10. TEST DE EMBARAZO

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No tardó mucho en cogerme la llamada, apenas un par de tonos.

— Buenos días, preciosa, ¿a qué debo tu llamada?

— Necesito hablar contigo — le respondí.

— Ya estamos hablando — dijo él.

— No, me refiero a vernos y hablar directamente, es algo importante — le dije.

— Está bien, además, llevo unos días pensando precisamente en que tenemos que hablar, vernos cara a cara y hablar. Tengo muchas cosas que decirte. ¿Cuándo te va bien? Yo hoy tengo la tarde libre.

— Está bien, pues, esta tarde, perfecto. ¿Podemos vernos en tu casa? — le pregunté.

— Sí, claro, que te parece a las cinco — propuso él.

— Perfecto.

— Te envio la ubicación, nos vemos esta tarde.

— Hasta la tarde.

Colgué la llamada y mis amigas me miraron expectantes.

— ¿Se lo vas a decir así? — preguntó Fiorella.

— ¿Así, cómo? Se lo voy a decir, y punto. Aunque él dice que también quiere hablar conmigo.

Tras el desayuno nos fuimos las tres a trabajar. Aunque estuve durante toda la mañana pensando en él. Bueno, en realidad, era lo que había estado haciendo durante el último mes, desde que habíamos vuelto de España. Porque no podía dejar de pensar en él, no podía olvidar los maravillosos días que había pasado junto a él en España. Las veces que habíamos hecho el amor, los momentos que habíamos compartido, todo.

Le echaba de menos, mucho, y cada vez más, y tenía muchas ganas de volver a verle, de abrazarle, de besarlo y de hacer el amor con él también. De hecho, desde que habíamos vuelto, yo no me había fijado en ningún otro hombre, cada vez que había salido de fiesta con mis amigas, había evitado en lo posible cualquier tipo de contacto con otros hombres.

 A las seis en punto estaba frente a su edificio. Me había puesto que vivía en el ático, así que piqué en el botón. Enseguida oí su voz diciéndome:

— Sube preciosa.

Y sonó el ruido característico de apertura de puerta.

Entré y subí en el ascensor hasta el ático, al salir del ascensor él me estaba esperando frente a la puerta de su apartamento.

— Hola preciosa.

— Hola.

Me acerqué a él y nos fundimos en un intenso abrazo que dio paso a un apasionado beso en la boca. Cuando se separó de mí, me hizo entrar.

Entramos en el salón y una vez allí me preguntó:

— ¿Quieres tomar algo?

— No, de momento, no.

— Bien, me alegro que hayas venido, hace días que no dejo de pensar en ti y tenía muchas ganas de verte, necesito hablar contigo.

Nos sentamos en el sofá, uno junto al otro.

— Yo también quiero hablar contigo, tengo algo importante que contarte — le dije.

— No, espera, déjame hablar a mi primero, por favor.

Acepté afirmando con la cabeza y le dejé hablar.

— La verdad es que no dejo de pensar en ti, casi cada minuto de mi día a día, de modo que ni siquiera puedo trabajar con tranquilidad, porque tú apareces en mi cabeza a cada minuto, y ni siquiera he podido hacer el amor con ninguna otra mujer desde que lo hicimos, porque ninguna de ellas eres tú — me confesó — Por eso he estado pensando y voy a dejar este trabajo, quiero empezar una nueva vida contigo, a tu lado.

UN NOVIO PARA NAVIDADWhere stories live. Discover now