donde había salido. Aunque me estuviera pillando de él. Eso sí, les envié un mensaje a Chiara y Fiorella, diciéndoles que Marco me había besado, ambas me dijeron que qué suerte, y decidimos que cuando estuviera de nuevo en Barcelona, tras la boda, hablaríamos por videoconferencia.

UN NOVIO PARA NAVIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora