30 - Vive tu vida

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— Si... No se ha levantado, no sé cuánto tiempo ha estado en el nido. No sé exactamente cuando lo hizo.

Mingyu abrió un poco la puerta para mirar hacia la cama, el cuerpo hecho un ovillo bajo las sábanas.

— Está dormido ahora, estuvo llorando un buen rato hasta que durmió.

Habían pasado las horas, era casi la media tarde, Junhui no había regresado y tampoco contestaba ninguna de las mínimo diez llamadas que le había dejado, ni había leído los mensajes.

Escuchó al médico suspirar.

¿Todavía no lo marcaste, Kim?

— No—, dijo bastante bajo.

¿Qué esperas?

Mingyu no quería hablar, no quería hacerlo.

— No quiero marcarlo sin que él quiera— dijo la primera excusa que se le pasó por la mente.

Si te refieres al tema del amor, Kim, eso puede esperar, pero la vida es algo más importante, chico— habló el médico—. Ya tendrán tiempo para enamorarse, pero para eso Seokmin tiene que sobrevivir, debes hacer el lazo.

Mingyu negó, por más que el doctor no lo viera.

Sin querer decir nada, el joven alfa colgó, se giró a la puerta y la miró un momento antes de entrar al cuarto.

Se acercó a la cama, viendo el tranquilo vaivén de la respiración del omega.

Mingyu apoyó una mano en el hombro del chico.

— Seokmin... Despierta, tengo algo importante para decirte...— Mingyu movió un poco su cuerpo, pero el chico no reaccionó—. Seokmin... ¿Seokmin?

Corrió las sábanas que lo cubrían, viendo lo tranquilo del rostro del omega al dormir, y como sus labios se movieron un poco con su lenta respiración.

Mingyu apoyó el dorso de su mano sobre la mejilla del omega, estaba muy frío.

Seokmin ya no tenía rubor en el rostro, al contrario, su piel casi parecía papel, con oscuras y moradas ojeras bajo sus ojos, además de sus labios tenían un tono azulado.

El corazón de Mingyu se aceleró por la preocupación, el chico se veía mucho peor que antes.

Subió a la cama, olvidándose en romper el nido, y como se Seokmin hubiera sentido eso comenzó a negar con la cabeza, y su expresión tranquila cambió a una desesperada, aunque no tenía fuerza para abrir los ojos, sus pestañas se aleteaban, apretaba los ojos y apenas abría una rendija para ver, aunque no lo pudo mirar bien al pelinegro.

— Tranquilo, Seokmin— Mingyu lo tomó por los lados, apretándolo contra si en un abrazo firme, aunque el omega se agitó para intentar liberarse.

— N-No...— murmuró.

La mirada de Mingyu fue hacia el cuello del omega, viendo su piel, imaginando una marca en su lugar correcto.

Sin su total consentimiento, sus manos fueron hacia el cuello de Seokmin, el omega se sobresaltó, como si supiera lo que Kim estaba pensando.

— No, no, no...— pidió, apenas con un hilo de voz, sintió las lágrimas caer—. No serás mi alfa, mi lazo no es contigo, no...

Mingyu se alejó para mirarlo.

— Yo tampoco quiero, Seokmin— murmuró.

— ¿Entonces por qué mierda lo haces?— soltó, con sus ojos apenas abiertos.

Mingyu se detuvo, y por un segundo admiro a aquel omega con todo su ser, aún estando tan débil y enfermo, Seokmin mantenía su postura, y estaba dispuesto a pelear incluso sin poder moverse.

— ¿Sabes que estás muriendo, Seokmin?— dijo, casi en un susurro.

Seokmin se congeló un momento, su labio inferior comenzó a temblar, negó suavemente.

— No voy a morir— murmuró—, mi alfa no va a dejarme...

— ¿Tu alfa?

Seokmin asintió, las lágrimas caían, aún así, sonrío.

— Tu alfa... ¿Hong Jisoo?

Seokmin volvió a asentir.

— Estuviste con el cuando te creíamos perdido, ¿Verdad?

Seokmin asintió de nuevo.

— Él me cuido— murmuró —. Y me prometio que estaríamos juntos, así que vete.

Mingyu suspiró.

— Seokmin, tú... ¿Ves a Hong Jisoo por aquí?

— Él vendrá...

—Estas muriendo, Seokmin, y yo puedo salvarte.

— No me estás salvando— Seokmin hablaba con seguridad, a pesar de sonar débil—. Me estás condenando a vivir.

Mingyu no pudo decir nada.

— Te estás condenado a vivir también— agregó el omega—. ¿No puedes vivir por ti mismo? ¿Al menos en una vida? Por qué no pruebas vivir tu vida, Kim...

El pelinegro no tenía palabras.

Los ojos de Seokmin se cerraron, dejó de forcejear y Mingyu recargo su liviano cuerpo sobre él.

La respiración del omega estaba agitada, casi como si hubiera corrido varios kilómetros, se había agotada en esa discusión.

— Déjame dormir— murmuró el omega, en su pecho—. Y no hagas nada.

Mingyu tardó un segundo en hacerle caso a Seokmin, lo dejó en la cama, cubriéndolo con la sábanas y volviendo a acomodar torpemente el nido, salió del cuarto sintiéndose un poco mal.

Camino por el pasillo, intentando borrar la idea de que Lee Seokmin moriría por su culpa.

Escuchó la puerta de la entrada abrirse, y frunció el ceño.

Escuchó pasos apresurados y al llegar a las escaleras vió a tres personas en su sala.

— ¿Won?— murmuró, sintiendo su corazón agitarse al ver al rubio.

Los tres alzaron la vista hacia él, pero un llanto los hizo mirar más allá.

Un sollozo como el de un animal, viniendo desde detrás de la última puerta del pasillo.

— ¿Seokmin?

Un intenso olor a café lo hizo voltear se nuevo, viendo al único de los tres que no conocía, un chico pelinegro, subiendo las escaleras rápidamente.

Su fuerte olor y el bajo gruñido del chico lo hizo apartarse del camino, pegando su espalda a la pared.

Al pasar a su lado, ahora captando el olor a pino, pareció golpearlo por su intensidad.

Vió a aquel alfa pelinegro entrar al cuarto de Seokmin, cerrando la puerta rápidamente.

Delta (SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora