Extra 1

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Nos robamos un pato

María y Margarita

- Ese maldito pato no se cansa nunca de chillar - refunfuñó Margarita.

- Margarita, los patos no chillan - le dijo su hermana arrastrando las palabras - Vamos dentro, mamá nos arrancará la cabeza si sabe que nos venimos sus botellas de vino.

- No, voy a matar al desgraciado pato - así que tomo a su hermana por la mano y la arrastró al patio trasero.

Eran las dos se la mañana y todos dormían ya, Margarita había estado llorando porque uno de sus novios la dejó, así que había abierto la botella de rosé de su madre y se había sentado con su hermana a tomárselo.

María le había dicho que no, por supuesto, pero luego de la primera copa se le había olvidado.

Llegaron a la verja de madera que dividía las casas llenándose los zapatos de tierra al aplastar las flores de su madre.

- Hazme la pata de la gallina - le dijo Margarita a su hermana que hizo una mueca casi dolorosa.

- ¿Que te haga el culo de la gallina? ¿Que coño hablas?

- ¡Coño, que me des un empujón! - pero su hermana literalmente la empujó haciéndola chocar con la verja - ¡Hacia el otro lado, Maria estupida!

María acomodo sus manos y se asqueó tanto por el barro del zapato de su hermana que la levantó tan rápido que la mandó a volar hacia el otro patio, el grito de Margarita se cortó en seco cuando chocó con unos arbustos.

- Maldita sea Maria, recuérdame nunca volver a darte vino ¡Me arrancaste el moño!

- Amén - Susurró devuelta, todos odiaban el condenado moño.

El pato no dejaba de graznar y la cabeza de María ya no lo soportaba, estaba por brincar ella hacia el otro patio cuando notó la puerta a su izquierda, se bajó y cruzó de un patio a otro con mucha calma.

- ¿Es en serio? Y me lanzaste a mi por lo aires como el desgraciado Hulk, dime qué quieres matarme - le reprocho su hermana acomodando su blusa llena de barro.

Pero ambas se detuvieron al ver lo que tenían al frente, debían ser por lo mínimo como treinta patos en todo un patio lleno de caca y una piscina llena de plumas.

- Si muero aquí hoy, quiero se sepas que voy a atormentarte toda la vida por obligarme a hacer esto - susurró Maria.

Margarita empezó a caminar entre los patos que dormían con todo el silencio que sus tacones le permitían, buscando al pato que pasaría a mejor vida.

No soportaban el olor y la piscina era asquerosa, no sabía cómo el vecino podía vivir de esa manera, Maria empezó a caminar tambaleándose y pisando caca que no pudo evitar, estaba a un pato más de vomitar por todo el patio.

Estaba mirando a Margarita sin notar que delante de ella venía un escalón cuando sin poder evitarlo cayó encima de tres patos que graznaron tan fuerte que despertaron a los demás.

- ¡Van a matarme unos patos, Margarita ayúdame! ¡Me voy a morir, creo que se hizo encima de mi! - Margarita trataba de aguantar su risa de borracha mientras se acercaba lo más que podía a su hermana - ¡Muerden demasiado fuerte, Margarita mueve tu trasero aquí!

María había pasado a ser una montaña blanca de plumas y picos cuando Margarita vio la manguera, así que fue hasta el grifo y lo abrió a todo dar.

María no dejaba de gritar, los patos no dejaban de graznar y Margarita ya los estaba mandando a volar con la fuerza de la manguera.

- Vamos María, toma dos y huye - dijo levantando a su hermana empapada cuando vio que se encendían todas las luces de la casa del vecino - Huye María, huye.

Pero Margarita salió corriendo torciendo sus tacones en el suelo con dos patos bajo ambos brazos dejándola ahí sentada.

María espabiló cuando noto que la puerta del patio del vecino se abría poco a poco, así que se levantó, tomo dos patos y corrió como si su vida dependiera de eso.

Porque probablemente así era, un milagro del cielo que su madre no se hubiera despertado con el gallinero que armaron, no les importó dejar manchas en el suelo y en la alfombra cuando subieron a su cuarto con los patos graznando todavía.

- Nos robamos unos patos - dijo maría sin aliento soltando a los animales en el piso - Nos robamos los patos del vecino, Margarita.

Pero Margarita ya estaba dormida y uno de los patos se comía su cabello.

- ¡Despiértate, estupida, nos robamos unos patos, vamos a ir a la cárcel! - le lanzó a uno de los patos y Margarita despertó de golpe cayéndose al piso.

- María, entiende, mi novio piensa que soy yo la que chilla cuando estamos en nuestro asunto, ¡Es insultante, tenía que matar al pato!

Pero su habitación estaba llena de patos que seguían intentando morderlas a ambas, entonces María decidió hacer como si nada.

- Mama va a matarte mañana, será mejor que calles a los patos, oficialmente no tengo idea de lo qué pasó hoy.

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¡Llegamos a las cien mil leídas!

Un regalo de Margarita para ustedes como agradecimiento, me pidió que les dijera que nunca bajó ninguna circunstancia se roben un pato.

Es increíble que ya estemos tan lejos y que sigan disfrutando tanto de la historia♥️

- Vero🧡

911, ¿Cuál es su emergencia?Where stories live. Discover now