Capítulo 6: Arcade

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La música sonaba de fondo, el vaso que antes contenía el licuado de chocolate ya estaba casi vacío. Estaba aburrida, si, pero el Arcade ya estaba casi vacío y no tardaríamos mucho tiempo en volver a casa.

—¿Por qué estás aquí?

Me giré para encontrarme con el chico de pecas y rizos descontrolados.

— ¿Colin, no?

Asintió y se sentó frente a mi,

— Estaba terminando mi licuado, y tampoco tengo fichas para jugar. Solo estoy esperando a Jasper para volver a casa.

Sacó un par de fichas de su bolsillo — podemos jugar a algo si quieres.

Lo miré algo confundida, ¿Habría algún motivo para invitarme a jugar? Estaba con su grupo de amigos.

— No lo sé... — dije mirando las fichas que estaban sobre la mesa — ¿Estás seguro que quieres gastar tus fichas en mi?

Se encogió de hombros con una sonrisa algo torcida — no voy a morir por un par de fichas, vengo casi todos los días.

Quizás por un poco de cortesía lo acepté, nos acercamos a una máquina, la primera que estaba cerca nuestro.

— Soy muy mala en esto — reí en el primer intento, dónde la flecha cayó de una forma horrible.

— Nunca va a funcionar esto, es una farsa. Solo traga fichas, hay más posibilidades de morir porque se cae el techo del Arcade que de sacar un peluche.

—¿Y por qué estamos jugando a esto?

— Es un buen punto.

Nos acercamos a otro juego que era simplemente de hacer que dos sujetos peleen, era con fichas y no perdiamos nada. Estuvimos un tiempo jugando a eso, era divertido y Colin soltaba comentarios para cortar con la incomodidad del ambiente.

—¿Qué hacen aquí? Los estábamos buscando — mi hermano y los demás amigos de Colin aparecieron.

— Solo jugando un rato — conteste con simpleza, el juego hizo el típico sonido de derrota — Genial Jas, me hiciste perder.

Soltó una carcajada — Será mejor que nos vayamos a casa antes de que comience a oscurecer.

— Claro.

Nos despedimos de todos, menos de Colin que caminó unos metros con nosotros ya que su casa quedaba cerca de la nuestra.

— Hermano, ¿Podrás pasarme tus apuntes de física? — le preguntó Jasper a Colin antes de separarnos.

— Solo si tú me pasas lo de lenguaje.

— Es un trato.

Colin dobló a la calle y nosotros seguimos caminando, faltaban unos minutos para llegar a casa.

—¿Tú eres muy amigo de Colin, no?

— Es el que mejor me cae de toda la clase, y su grupo de amigos es genial.

— Coincido — contesté y me miró sorprendido — bueno, no son unos idiotas como Rache y su pandilla.

Entramos a casa, obviamente que Jenna ya estaba y parecía que no estaba sola.

—¡Ya estamos en casa!

—¡En la cocina! — gritó nuestra hermana.

Nos dirigimos ahí, una chica rubia muy guapa estaba a su lado con una taza de té en sus manos.

—¿Estuvo divertida la tarde en el arcade?

— Algo.

Se dió cuenta de que mirábamos a su acompañante con un poco de intriga.

— Oh, chicos, ella es Spencer. ¿Recuerdan a Chris? Es su hermana.

— Su media hermana, querrás decir —la rubia esbozó una mueca y miró a nuestra dirección — es un gusto conocerlos.

— El gusto es nuestro.

— Spencer cenará con nosotros, esta noche están libres de platos y cocina, pedí comida afuera.

Eso era realmente una gran noticia, más teniendo en cuenta de que hoy me tocaba cocinar a mi, y era un asco haciéndolo.

— Entonces yo iré a cambiarme, bajo a cenar.

— Yo también — repitió Jasper y ambos subimos las escaleras.

Llegué a mi cuarto y cerré la puerta, era un desorden. Quite la ropa sucia que estaba encima de la cama y tomé algo limpio del ropero, cerré la ventana y me recosté en mi cama algo cansada. No tenía ningún mensaje en el celular, la hora marcaba las 20:24.

Por un momento Colin se me cruzó por la cabeza, digo, no era poco atractivo y yo... ¡No! Afuera esos pensamientos malditos, Elizabeth, es el amigo de tu hermano mellizo y por lo tanto lo convierte en un idiota. Me golpeé la frente con mi mano, no significaba nada.

Las risas de Jenna y la media hermana de Chris retumbaron en mis oídos,haciendo que me concentre en una cosa totalmente distinta.

—¿Vas a seguir soñando o vas a bajar a comer?

Me levanté de golpe, Jasper me miraba desde la puerta con una ceja alzada. Le lance mi almohada de forma de conejo.

— Te agradecería de que toques la puerta de vez en cuando, gracias Jasper Butler.

— No es nada, Elizabeth Butler.

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