Capítulo 69: No Caigas

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— ¡No! —exclamo, poniéndome de pie, miro a mi alrededor.

Adara no está.

Salgo de la habitació pero la casa está vacía. Comienzo a transpirar.

< No, ¿por qué desapareció? ¿Qué está pasando? ¿Acaso el pergamino...? >

Siento que mi pecho duele ante tal idea.

— Zarek —Una voz se cuela en mis oídos y una mano se posa en mi hombro. Volteo ante la voz conocida.

— Ares —sujeto el cuello de su camisa, estampándolo contra la pared más cercana, siento la ira fluir por todo mi cuerpo—. ¡¿Dónde está Adara?! —bramo.

— Si quieres recuperarla entonces deberás venir conmigo.

Mi agarre se afloja y me rindo, lo suelto mientras él arregla sus ropas.

< Respira, no podrás ayudarla si no mantienes tu cabeza fría. > Me digo a mí mismo recuperando un poco de calma.

— ¿Dónde está? —exijo saber.

— Se la ha llevado Atenea, escucha, tengo un plan para que todo esto acabe, pero deberás volver a ver a unos viejos conocidos.

Solo asiento con mi cabeza, no importa lo que fuera mientras pudiera salvarla.

Pov Adara

Abro mis ojos y frunzo mi ceño, estoy en lo que parece ser una cabaña.

< ¿Que rayos? ¿Zarek? ¿Dónde estoy? >

Miro a mi alrededor, por algún motivo la estancia me resulta familiar.

— Vamos, hoy preparé conejo —escucho una voz femenina y la puerta se abre, dejando ver a una hermosa rubia.

— Yo podría comer mejores cosas.

< Esa es la voz de Zarek. >

Y lo veo, su cabello es más largo, parece un par de años mayor pero su atractivo sigue siendo el mismo.

Trato de hablar pero mi voz no sale.

— ¿Qué cosa? —pregunta ella de forma coqueta y Zarek se acerca, besándola.

— A ti —responde sobre sus labios.

< Espera, ¿que está pasando?, ¿por qué puedo ver a Selene?  Estos no son recuerdos. >

— Te amo, Selene —murmura sobre la piel de su cuello cuando otra vez la puerta es abierta, haciendo a ambos separarse.

— Mamá, papá —Un niño de unos seis años entra corriendo y abrazándose a Zarek, tiene su mismo color de ojos y cabello—, ¿puedo ir al río?, porfa, porfa —da pequeños saltitos y ambos padres ríen.

< ¿Por qué, yo no existo en su vida? ¿Qué significa esto? >

La imagen se distorciona y esta vez puedo verlo, está a lo lejos y yo me encuentro entre una gran multitud de personas.

— ¡Alabad al rey Zarek de Siria!, ¡larga vida a su majestad! —Una voz anuncia y toda la multitud clama su nombre a gritos.

A su lado, Selene se encuentra con su hijo en brazos y ambos se sonríen para luego besarse.

Las imágenes desaparecen y todo se vuelve oscuro.

— Oh, querida, ¿qué pasa? ¿Pensaste que cuando fuese liberado de su prisión se quedaría a tu lado?

< Si. >

Respondo a aquella voz que parece estar en mi mente.

— No será así, volverá a la época que pertenece y se le dará el futuro que debió vivir, junto a su verdadera esposa, ¿y sabes que sucederá contigo?

Zarek. Mi Dios Griego personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora