147- hermanos (2) -147

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Mau abrió los ojos al darse cuenta que la habitación estaba siendo muy iluminada gracias a la maldita cortina que no tapaba la ventana.

—¡Cerrá la cortina!— Le gritó a su hermano, que se suponía que debería estar a su lado. —¿Tiago?— Se sentó en la cama, miró toda la habitación: se encontraba solo. Suspiró y volvió a acostarse. Eso le duró unos cinco segundos, porque la puerta se abrió.

—¡FELIZ CUMPLEEEEEEEEEEE!— Gritó Tiago al entrar, corrió y se tiró sobre su hermano y entre risas comenzó a besarle todo el rostro. —¡Ayyyy mi bebé cumple dieciseeeeeeeeisss pero que hermosooooooooo!— Lo abrazó y besó repetidas veces otra vez.

—¿Tu bebé? Tenés diecisiete, no sos ochenta años más grande.— Dijo cerrando los ojos y riendo por todos los besos que estaba recibiendo.

—Pero sos mi bebé igual.— Dejó un corto beso en los labios de Mauro. —Te amo, te amo, te amo, te amooooooo.— Siguió haciendo lo mismo.

Mauro rió. —Gracias casquito, yo también.— Lo abrazó. —¿Y mamá?

—¿No podés disfrutar de lo cariñoso que estoy siendo ahora?

Se miraron.

—A la noche.— Bromeó Mauro.

—Que atrevido, ya te pegó la edad.— Dejó un golpe suave en su mejilla.

El más chico soltó una risa. —Era una bromita.— Agarró a su hermano y cambió las posiciones, ahora estaba arriba de él. —¿Mamá está?

—No, salió a comprar un par de cosas.

Mauro observó el rostro de Tiago y sin pensarlo más unió sus labios en un beso de todo menos tranquilo. Empezaba a salirse de control cuando las manos del morocho recorrieron toda la espalda del menor y cuando el castaño dejó caer su peso, logrando que ambas entrepiernas rosen sobre las telas. Los dos soltaron gemido muy bajo entre sus lenguas, pero el menor no tuvo miedo y no se detuvo, siguió presionando disimuladamente logrando soltar unos cuantos gemidos más. Tiago se dedicó a disfrutar, pero cuando escuchó un ruido de una puerta proveniente del piso de abajo, tomó el cuerpo de Mauro y se sentó en la cama, logrando que el menor quede sobre su regazo. Notó que él no había escuchado el sonido de abajo porque seguía besándolo desenfrenadamente. Intentó separarse pero Mau no lo dejaba, seguía presionando para que no lo suelte. No le quedó otra que ponerse de pie en el suelo, Mauro rodeó su cadera con las piernas y jamás lo soltó. Tiago caminó sosteniendolo suavemente de los glúteos hasta una pared que si la puerta de la habitación se abriera, no estarían a la vista tan fácil.

—Mauro.— Logró separarse después de varios intentos. —Pará un poco, ¿No escuchas que alguien llegó? Nos pueden ver.— Dijo viéndolo, ambos estaban agitados por obvias razones. —Calmate un poco, entiendo que estés en la edad de que estás caliente todo el tiempo, pero…

—¿Qué? ¿Qué decís?

—Eso, boludo. Llega una etapa que todo te calienta y no lo podés evitar, me pasó y también me pasa. Pero tenés que controlarte, si nos ven nos sacan la cabeza a los dos.

—¿Te molestó que te… que te bese así?

—No, para nada. Te freno solo porque mamá o papá o los dos acaban de llegar y en cualquier momento pueden entrar a felicitarte. ¿Sí?

Mauro asintió. —Perdón.

Tiago negó. —No pidas perdón. Bueno… es tu cumple y hay que festejar. ¡Mi bebé está creciendo!

—Te dije que no soy un bebé.— Se cruzó de brazos apoyando su espalda en la pared, aún seguía sobre la cadera del mayor.

—Sos mi bebé.— Tiago le hizo cosquillas logrando hacer reír al ojos claros.

One shoots LitiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora