8: Final alternativo

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“Después de tanto tiempo, logré encontrar la vieja libreta que él tanto amaba.

Supongo que necesitaba desahogarme hace mucho tiempo, pero en mis tiempos no era tan bien visto y los psicólogos no eran expertos.

A veces me cuesta recordarlo con certeza.
Como una memoria inundada en mi mente, indeciso de su piel blanca y sus rizos rubios.
Aquellas memorias que posaban desprevenidamente en mi mente tormentaban mi tranquilidad .

Recuerdo vagamente que cuando veía las interacciones entre mi Nieto Jotaro con su amigo Kakyoin no podía evitar pensar en todos los momentos que pasamos juntos.

Mi relación con Suzie ha mejorado, al menos ya no estamos peleados.
Terminamos después de haberse enterado de una infidelidad con una chica Japonesa.

Con el paso del tiempo nos reconciliamos y volvimos amigos.

Aún me arrepiento de esa decisión. Buscaba de alguna manera reemplazarle, y al ver su personalidad reflejada en esa chica Japonesa cometí algo que nunca debí haber hecho.

Y sin darme cuenta, en esta vida parece ser que mi único propósito es ser un estorbo y problema para los demás.
Ahora es cuando más pienso en cuanto he dañado a la gente. A Suzie, a Tomoko, a Josuke, a Caesar...

Repentinamente vuelve a mi mente la longeva amargura que quedó impregnada en mi boca de aquellas palabras que le vomité como insulto.

Y todos esos intentos de atentar contra mi vida encerrado en el baño, echandome la culpa una y otra vez.

Muchas veces se me ha pasado por la mente que debí haberlo acompañado en su dolorosa muerte, morir a su lado.
Pero con el paso del tiempo aprendí a sobrellevar su pérdida, gracias a mis seres queridos que me apoyaron.

Días después de la batalla contra los pilares, cuando estaba recién en el comienzo del duelo, le pedí a la Fundación Speedwagon que pudieran sacar su cadáver y darle el funeral que se merecía tener.
El lugar donde se enterró su cuerpo fue en aquel campo de girasoles que tanto amaba, aquel lugar donde nos besamos por primera vez.
Recuerdo como mi madre me sostenía en sus brazos, tratándo de alguna manera consolar mis desesperados y desgarradores llantos.
Mi abuela Erina también me apoyó, y comprendió con dulzura el amor que tenía por él.

Recuerdo cuando se levantaba a mitad de la noche al no poder dormir a fumar en el balcón.
Siempre me decía que había dejado de fumar, pero aunque volviera de lavarse los dientes podía seguir oliendo el tabaco en su camisa y el sabor a cigarro impregnado en sus labios cuando nos besabamos.

Lo he extrañado tanto, mucho más en este cuerpo viejo, huesudo e inútil.
Extraño sus caricias y su voz.
Ahora, extrañamente, lo único que me abraza por las noches es su ausencia, lo único que me canta es el silbido del viento y lo único que me besa son el frío de sus recuerdos.

Bueno, será mejor que deje de escribir en esta vieja libreta, sino la dejaré llena de garabatos. ”


El anciano dejó la libreta sobre la mesa y con sus frágiles brazos tomó a la joven niña que lloraba con desconsuelo.
Intentó consolarla moviendola de lado a lado mientras le tarareaba con su voz severa.

El viejo tomó temblorosamente su bastón tallado de madera y con su otra mano sosteniendo con seguridad a la pequeña bebé que se calmaba a los segundos.

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⏰ Ultimo aggiornamento: Jan 03, 2023 ⏰

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